Investigue en que consistio la leyenda del mar tenebreum?
veronicaalvia
En la antigüedad el mundo acababa en Occidente allí donde se situaban las columnas de Hércules, el estrecho de Gibraltar. Más allá continuaba el mar, efectivamente, pero para ir a ninguna parte, para desembocar en el vacío. Esa fue la razón por la que durante largos años, siglos, el Océano Atlántico fue conocido como el Mar Tenebroso
El nombre lo cedería, con posterioridad, el titán Atlas, dueño de las columnas de Heracles o Hércules, que marcaron el límite del orbe conocido. Más allá no habría otra cosa que enormes monstruos marinos que tendrían continuidad en futuros temores e incluso en las cartas marítimas. La primera expedición conocida la protagonizó el rey Hannón, entre cinco y seis siglos antes de nuestra era, quien zarpando de Cartago con sesenta naves cruzaría el estrecho para seguir, en navegación de cabotaje, la costa africana, fundando las colonias de Timiaterio, Cariconticos, Gite, Acra, Melita y Arambis. Según algunos historiadores probablemente no pasó de la desembocadura del rio Draa, más o menos a la altura de Canarias. El Periplo fue transcrito en lengua púnica sobre una tablilla.
Citado por Rufo Festo Avieno en su Ora Marítima, Himilcón, otro navegante cartaginés, se aventuró hacia el occidente europeo, llegando probablemente hasta las costas británicas tras recorrer las de la península ibérica y Francia: las bestias nadan violentamente por medio de todo el ponto y un pánico intenso mora en estas aguas a causa de los monstruos. El cartaginés Himilcón refirió en tiempos pasados que él lo había contemplado y comprobado personalmente en la superficie del océano.
Los griegos asociaron al océano el mito de la Atlántida y los atlantes, el pueblo que habría dominado el orbe conocido hasta su colapso a causa de algún colosal cataclismo y contra quienes se habrían enfrentado en la guerra. Los textos de Platón, en los Diálogos entre Timeo y Critias recogen que fue uno de los siete sabios, Solón, a quien un sacerdote egipcio de Sais mostró unas estelas que hablaban de la civilización desaparecida. Platón la situó más allá de las columnas de Hércules: Entonces aquel mar se podía atravesar, pues tenía una isla delante de la desembocadura que vosotros llamáis según decís, columnas de Heracles. La isla era mayor que Libia y Asia juntas, y desde ella era posible para los que viajaban en ese tiempo acceder a las otras islas. Desde ellas se podía pasar a todo el continente que está justo enfrente y rodeaba aquel verdadero océano.
El nombre lo cedería, con posterioridad, el titán Atlas, dueño de las columnas de Heracles o Hércules, que marcaron el límite del orbe conocido. Más allá no habría otra cosa que enormes monstruos marinos que tendrían continuidad en futuros temores e incluso en las cartas marítimas. La primera expedición conocida la protagonizó el rey Hannón, entre cinco y seis siglos antes de nuestra era, quien zarpando de Cartago con sesenta naves cruzaría el estrecho para seguir, en navegación de cabotaje, la costa africana, fundando las colonias de Timiaterio, Cariconticos, Gite, Acra, Melita y Arambis. Según algunos historiadores probablemente no pasó de la desembocadura del rio Draa, más o menos a la altura de Canarias. El Periplo fue transcrito en lengua púnica sobre una tablilla.
Citado por Rufo Festo Avieno en su Ora Marítima, Himilcón, otro navegante cartaginés, se aventuró hacia el occidente europeo, llegando probablemente hasta las costas británicas tras recorrer las de la península ibérica y Francia: las bestias nadan violentamente por medio de todo el ponto y un pánico intenso mora en estas aguas a causa de los monstruos. El cartaginés Himilcón refirió en tiempos pasados que él lo había contemplado y comprobado personalmente en la superficie del océano.
Los griegos asociaron al océano el mito de la Atlántida y los atlantes, el pueblo que habría dominado el orbe conocido hasta su colapso a causa de algún colosal cataclismo y contra quienes se habrían enfrentado en la guerra. Los textos de Platón, en los Diálogos entre Timeo y Critias recogen que fue uno de los siete sabios, Solón, a quien un sacerdote egipcio de Sais mostró unas estelas que hablaban de la civilización desaparecida. Platón la situó más allá de las columnas de Hércules: Entonces aquel mar se podía atravesar, pues tenía una isla delante de la desembocadura que vosotros llamáis según decís, columnas de Heracles. La isla era mayor que Libia y Asia juntas, y desde ella era posible para los que viajaban en ese tiempo acceder a las otras islas. Desde ellas se podía pasar a todo el continente que está justo enfrente y rodeaba aquel verdadero océano.