Se producen a períodos regulares, progresivas, porque su duración es cada vez mayor, e intensas.
Las contracciones duelen porque al producirse, los vasos sanguíneos que irrigan el útero quedan exangües, es decir sin sangre.
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VictorGarcia11
Durante el embarazo, el feto crece en el interior del útero. Este órgano no es más que un músculo en forma de bolsa con una abertura estrecha hacia la vagina (el cuello del útero) y que, como todo músculo, es capaz de acortar sus fibras al contraerse.
El útero está formado por células musculares lisas, es decir, células musculares que se contraen de forma involuntaria, sin que la mujer pueda controlar cuándo se contraen o se relajan. Estas células tienen receptores específicos para hormonas, que aumentan o disminuyen durante el embarazo, influyendo así en la contracción uterina:
Estrógenos: en general favorecen las contracciones uterinas. Aumentan la concentración de proteínas esenciales para la contracción muscular, como la miosina, y también aumenta el número de receptores para otras hormonas que estimulan la contracción uterina, como la oxitocina, y favorecen la propagación del estímulo eléctrico que desencadena las contracciones. Progesterona: impide las contracciones uterinas. Disminuye la efectividad del impulso eléctrico que desencadena la contracción uterina, y además impide que las células musculares se relacionen entre sí para contraerse al unísono. Oxitocina: favorece la entrada de calcio a las células musculares; es un elemento esencial en la contracción muscular. En ocasiones, los ginecólogos emplean esta hormona para provocar el parto. Prostaglandinas: tienen un efecto parecido a la oxitocina, sólo que se forman en el propio útero.
Se producen a períodos regulares, progresivas, porque su duración es cada vez mayor, e intensas.
Las contracciones duelen porque al producirse, los vasos sanguíneos que irrigan el útero quedan exangües, es decir sin sangre.
El útero está formado por células musculares lisas, es decir, células musculares que se contraen de forma involuntaria, sin que la mujer pueda controlar cuándo se contraen o se relajan. Estas células tienen receptores específicos para hormonas, que aumentan o disminuyen durante el embarazo, influyendo así en la contracción uterina:
Estrógenos: en general favorecen las contracciones uterinas. Aumentan la concentración de proteínas esenciales para la contracción muscular, como la miosina, y también aumenta el número de receptores para otras hormonas que estimulan la contracción uterina, como la oxitocina, y favorecen la propagación del estímulo eléctrico que desencadena las contracciones.
Progesterona: impide las contracciones uterinas. Disminuye la efectividad del impulso eléctrico que desencadena la contracción uterina, y además impide que las células musculares se relacionen entre sí para contraerse al unísono.
Oxitocina: favorece la entrada de calcio a las células musculares; es un elemento esencial en la contracción muscular. En ocasiones, los ginecólogos emplean esta hormona para provocar el parto.
Prostaglandinas: tienen un efecto parecido a la oxitocina, sólo que se forman en el propio útero.