Cuentan los que cuentan las historias… que se cuenta, que en una época lejana, vivían en un pueblo, rodeado de montañas, una familia que crecía feliz, compartiendo con los aldeanos del lugar.Estaba formada por un matrimonio y sus dos hijas Llunia y Vialba. Correteaban todo el día compartiendo sus juegos. Una tarde, sucedió lo que secretamente se esperaba…La tranquilidad del lugar se volvió un caos, las ideas se encontraron y por las inesperadas cuestiones que tiene la vida, las niñas quedaron solas. Algo había hacer con ellas. Dos familias se hicieron cargo de sus vidas, huyendo hacia diferentes lugares, para no correr la misma suerte de sus padres, perseguidos por su ideología religiosa. Un ángel de la guarda se adueñó de cada una de ellas, para protegerlas, pero se les hacía imposible reparar la tristeza cotidiana que le producía la sensación indescriptible por la separación y el no verse nunca más.Así fueron transcurriendo los días y la tristeza se acrecienta en los atardeceres, con la caída del sol, vertiendo lágrimas incontrolables, de sus ojos.
Cuentan los que cuentan las historias… que se cuenta, que en una época lejana, vivían en un pueblo, rodeado de montañas, una familia que crecía feliz, compartiendo con los aldeanos del lugar.Estaba formada por un matrimonio y sus dos hijas Llunia y Vialba. Correteaban todo el día compartiendo sus juegos.
Una tarde, sucedió lo que secretamente se esperaba…La tranquilidad del lugar se volvió un caos, las ideas se encontraron y por las inesperadas cuestiones que tiene la vida, las niñas quedaron solas. Algo había hacer con ellas. Dos familias se hicieron cargo de sus vidas, huyendo hacia diferentes lugares, para no correr la misma suerte de sus padres, perseguidos por su ideología religiosa.
Un ángel de la guarda se adueñó de cada una de ellas, para protegerlas, pero se les hacía imposible reparar la tristeza cotidiana que le producía la sensación indescriptible por la separación y el no verse nunca más.Así fueron transcurriendo los días y la tristeza se acrecienta en los atardeceres, con la caída del sol, vertiendo lágrimas incontrolables, de sus ojos.