Desastres ecológicos, colonización espacial, amenazas robóticas… De todo eso hay en '2312', novela con la que Kim Stanley Robinson se llevó el Nébula. Y, sin embargo, todo es distinto. Porque, tras narrar en su trilogía marciana, con barroco detalle, la terraformación del Planeta Rojo, KSR asume aquí las limitaciones científicas y técnicas y se lanza a una 'space opera' razonada y razonable que transcurre dentro de solo tres siglos en el escenario reducido del sistema solar. “¡Pero es que para mí es un futuro lejano!”, se defendía KSR en una entrevista. “Piense en 300 años atrás, en 1712, cuánto ha cambiado todo desde entonces y cuánto va a cambiar, mucho más rápido, en los próximos 300. Abruma imaginarlo. Hay historias de ciencia ficción que se extienden millones de años en el futuro. La mía es una historia imaginable: no habrá civilizaciones interestelares porque las estrellas están demasiado lejos”. La intención de escribir una historia “imaginable” o “posible” no despoja a '2312' precisamente de esas grandes ideas que encienden la imaginación de los amantes del género. Aquí es la ingeniería la proveedora de milagros: una ciudad mercuriana móvil que evita así achicharrarse, asteroides habitables, ascensores espaciales…
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Desastres ecológicos, colonización espacial, amenazas robóticas… De todo eso hay en '2312', novela con la que Kim Stanley Robinson se llevó el Nébula. Y, sin embargo, todo es distinto. Porque, tras narrar en su trilogía marciana, con barroco detalle, la terraformación del Planeta Rojo, KSR asume aquí las limitaciones científicas y técnicas y se lanza a una 'space opera' razonada y razonable que transcurre dentro de solo tres siglos en el escenario reducido del sistema solar. “¡Pero es que para mí es un futuro lejano!”, se defendía KSR en una entrevista. “Piense en 300 años atrás, en 1712, cuánto ha cambiado todo desde entonces y cuánto va a cambiar, mucho más rápido, en los próximos 300. Abruma imaginarlo. Hay historias de ciencia ficción que se extienden millones de años en el futuro. La mía es una historia imaginable: no habrá civilizaciones interestelares porque las estrellas están demasiado lejos”. La intención de escribir una historia “imaginable” o “posible” no despoja a '2312' precisamente de esas grandes ideas que encienden la imaginación de los amantes del género. Aquí es la ingeniería la proveedora de milagros: una ciudad mercuriana móvil que evita así achicharrarse, asteroides habitables, ascensores espaciales…