"Las letras son expresión cuando hay historia que contar", decía el poeta José Martí. Desde los orígenes hasta nuestros días, más de quinientos años de historia y de literatura muestran que Colombia cuenta en el doble sentido del término: existe y narra. Es lo que ha sido y lo que ha expresado. Reconocida como tierra de poetas, también lo es de narradores.
Esta antología de relatos narrados o escritos por autores colombianos permite hacer un viaje en el tiempo, haciendo estaciones en diversas épocas representadas por concepciones y mundos, estilos y temas. Un viaje a través de cuentos que atrapan al lector sin soltarlo: por una parte, visiones de los orígenes sagrados en los mitos de diversas etnias, por otra, de la configuración y desarrollo de los tiempos históricos. Aunque se sugiere una secuencia cronológica hay, sobre todo a partir del siglo xx, cuentos atravesados por temporalidades y modos diferentes. Es posible encontrar nexos o distancias entre autores y tradiciones. Lo oral y lo escrito se alternan o yuxtaponen y lo uno o lo otro prevalecen, haciendo eco de lo propio o lo aprendido. El creador no ordena el discurrir histórico: a través de sus palabras se sumerge en la vida cotidiana y profunda de los pueblos o de las culturas.
Cuando hablamos de los orígenes de una literatura, la referencia obligada es a aquellos relatos que fueron contados o cantados en tiempos prehistóricos. En ellos la palabra fluye oralmente y transmite de generación en generación relaciones con los comienzos, un momento sagrado y fabuloso reconocido en esa frase sugerente que dice: "en el principio era. . ." o "había una vez". Aunque algunos de estos "relatos de los comienzos" conserven lo esencial de sus temas a lo largo del tiempo no son fijos (pues han sido transmitidos oralmente), y las primeras versiones se recomponen enriqueciendo formas y contenidos, alimentando la memoria colectiva y sustentando o transformando arquetipos y cosmogonías. "Lo único que realmente consuela son los mitos", afirmó Elías Canetti, al sostener que son "elixir de vida" espiritual y que su extinción indica muerte.
Gracias a distintos compiladores y estudiosos de textos, antropólogos, etnólogos, mitólogos, lingüistas, literatos y filósofos que se han encargado de preservar y estudiar esas voces de transmisión oral, los lectores pueden conocer culturas, tradiciones, influencias e hibridaciones y comprender que en unos y otros la palabra transmisora de creencias y leyendas sostiene verdades profundas cercanas o análogas a las de otras culturas, y que la escritura se ha encargado también de fijarlos. Es de reconocer el gran valor de los estudios de Gerardo Reichel-Dolmatoff, Konrad Theodor Preuss, Michel Perrin, Jaime Hernando Parra, Julián Contreras, Fernando Urbina, Luis Fernando Vélez y Gabriela Petersen de Piñeros, entre otros, quienes han salvado del olvido importantes y hermosos textos patrimoniales de diferentes culturas y etnias, como los que presentamos.
Colombia ha sido pródiga en relatos en los que mitos y leyendas conservan su vigencia al arraigarse en la cultura popular, definiendo rasgos de identidad regional, social o cultural. Algunos de éstos representan no sólo lugares sino momentos, y diferenciándose entre sí o con los de otras culturas y etnias son semejantes en su manera de mezclar lo legendario con lo regional o lo universal. Tal es el caso de las obras de Tomás Carrasquilla y de Gabriel García Márquez, por ejemplo; la del primero, de sabor local, al estar referida a costumbres populares y al lenguaje de los antioqueños que se fusionan con la cultura hispánica, y la del segundo, con su carga mítica, mágica y maravillosa de tradición primitiva, enraizada tanto en lo caribeño como en la identidad latinoamericana, con temas y mitologías clásicas y cristianas entretejidas con la cultura española y wayúu.
América recibió cuentos y leyendas de Europa que se fusionaron con su universo sagrado. De España llegaron formas de pensamiento, imágenes y concepciones ligadas a lo religioso, a heroicas aventuras caballerescas, a la magia y maravilla de seres provenientes de otras leyendas mitológicas, a formas de expresión y pensamiento de la cultura grecolatina. De África proceden otros mitos, creencias, leyendas y rituales, divinidades selváticas y misterios inconmensurables. El pasado remoto está presente en América acusando su identidad a través de dioses que representan lo sagrado, el temor al más allá, la búsqueda de lo grandioso, de la luz, de la naturaleza, de los sonidos, de los actos o cosas mínimas que con la palabra dan paso a la vida y reconocen la trascendencia. Así lo encontramos en los diversos mitos de creación que incluimos, en los que como dice un texto amazónico: "La Palabra iba emergiendo del abismo fecundo".
