October 2023 1 4 Report
Holaaa alguien q me resuma esto pliis
ESTABA SENTADO en el escaño de madera bajo las hojas amarillas del parque solitario, contemplando los cisnes polvorientos con las dos manos apoyadas en el pomo de plata del bastón, y pensando en la muerte. Cuando vino a Ginebra por primera vez el lago era sereno y diáfano, y había gaviotas mansas que se acercaban a comer en las manos, y mujeres de alquiler que parecían fantasmas de las seis de la tarde, con volantes de organdí y sombrillas de seda. Ahora la única mujer posible, hasta donde alcanzaba la vista, era una vendedora de flores en el muelle desierto. Le costaba creer que el tiempo hubiera podido hacer semejantes estragos no sólo en su vida sino también en el mundo. Era un desconocido más en la ciudad de los desconocidos ilustres. Llevaba el vestido azul oscuro con rayas blancas, el chaleco de brocado y el sombrero duro de los magistrados en retiro. Tenía un bigote altivo de mosquetero, el cabello azulado y abundante con ondulaciones románticas, las manos de arpista con la sortija de viudo en el anular izquierdo, y los ojos alegres. Lo único que delataba el estado de su salud era el cansancio de la piel. Y aun así, a los setenta y tres años, seguía siendo de una elegancia principal. Aquella mañana, sin embargo, se sentía a salvo de toda vanidad. Los años de la gloria y el poder habían quedado atrás sin remedio, y ahora sólo permanecían los de la muerte. Había vuelto a Ginebra después de dos guerras mundiales, en busca de una respuesta terminante para un dolor que los médicos de la Martinica no lograron identificar. Había previsto no más de quince días, pero iban ya seis semanas de exámenes agotadores y resultados inciertos, y todavía no se vislumbraba el final. Buscaban el dolor en el hígado, en el riñón, en el páncreas, en la próstata, donde menos estaba. Hasta aquel jueves indeseable, en que el médico menos notorio de los muchos que lo habían visto lo citó a las nueve de la mañana en el pabellón de neurología. La oficina parecía una celda de monjes, y el médico era pequeño y lúgubre, y tenía la mano derecha escayolada por una fractura del pulgar. Cuando apagó la luz, apareció en la pantalla la radiografía iluminada de una espina dorsal que él no reconoció como suya hasta que el médico señaló con un puntero, debajo de la cintura, la unión de dos vértebras.
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Holii me ayudas Teniendo en cuenta la información del tema No 3, identifica y explica las características del relato de terror, en el siguiente texto La chica del cuarto frio Era el primer día de trabajo de Alejandra como ayudante de chef en aquel famoso hotel, la enviaron al cuarto frio por suministros, el lugar era algo confuso para alguien que estaba ahí por primera vez, un enorme sótano lleno de largos pasillos con paredes blancas. Alejandra se perdió varias veces y todas ellas sentía que alguien iba tras ella, pero al voltear ¡Nada! Cuando por fin llegó, apenas había puesto un pie dentro del congelador, y la puerta se cerró bruscamente detrás de ella, haciéndola caer de rodillas por el golpe. Se incorporó rápido y vio a través de la empañada ventanilla, que alguien había cerrado la puerta por fuera y se alejaba de prisa. Pensando que se trataba de su novatada, se mantuvo caliente esperando que los bromistas regresaran a sacarla, pero el reloj avanzaba, el frio le calaba y nadie venia, quiso llamar desde su celular, pero por el material de las paredes ahí no había señal. Cuando se sentía algo desconcertada, alguien abrió la puerta del congelador, y la encontró temblando, -¿Pero muchacha que haces aquí sola?- le dijo la mujer que recién llegaba –Me cerraron la puerta por fuera y esperaba que me abrieran- respondió Alejandra, la señora la miraba algo sorprendida mientras la tomaba de la mano para sacarla de ahí – ¿que nadie te dijo que está prohibido venir sola acá?, desde que aquella chica quedó encerrada y murió de frio es una regla estricta que vengamos en pareja- la señora se disponía a cerrar la puerta, pero esta se atoró o al menos eso pensaron hasta que vieron por la ventanilla que alguien se movía dentro. La mujer que ya había vivido esa situación muchas veces, apresuró el paso de la chica nueva, iban casi corriendo, y detrás de ellas se marcaban en el suelo, huellas mojadas siguiendo sus pasos. La regla era sencilla, y no estaba hecha para evitar quedar encerrados por accidente, si no para protegerse unos a otros de la chica muerta en el cuarto frió, que quería que otros corrieran con su misma suerte.
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