En el año de 1929 Europa enfrentó una severa crisis económica y fuertes conflictos sociales, los cuales propiciaron la elección de regímenes totalitarios que se presentaron como una nueva opción de organización social. La crisis trajo consigo tensiones y conflictos entre grupos políticos con posiciones antagónicas.
Imagina que la Primera Guerra Mundial sólo hubiera supuesto una perturbación temporal, aunque catastrófica, de una civilización y una economía estables.
En tal caso, una vez retirados los escombros de la guerra, la economía habría recuperado la normalidad para continuar progresando, ¿cómo habría sido, en tal caso, el mundo de entreguerras? Es imposible saberlo y no tiene objeto especular sobre algo que no ocurrió y que casi con toda seguridad no podía ocurrir.
No es, sin embargo, una cuestión inútil, pues ayuda a comprender las profundas consecuencias que tuvo el hundimiento económico mundial del período de entreguerras en el devenir histórico del siglo XX.
En efecto, si no se hubiera producido la crisis económica, no habría existido Hitler y, casi con toda seguridad, tampoco Roosevelt. Además, difícilmente el sistema soviético habría
sido considerado como un antagonista económico del capitalismo mundial y una alternativa al mismo.
Desde la Revolución industrial, la historia de la economía mundial se había caracterizado por un progreso técnico acelerado, por el crecimiento económico continuo, aunque desigual, y por una creciente «mundialización», que suponía una división del trabajo, cada vez más compleja, a escala planetaria y la creación de una red cada vez más densa de corrientes e intercambios que ligaban a cada una de las partes de la economía mundial con el sistema global.
El progreso técnico continuó e incluso se aceleró en la era de las catástrofes, transformando las guerras mundiales y reforzándose gracias a ellas. Aunque en las vidas de casi todos los hombres y mujeres predominaron las experiencias económicas de carácter cataclísmico, que culminaron en la Gran Depresión de 1929-1933, el crecimiento económico no se interrumpió durante esos decenios.”
Respuesta:
Explicación:
En el año de 1929 Europa enfrentó una severa crisis económica y fuertes conflictos sociales, los cuales propiciaron la elección de regímenes totalitarios que se presentaron como una nueva opción de organización social. La crisis trajo consigo tensiones y conflictos entre grupos políticos con posiciones antagónicas.
Imagina que la Primera Guerra Mundial sólo hubiera supuesto una perturbación temporal, aunque catastrófica, de una civilización y una economía estables.
En tal caso, una vez retirados los escombros de la guerra, la economía habría recuperado la normalidad para continuar progresando, ¿cómo habría sido, en tal caso, el mundo de entreguerras? Es imposible saberlo y no tiene objeto especular sobre algo que no ocurrió y que casi con toda seguridad no podía ocurrir.
No es, sin embargo, una cuestión inútil, pues ayuda a comprender las profundas consecuencias que tuvo el hundimiento económico mundial del período de entreguerras en el devenir histórico del siglo XX.
En efecto, si no se hubiera producido la crisis económica, no habría existido Hitler y, casi con toda seguridad, tampoco Roosevelt. Además, difícilmente el sistema soviético habría
sido considerado como un antagonista económico del capitalismo mundial y una alternativa al mismo.
Desde la Revolución industrial, la historia de la economía mundial se había caracterizado por un progreso técnico acelerado, por el crecimiento económico continuo, aunque desigual, y por una creciente «mundialización», que suponía una división del trabajo, cada vez más compleja, a escala planetaria y la creación de una red cada vez más densa de corrientes e intercambios que ligaban a cada una de las partes de la economía mundial con el sistema global.
El progreso técnico continuó e incluso se aceleró en la era de las catástrofes, transformando las guerras mundiales y reforzándose gracias a ellas. Aunque en las vidas de casi todos los hombres y mujeres predominaron las experiencias económicas de carácter cataclísmico, que culminaron en la Gran Depresión de 1929-1933, el crecimiento económico no se interrumpió durante esos decenios.”