Anochecerá más tarde y se pueden disfrutar de más horas de sol al terminar la jornada, que es cuando tenemos más tiempo libre. Según algunos estudios, estas horas de luz por la tarde ayudan al ocio y al turismo, además de favorecer el ejercicio, la socialización y la salud en general.
- Cambiar la hora sirve para adaptar nuestra actividad a las horas a las que amanece y anochece, que varían a lo largo del año, como explica José María Martín Olalla, profesor de Física en la Universidad de Sevilla.
- El cambio de hora no supone un perjuicio para la salud: “No tiene trascendencia médica importante”, como nos explicaba Emilio Sánchez Barceló, catedrático de Fisiología de la Universidad de Cantabria y autor del libro Hicimos la luz... y perdimos la noche: efectos biológicos de la luz. Como mucho, las personas mayores lo pueden tener algo más difícil para adaptarse.
- La luz artificial y los dispositivos electrónicos afectan más al sueño que un cambio de una hora dos veces al año.
- Si no hiciéramos el cambio, nos pondríamos en hora con países de nuestro huso horario como Reino Unido y Portugal, pero esto no tendría ningún efecto en la racionalización de los horarios. También según Olalla, ya seguimos la hora solar con independencia de lo que digan los relojes. Es decir, “comer a las 14:30, hora de Berlín en Madrid, no es comer tarde: es comer a la vez que los londinenses, que comen a las 13:30”. Es decir, la conciliación y la racionalización de los horarios se puede llevar a cabo sin cambiar el huso.
Explicación paso a paso:
en contra
Anochecerá más tarde y esto puede dificultar la conciliación del sueño, ya que necesitamos unas dos horas de oscuridad antes de acostarnos para dormir bien, como nos recordaba Juan Antonio Madrid, catedrático en Fisiología y director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia. Y ya dormimos menos que la media europea: entre 30 y 40 minutos.
- También amanecerá más tarde e iremos a trabajar a oscuras, cuando lo recomendable (y saludable) es despertar al alba y poder comenzar la jornada con luz.
- Con la llegada de la primavera, anochece cada vez más tarde, por lo que ya disfrutamos de más horas de luz al salir de trabajar sin necesidad de tocar los relojes: si no hiciéramos el cambio horario, en julio anochecería en torno a las ocho y media. En lugar de alargar artificialmente la tarde, tendríamos que acortar la jornada laboral.
- De hecho, actualmente, en invierno ya disfrutamos del horario de verano que nos correspondería por nuestra situación geográfica (GMT +1).
- El cambio de hora provoca pequeños desajustes hasta que nos acostumbramos. Además, "es habitual que se dé mayor cansancio en el cambio de hora de primavera, en el que se adelanta el reloj una hora. El cambio de luz es algo brusco, cuando ya estamos acostumbrados a despertar siendo de día, vuelve a ser de noche", nos contaba Juan Antonio Madrid. Esto puede influir negativamente en la calidad del sueño, sobre todo en el caso de personas sensibles, como niños, ancianos y personas con problemas de sueño, además de los adolescentes y jóvenes de hasta 30 años, una franja de edad con hábitos más vespertinos.
Respuesta:
neta esta bien fasil tu lo puedes contestar sola
Explicación paso a paso:
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Respuesta:
a favor
Anochecerá más tarde y se pueden disfrutar de más horas de sol al terminar la jornada, que es cuando tenemos más tiempo libre. Según algunos estudios, estas horas de luz por la tarde ayudan al ocio y al turismo, además de favorecer el ejercicio, la socialización y la salud en general.
- Cambiar la hora sirve para adaptar nuestra actividad a las horas a las que amanece y anochece, que varían a lo largo del año, como explica José María Martín Olalla, profesor de Física en la Universidad de Sevilla.
- El cambio de hora no supone un perjuicio para la salud: “No tiene trascendencia médica importante”, como nos explicaba Emilio Sánchez Barceló, catedrático de Fisiología de la Universidad de Cantabria y autor del libro Hicimos la luz... y perdimos la noche: efectos biológicos de la luz. Como mucho, las personas mayores lo pueden tener algo más difícil para adaptarse.
- La luz artificial y los dispositivos electrónicos afectan más al sueño que un cambio de una hora dos veces al año.
- Si no hiciéramos el cambio, nos pondríamos en hora con países de nuestro huso horario como Reino Unido y Portugal, pero esto no tendría ningún efecto en la racionalización de los horarios. También según Olalla, ya seguimos la hora solar con independencia de lo que digan los relojes. Es decir, “comer a las 14:30, hora de Berlín en Madrid, no es comer tarde: es comer a la vez que los londinenses, que comen a las 13:30”. Es decir, la conciliación y la racionalización de los horarios se puede llevar a cabo sin cambiar el huso.
Explicación paso a paso:
en contra
Anochecerá más tarde y esto puede dificultar la conciliación del sueño, ya que necesitamos unas dos horas de oscuridad antes de acostarnos para dormir bien, como nos recordaba Juan Antonio Madrid, catedrático en Fisiología y director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia. Y ya dormimos menos que la media europea: entre 30 y 40 minutos.
- También amanecerá más tarde e iremos a trabajar a oscuras, cuando lo recomendable (y saludable) es despertar al alba y poder comenzar la jornada con luz.
- Con la llegada de la primavera, anochece cada vez más tarde, por lo que ya disfrutamos de más horas de luz al salir de trabajar sin necesidad de tocar los relojes: si no hiciéramos el cambio horario, en julio anochecería en torno a las ocho y media. En lugar de alargar artificialmente la tarde, tendríamos que acortar la jornada laboral.
- De hecho, actualmente, en invierno ya disfrutamos del horario de verano que nos correspondería por nuestra situación geográfica (GMT +1).
- El cambio de hora provoca pequeños desajustes hasta que nos acostumbramos. Además, "es habitual que se dé mayor cansancio en el cambio de hora de primavera, en el que se adelanta el reloj una hora. El cambio de luz es algo brusco, cuando ya estamos acostumbrados a despertar siendo de día, vuelve a ser de noche", nos contaba Juan Antonio Madrid. Esto puede influir negativamente en la calidad del sueño, sobre todo en el caso de personas sensibles, como niños, ancianos y personas con problemas de sueño, además de los adolescentes y jóvenes de hasta 30 años, una franja de edad con hábitos más vespertinos.