Los grandes señores del Clásico compartían una serie de características como: la pertenencia a un linaje, lo que justificaba la transmisión del poder entre parientes cercanos; la legitimidad basada en su papel como intermediarios privilegiados con las divinidades, y su responsabilidad como administrador de la economía y la política tanto en el ámbito interno como con otras entidades. El prestigio jugaba un papel principal en esta concentración del poder y para ello los gobernantes no sólo realizaban con regularidad actos públicos de diversa índole, sino que llevaban con toda pompa y circunstancia una vida acorde a su estatus, en la que la acumulación y la ostentación de riquezas jugaban un papel fundamental. Una parte importante de los vestigios arqueológicos que han dado fama a los mayas del Clásico está asociada a esos gobernantes y a su necesidad de proclamar su grandeza: los restos de ciudades, las monumentales estructuras, los textos jeroglíficos y un sinfín de objetos relacionados con la vida diaria y el ritual dan cuenta de ese esplendor.
Efectivamente, muchos dirigentes políticos Mayas eran chamanes en la civilización respectiva porque para alcanzar, justamente, el rol de curador y sabio era necesario vivir mucho tiempo y haber comenzado muy tempranamente a practicar el chamanismo y la curación de personas dolientes. Implicaba mucho sacrificio y meditación el poder lograr, entre los miembros Mayas, la habilidad de concentrar el poder de Inti (a saber, el Sol, elemento deísta central).
Los grandes señores del Clásico compartían una serie de características como: la pertenencia a un linaje, lo que justificaba la transmisión del poder entre parientes cercanos; la legitimidad basada en su papel como intermediarios privilegiados con las divinidades, y su responsabilidad como administrador de la economía y la política tanto en el ámbito interno como con otras entidades. El prestigio jugaba un papel principal en esta concentración del poder y para ello los gobernantes no sólo realizaban con regularidad actos públicos de diversa índole, sino que llevaban con toda pompa y circunstancia una vida acorde a su estatus, en la que la acumulación y la ostentación de riquezas jugaban un papel fundamental. Una parte importante de los vestigios arqueológicos que han dado fama a los mayas del Clásico está asociada a esos gobernantes y a su necesidad de proclamar su grandeza: los restos de ciudades, las monumentales estructuras, los textos jeroglíficos y un sinfín de objetos relacionados con la vida diaria y el ritual dan cuenta de ese esplendor.
Efectivamente, muchos dirigentes políticos Mayas eran chamanes en la civilización respectiva porque para alcanzar, justamente, el rol de curador y sabio era necesario vivir mucho tiempo y haber comenzado muy tempranamente a practicar el chamanismo y la curación de personas dolientes. Implicaba mucho sacrificio y meditación el poder lograr, entre los miembros Mayas, la habilidad de concentrar el poder de Inti (a saber, el Sol, elemento deísta central).