Hubo un tiempo en que la Medicina de punta se escribía en árabe. Y no fue una temporada: duró siglos. Mientras la Europa cristiana estaba sumida en las tinieblas de la ignorancia y el fanatismo religioso, y la teología aplastaba cualquier intento de independencia de la ciencia, el inmenso mundo musulmán de entonces, que abarcaba desde la península ibérica hasta los límites del actual Irán, vivía una etapa de esplendor científico inusitado. Las cortes musulmanas de ese tiempo, como Córdoba, Bagdad, El Cairo, Damasco o la propia Samarcanda, eran de una magnificiencia incomparable, y los califas, emires y visires vivían rodeados de poetas, filósofos, sabios y artistas de todas clases.
Los árabes nos legaron grandes descubrimientos en la Química, la Astronomía, la Ingeniería, las Matemáticas y la Medicina, entre otras. Basta nombrar solo el álgebra, los números arábigos y el uso del cero, para aquilatar la importancia de su aporte a la humanidad. En este trabajo nos vamos a referir solamente a la medicina.
Hubo un tiempo en que la Medicina de punta se escribía en árabe. Y no fue una temporada: duró siglos. Mientras la Europa cristiana estaba sumida en las tinieblas de la ignorancia y el fanatismo religioso, y la teología aplastaba cualquier intento de independencia de la ciencia, el inmenso mundo musulmán de entonces, que abarcaba desde la península ibérica hasta los límites del actual Irán, vivía una etapa de esplendor científico inusitado. Las cortes musulmanas de ese tiempo, como Córdoba, Bagdad, El Cairo, Damasco o la propia Samarcanda, eran de una magnificiencia incomparable, y los califas, emires y visires vivían rodeados de poetas, filósofos, sabios y artistas de todas clases.
Los árabes nos legaron grandes descubrimientos en la Química, la Astronomía, la Ingeniería, las Matemáticas y la Medicina, entre otras. Basta nombrar solo el álgebra, los números arábigos y el uso del cero, para aquilatar la importancia de su aporte a la humanidad. En este trabajo nos vamos a referir solamente a la medicina.