Dios nos da su amor eterno porque el siempre es maravilloso con los que Le siguen a el y Jesús perdona al pecador porque él no quiere que nadie se pierda
Dios que es nuestro Padre, que ha enviado a su Hijo al mundo para salvarnos, ha derramado su Espíritu para que nos ilumine y nos guíe en el camino que conduce hasta Él (...).
La gracia que se nos ha concedido con la efusión del Espíritu Santo nos habilita para amar a Dios—amor para el que hemos sido creados y en el que hallamos la felicidad—sin reservas, con ese amor que, como hemos visto, es participación de aquél con el que Dios Padre nos ha amado hasta enviar a su Hijo para que se hiciera hombre y derramara su sangre por nosotros.
EL PERDÓN COMO REGALO
Con este obsequio viene también el poder para ejercer la misericordia y perdonar los pecados, algo que ningún cristiano debe dar por sentado. Nuestro Dios misericordioso no solamente nos perdona sino que comparte con nosotros el poder divino de perdonar los pecados de los demás. Si se detienen a reflexionar sobre esto, se darán cuenta de que el don del Espíritu Santo es algo verdaderamente maravilloso. Errar es humano, al igual que la tendencia a procurar la venganza y el castigo por las faltas cometidas contra nosotros. Pero demostrar misericordia, sin importar el grado de ofensa que hayamos recibido, es una cualidad divina.
Sin el perdón, quedamos atascados en nuestros pecados, un lastre que nos impide experimentar la paz y la alegría que representan nuestra verdadera herencia como hijos e hijas de Dios. Pero cuando recibimos el soplo del Espíritu Santo en nuestras mentes y corazones, en verdad tenemos la libertad para vivir como lo hizo Jesús: con amor y compasión hacia todos.
Respuesta:
Dios nos da su amor eterno porque el siempre es maravilloso con los que Le siguen a el y Jesús perdona al pecador porque él no quiere que nadie se pierda
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EL AMOR COMO REGALO
Dios que es nuestro Padre, que ha enviado a su Hijo al mundo para salvarnos, ha derramado su Espíritu para que nos ilumine y nos guíe en el camino que conduce hasta Él (...).
La gracia que se nos ha concedido con la efusión del Espíritu Santo nos habilita para amar a Dios—amor para el que hemos sido creados y en el que hallamos la felicidad—sin reservas, con ese amor que, como hemos visto, es participación de aquél con el que Dios Padre nos ha amado hasta enviar a su Hijo para que se hiciera hombre y derramara su sangre por nosotros.
EL PERDÓN COMO REGALO
Con este obsequio viene también el poder para ejercer la misericordia y perdonar los pecados, algo que ningún cristiano debe dar por sentado. Nuestro Dios misericordioso no solamente nos perdona sino que comparte con nosotros el poder divino de perdonar los pecados de los demás. Si se detienen a reflexionar sobre esto, se darán cuenta de que el don del Espíritu Santo es algo verdaderamente maravilloso. Errar es humano, al igual que la tendencia a procurar la venganza y el castigo por las faltas cometidas contra nosotros. Pero demostrar misericordia, sin importar el grado de ofensa que hayamos recibido, es una cualidad divina.
Sin el perdón, quedamos atascados en nuestros pecados, un lastre que nos impide experimentar la paz y la alegría que representan nuestra verdadera herencia como hijos e hijas de Dios. Pero cuando recibimos el soplo del Espíritu Santo en nuestras mentes y corazones, en verdad tenemos la libertad para vivir como lo hizo Jesús: con amor y compasión hacia todos.
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