El pueblo de Israel reconocía que Dios era su p., en sentido colectivo, como nación. Se lee en Isaías (“Pero tú eres nuestro p., si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro p.” (Mateo 11:27) «Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar».
Señor Jesús, al orar, se dirigía a Dios diciéndole: P., que en arameo es •Abba (“P., si quieres, pasa de mí esta copa”) (Gálatas 4:6) «Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!».
El pueblo de Israel reconocía que Dios era su p., en sentido colectivo, como nación. Se lee en Isaías (“Pero tú eres nuestro p., si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro p.” (Mateo 11:27) «Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar».
Señor Jesús, al orar, se dirigía a Dios diciéndole: P., que en arameo es •Abba (“P., si quieres, pasa de mí esta copa”) (Gálatas 4:6) «Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!».
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