Hijo de un lillu (demonio) y de Aruru se le consideró dos tercios dios y un tercio humano. Su epopeya nos presenta a Gilgamesh como un rey tirano que tiene subyugado a su pueblo.
Anu (dios supremo) y Aruru cogieron arcilla y modelaron a Endiku, un salvaje que igualaba a Gilgamesh y que se dedicaba a proteger a las fieras de cepos y cazadores. Cuando Gilgamesh se entera de su existencia le envía una mujer para que conozca los placeres amatorios con el fin de atraerlo hacia Uruk. Tras seis días y siete noches, Endiku emprende el camino a dicha ciudad, y durante el camino se va enterando de lo que piensa el pueblo acerca del soberano (explotación, abuso de poder, derecho de pernada…). Cuando llega a la ciudad, el enfrentamiento es ya inevitable. Tras una larga lucha el combate termina en amistad y admiración mutua.
Los nuevos amigos proyectan enfrentarse a Humbaba -gigante que vive en el bosque de los cedros, cuyo grito es el arma de la inundación, su palabra fuego y su aliento es la muerte-, con ayuda de una ofrenda de humo al dios Shamash y la negativa del Consejo de ancianos. Cuando llegan al bosque aprovechan que el monstruo sólo tiene puesta una capa divina, habitualmente llevaba siete, y se lanzan contra él, decapitándolo y sumergiendo su cabeza en el río Eufrates para llevarlo a Nippur. Endiku es quien le asesta el golpe mortal. El bosque todavía llora la muerte de su guardián.
Para celebrar la victoria, Gilgamesh se viste con sus mejores atavíos conquistando a la diosa Ishtar enamorada de su belleza. Esta intenta seducirlo, ofreciéndole toda serie de parabienes pero Gilgamesh la desdeña. Ella, abatida, monta en cólera y crea «el Toro Celeste» para que dé muerte al héroe. Cada vez que el toro bufa se abren simas que se tragan a cientos de personas. Nuevamente interviene Endiku, coge el toro por los cuernos, lo domina y da muerte arrancándole las entrañas. Gilgamesh ordena fabricar vasos oferentes a Lugalbanda, su dios tutelar, con los cuernos del toro y los dos amigos se bañan en el río Eufrates para celebrarlo.
A través de los sueños Endiku sabe que han despreciado a los poderes celestiales matando a Humbaba, al Toro Celeste y por la ofensa a la diosa Ishtar. Esto provoca la muerte y enfermedad de Endiku, bajando a los infiernos, morada de Irkalla, conducido por un extraño ser con garras de águila y zarpas de león.
Gilgamesh
Sumerios
Hijo de un lillu (demonio) y de Aruru se le consideró dos tercios dios y un tercio humano. Su epopeya nos presenta a Gilgamesh como un rey tirano que tiene subyugado a su pueblo.
Anu (dios supremo) y Aruru cogieron arcilla y modelaron a Endiku, un salvaje que igualaba a Gilgamesh y que se dedicaba a proteger a las fieras de cepos y cazadores. Cuando Gilgamesh se entera de su existencia le envía una mujer para que conozca los placeres amatorios con el fin de atraerlo hacia Uruk. Tras seis días y siete noches, Endiku emprende el camino a dicha ciudad, y durante el camino se va enterando de lo que piensa el pueblo acerca del soberano (explotación, abuso de poder, derecho de pernada…). Cuando llega a la ciudad, el enfrentamiento es ya inevitable. Tras una larga lucha el combate termina en amistad y admiración mutua.
Los nuevos amigos proyectan enfrentarse a Humbaba -gigante que vive en el bosque de los cedros, cuyo grito es el arma de la inundación, su palabra fuego y su aliento es la muerte-, con ayuda de una ofrenda de humo al dios Shamash y la negativa del Consejo de ancianos. Cuando llegan al bosque aprovechan que el monstruo sólo tiene puesta una capa divina, habitualmente llevaba siete, y se lanzan contra él, decapitándolo y sumergiendo su cabeza en el río Eufrates para llevarlo a Nippur. Endiku es quien le asesta el golpe mortal. El bosque todavía llora la muerte de su guardián.
Para celebrar la victoria, Gilgamesh se viste con sus mejores atavíos conquistando a la diosa Ishtar enamorada de su belleza. Esta intenta seducirlo, ofreciéndole toda serie de parabienes pero Gilgamesh la desdeña. Ella, abatida, monta en cólera y crea «el Toro Celeste» para que dé muerte al héroe. Cada vez que el toro bufa se abren simas que se tragan a cientos de personas. Nuevamente interviene Endiku, coge el toro por los cuernos, lo domina y da muerte arrancándole las entrañas. Gilgamesh ordena fabricar vasos oferentes a Lugalbanda, su dios tutelar, con los cuernos del toro y los dos amigos se bañan en el río Eufrates para celebrarlo.
A través de los sueños Endiku sabe que han despreciado a los poderes celestiales matando a Humbaba, al Toro Celeste y por la ofensa a la diosa Ishtar. Esto provoca la muerte y enfermedad de Endiku, bajando a los infiernos, morada de Irkalla, conducido por un extraño ser con garras de águila y zarpas de león.