«instinto de trabajo eficaz». El bloque histórico que protagonizará el cambio final
será el bloque industrial, obreros y patrono, los industriosos de Saint-Simon: la
conciencia religiosa se hace trabajo para que industria y religión caminen juntas, si
las tesis de Weber son fundadas (Weber, M., 1969). El «espíritu positivo» de Comte
completará el panorama simbólico, introduciendo en la comunidad científica una
suerte de coacción metodológica que hará de la fundamentación empírica y reglada
el norte de toda investigación aceptable. Porque el mérito central de Comte no son
sus pintorescas teorías sociales, ni su interesante modelo evolutivo de los tres
estadios, ni siquiera el importante acontecimiento fundante de la sociología, sino la
popularización de su modelo difuso de positivismo, que se hace palabra común y
llega a la comunidad científica como parte de una mentalidad de época: se hace
sentido común, y como tal es asumido por esa comunidad. La filosofía, primera
víctima de ese lento camino empírico que se hace común, con el bautismo
«positivo» de Comte,
se rehará como trabajo aceptable elaborando sistemas metodológicos abstractos
que fortalecerán el camino irreversible emprendido por la ciencia. Pero en el mismo
bloque del cambio de que hablábamos se contiene la contradicción, que dará lugar,
según Marx, al orden más racional y justo: la sociedad sin clases. La aspiración
marxiana es ambiciosa y profunda, pero confrontada con la «racionalidad» de lo que
es, o fue, el Estado soviético, nos lleva a la curiosa paradoja de que, incapaces los
pioneros bolcheviques de consolidar un sistema de plena democracia revolucionaria
según el modelo asambleario de la etapa insurgente, el Estado soviético se ha
convertido, durante su etapa ortodoxa (?), en caricatura final de la revolución
burguesa: producción, disciplina y secularidad. En el día de hoy (24-7-1991) la
prensa titula Gorbachov renuncia al marxismo. El Bad Godesberg del PCUS (El
País, pág. 1), y parece como si la reflexión anterior fuese ya de otro tiempo, con el
vértigo que la temporalidad está imponiendo a la dinámica del mundo en los últimos
meses. Cuando reviso este texto, un mes más tarde, el PCUS está siendo
investigado por su posible vinculación a un golpe de Estado y la URSS emprende
un camino difícil e imprevisible. Hay una última resonancia religiosa en el tema del
orden, y no podía ser de otra manera: el orden medieval no fue otra cosa que la
intervención ideológica del cristianismo en la vida social y aun, y sobre todo, en las
conciencias. Que la ciencia social nazca como nostalgia del orden no expresa otra
cosa que su condición histórica. La dificultad de aceptar una cierta entropía en la
vida social, un cierto grado de incertidumbre y una imprevisibilidad relativa, cuando
no absoluta, marca de forma intensa la teoría sociológica, sobre todo aquella teoría
más cercana a la práctica política. El sueño del orden está fundado sobre una utopía
armonicista, y funda a su vez buena parte de la teoría política contemporánea,
cuando no la misma práctica política. El Estado (metáfora a veces del Dios medieval
que hizo del fiat su palabra de omnipotencia) encarna ahora toda una teología laica
Respuesta:
y que hago amigo para que te ayude ya la leí:)