Respuesta:
La alimentación constituye uno de los problemas más importantes con los que
se enfrentan los adultos responsables de los niños en edad escolar.
En esta etapa, la voluntad infantil lleva a los niños a elegir cosas en general –y
alimentos en particular– según su percepción sensitiva: colores, sabores,
textura, etc. Habitualmente los alimentos elegidos con este criterio no se
corresponden con los más adecuados para el desarrollo infantil y sí con los
más deficitarios en nutrientes y perjudiciales para la salud.
Hoy en día, existe una gran pérdida de los hábitos saludables tanto en la
población adulta como en los escolares. En muchas ocasiones a los escolares
se les proporciona los alimentos que desean o no se dedica el tiempo
necesario a enseñarles a tener una buena alimentación y, en otras ocasiones
porque los padres, educadores o responsables de los escolares no tienen
buenos hábitos alimentarios.
Hay que destacar que los niños o escolares aprenden los hábitos alimentarios
familiares, es decir, si los adultos no comen verdura, evidentemente los niños
tampoco la tomarán.
Esta situación de elección de alimentos poco nutritivos no conduce a una
malnutrición más o menos severa. Habitualmente el problema clínico que
aparece es el desarrollo de estados carenciales, sobre todo en micronutrientes.
Esto se debe a que las fuentes alimentarias de estos nutrientes pertenecen al
grupo de alimentos peor tratados por la población infantil: verduras, frutas
frescas y pescados. Las deficiencias en vitamina D, ácido fólico y zinc son las
más comunes entre los escolares de las sociedades industrializadas. Otras
veces se traduce en un aporte excesivo de energía que puede desencadenar la
obesidad infantil, uno de los grandes problemas de la actualidad.
Así, en la sociedad actual, los objetivos de la alimentación infantil se han
ampliado y ya no sólo se pretende conseguir un crecimiento óptimo y evitar la
malnutrición y la aparición de enfermedades carenciales, sino también, a través
de la misma, optimizar el proceso de maduración, instaurar hábitos saludables
y prevenir la aparición de enfermedades de base nutricional, como la obesidad,
hipertensión o diabetes tipo 2. Las citadas enfermedades, que por primera vez
comienzan a evidenciarse en la edad pediátrica, afectan inevitablemente a la
calidad y expectativa de vida. Este objetivo debe cumplirse por parte de los
padres, educadores y demás responsables de los escolares
Explicación:
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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Respuesta:
La alimentación constituye uno de los problemas más importantes con los que
se enfrentan los adultos responsables de los niños en edad escolar.
En esta etapa, la voluntad infantil lleva a los niños a elegir cosas en general –y
alimentos en particular– según su percepción sensitiva: colores, sabores,
textura, etc. Habitualmente los alimentos elegidos con este criterio no se
corresponden con los más adecuados para el desarrollo infantil y sí con los
más deficitarios en nutrientes y perjudiciales para la salud.
Hoy en día, existe una gran pérdida de los hábitos saludables tanto en la
población adulta como en los escolares. En muchas ocasiones a los escolares
se les proporciona los alimentos que desean o no se dedica el tiempo
necesario a enseñarles a tener una buena alimentación y, en otras ocasiones
porque los padres, educadores o responsables de los escolares no tienen
buenos hábitos alimentarios.
Hay que destacar que los niños o escolares aprenden los hábitos alimentarios
familiares, es decir, si los adultos no comen verdura, evidentemente los niños
tampoco la tomarán.
Esta situación de elección de alimentos poco nutritivos no conduce a una
malnutrición más o menos severa. Habitualmente el problema clínico que
aparece es el desarrollo de estados carenciales, sobre todo en micronutrientes.
Esto se debe a que las fuentes alimentarias de estos nutrientes pertenecen al
grupo de alimentos peor tratados por la población infantil: verduras, frutas
frescas y pescados. Las deficiencias en vitamina D, ácido fólico y zinc son las
más comunes entre los escolares de las sociedades industrializadas. Otras
veces se traduce en un aporte excesivo de energía que puede desencadenar la
obesidad infantil, uno de los grandes problemas de la actualidad.
Así, en la sociedad actual, los objetivos de la alimentación infantil se han
ampliado y ya no sólo se pretende conseguir un crecimiento óptimo y evitar la
malnutrición y la aparición de enfermedades carenciales, sino también, a través
de la misma, optimizar el proceso de maduración, instaurar hábitos saludables
y prevenir la aparición de enfermedades de base nutricional, como la obesidad,
hipertensión o diabetes tipo 2. Las citadas enfermedades, que por primera vez
comienzan a evidenciarse en la edad pediátrica, afectan inevitablemente a la
calidad y expectativa de vida. Este objetivo debe cumplirse por parte de los
padres, educadores y demás responsables de los escolares
Explicación: