No sabíamos cuánto tiempo más tardarían en venir a abrirnos la puerta. Cada mañana pasaba una monja por las habitaciones de toda la escuela y con gritos agrios nos sacaba de nuestro sueño y del calor de las sábanas que era lo único cálido en aquel internado. Entonces, todas las alumnas nos despedíamos de la paz y la tranquilidad para internarnos en un día lleno de obligaciones y de responsabilidades: éramos los engranajes fundamentales de aquel sistema, eso creíamos.
Respuesta:
No sabíamos cuánto tiempo más tardarían en venir a abrirnos la puerta. Cada mañana pasaba una monja por las habitaciones de toda la escuela y con gritos agrios nos sacaba de nuestro sueño y del calor de las sábanas que era lo único cálido en aquel internado. Entonces, todas las alumnas nos despedíamos de la paz y la tranquilidad para internarnos en un día lleno de obligaciones y de responsabilidades: éramos los engranajes fundamentales de aquel sistema, eso creíamos.
Explicación:
Eso, el cuento se llama El encierro.