"Las letras son expresión cuando hay historia que contar", decía el poeta José Martí. Desde los orígenes hasta nuestros días, más de quinientos años de historia y de literatura muestran que Colombia cuenta en el doble sentido del término: existe y narra. Es lo que ha sido y lo que ha expresado. Reconocida como tierra de poetas, también lo es de narradores.
Esta antología de relatos narrados o escritos por autores colombianos permite hacer un viaje en el tiempo, haciendo estaciones en diversas épocas representadas por concepciones y mundos, estilos y temas. Un viaje a través de cuentos que atrapan al lector sin soltarlo: por una parte, visiones de los orígenes sagrados en los mitos de diversas etnias, por otra, de la configuración y desarrollo de los tiempos históricos. Aunque se sugiere una secuencia cronológica hay, sobre todo a partir del siglo xx, cuentos atravesados por temporalidades y modos diferentes. Es posible encontrar nexos o distancias entre autores y tradiciones. Lo oral y lo escrito se alternan o yuxtaponen y lo uno o lo otro prevalecen, haciendo eco de lo propio o lo aprendido. El creador no ordena el discurrir histórico: a través de sus palabras se sumerge en la vida cotidiana y profunda de los pueblos o de las culturas.
Cuando hablamos de los orígenes de una literatura, la referencia obligada es a aquellos relatos que fueron contados o cantados en tiempos prehistóricos. En ellos la palabra fluye oralmente y transmite de generación en generación relaciones con los comienzos, un momento sagrado y fabuloso reconocido en esa frase sugerente que dice: "en el principio era. . ." o "había una vez". Aunque algunos de estos "relatos de los comienzos" conserven lo esencial de sus temas a lo largo del tiempo no son fijos (pues han sido transmitidos oralmente), y las primeras versiones se recomponen enriqueciendo formas y contenidos, alimentando la memoria colectiva y sustentando o transformando arquetipos y cosmogonías. "Lo único que realmente consuela son los mitos", afirmó Elías Canetti, al sostener que son "elixir de vida" espiritual y que su extinción indica muerte.
Gracias a distintos compiladores y estudiosos de textos, antropólogos, etnólogos, mitólogos, lingüistas, literatos y filósofos que se han encargado de preservar y estudiar esas voces de transmisión oral, los lectores pueden conocer culturas, tradiciones, influencias e hibridaciones y comprender que en unos y otros la palabra transmisora de creencias y leyendas sostiene verdades profundas cercanas o análogas a las de otras culturas, y que la escritura se ha encargado también de fijarlos. Es de reconocer el gran valor de los estudios de Gerardo Reichel-Dolmatoff, Konrad Theodor Preuss, Michel Perrin, Jaime Hernando Parra, Julián Contreras, Fernando Urbina, Luis Fernando Vélez y Gabriela Petersen de Piñeros, entre otros, quienes han salvado del olvido importantes y hermosos textos patrimoniales de diferentes culturas y etnias, como los que presentamos.
Colombia ha sido pródiga en relatos en los que mitos y leyendas conservan su vigencia al arraigarse en la cultura popular, definiendo rasgos de identidad regional, social o cultural. Algunos de éstos representan no sólo lugares sino momentos, y diferenciándose entre sí o con los de otras culturas y etnias son semejantes en su manera de mezclar lo legendario con lo regional o lo universal. Tal es el caso de las obras de Tomás Carrasquilla y de Gabriel García Márquez, por ejemplo; la del primero, de sabor local, al estar referida a costumbres populares y al lenguaje de los antioqueños que se fusionan con la cultura hispánica, y la del segundo, con su carga mítica, mágica y maravillosa de tradición primitiva, enraizada tanto en lo caribeño como en la identidad latinoamericana, con temas y mitologías clásicas y cristianas entretejidas con la cultura española y wayúu.
América recibió cuentos y leyendas de Europa que se fusionaron con su universo sagrado. De España llegaron formas de pensamiento, imágenes y concepciones ligadas a lo religioso, a heroicas aventuras caballerescas, a la magia y maravilla de seres provenientes de otras leyendas mitológicas, a formas de expresión y pensamiento de la cultura grecolatina. De África proceden otros mitos, creencias, leyendas y rituales, divinidades selváticas y misterios inconmensurables. El pasado remoto está presente en América acusando su identidad a través de dioses que representan lo sagrado, el temor al más allá, la búsqueda de lo grandioso, de la luz, de la naturaleza, de los sonidos, de los actos o cosas mínimas que con la palabra dan paso a la vida y reconocen la trascendencia. Así lo encontramos en los diversos mitos de creación que incluimos, en los que como dice un texto amazónico: "La Palabra iba emergiendo del abismo fecundo".