“Primer Mundo / Tercer Mundo”. Con estas segregaciones raciales, geográficas
y económicas, las potencias han consolidado el poder sobre los pueblos, los
territorios y los recursos naturales de los países de las periferias (2010: 23).Confiamos en que este documento, que funda una línea editorial del Instituto
de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo, pueda servir a las personas,
colectividades y particularmente a los funcionarios públicos de todo orden a
fortalecer su comprensión de la naturaleza como sujeto y consecuentemente a
comprometerse con la protección de sus derechos.
Saludamos que la Facultad de Derecho de la Universidad El Bosque de
Colombia se haya sumado a la producción de este primer volumen,
constituyendo un ejemplo esperanzador de la superación de la restringida visión
positivista del derecho y de la vida que ha caracterizado la academia jurídica
El mundo natural es una maravilla increíble que nos inspira a todos. Es la base de nuestra economía, de nuestra sociedad y de nuestra propia existencia. Nuestros bosques, ríos, océanos y suelos nos proporcionan los alimentos que comemos, el aire que respiramos y el agua con la que regamos nuestros cultivos. También dependemos de ellos para otros muchos bienes y servicios de los que dependemos para nuestra salud, felicidad y prosperidad.
Estos bienes naturales se denominan a menudo el «capital natural» del mundo. Estos beneficios son también enormemente importantes para la economía, desde la agricultura y la silvicultura hasta el ocio y el turismo. Si los sumamos todos, el valor total de estos beneficios es fenomenal: al menos 125 billones de dólares al año.
Respuesta:
La declaración de Estocolmo de 1972 marcó una línea de pensamiento a la
que todo derecho del medio ambiente responde y se cristaliza en por lo menos
dos ideas fundamentales. La primera, que la humanidad es la especie más
importante del planeta: “de todas las cosas del mundo, los seres humanos son
lo más valioso. Ellos son quienes promueven el progreso social, crean riqueza
social, desarrollan la ciencia y la tecnología y, con su duro trabajo, transforman
continuamente el medio humano” (Proclama 5), lo que permite entender por
qué el derecho ambiental tiene muy poco que ver con la protección de la
naturaleza.
La segunda, que sólo alcanzaremos nuestro bienestar a través del desarrollo,
aunque la degradación ambiental sea intrínseca a él, pues mientras “en los
países en desarrollo, la mayoría de los problemas ambientales están motivados
por el subdesarrollo (...) en los países industrializados, los problemas
ambientales están generalmente relacionados con la industrialización y el
desarrollo tecnológico” (Proclama 4).
Pero el concepto de desarrollo ubica a la naturaleza dentro del ejercicio del
derecho inalienable de los pueblos “a la plena soberanía sobre todas sus
riquezas y recursos naturales” (D. Desarrollo, 1986: art. 1) fraccionando la
dimensión sistémica o ecológica de la naturaleza conforme los retazos del mapa
político planetario y consecuentemente otorgando a los Estados un derecho de
propiedad sobre ella, con sus facultades inherentes de disfrute, uso, pero
también de abuso.
Este concepto tiene implícitas jerarquías que conllevan pautas de segregación,
exclusión y silenciamiento de formas de concebir la relación entre la humanidad
y la naturaleza diferentes a la impuesta en los centros de toma de decisión del
poder capital global, como lo señala Herreño “La imagen del “otro”, es decir, de
los pueblos “diferentes” de las periferias capitalistas, se ha construido
ideológicamente sobre la base de las dicotomías “civilizados / bárbaros”,
“modernos / tradicionales”, “desarrollados / subdesarrollados”, “Norte / Sur”,
“Primer Mundo / Tercer Mundo”. Con estas segregaciones raciales, geográficas
y económicas, las potencias han consolidado el poder sobre los pueblos, los
territorios y los recursos naturales de los países de las periferias (2010: 23).Confiamos en que este documento, que funda una línea editorial del Instituto
de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo, pueda servir a las personas,
colectividades y particularmente a los funcionarios públicos de todo orden a
fortalecer su comprensión de la naturaleza como sujeto y consecuentemente a
comprometerse con la protección de sus derechos.
Saludamos que la Facultad de Derecho de la Universidad El Bosque de
Colombia se haya sumado a la producción de este primer volumen,
constituyendo un ejemplo esperanzador de la superación de la restringida visión
positivista del derecho y de la vida que ha caracterizado la academia jurídica
latinoamericana.
Respuesta:
El mundo natural es una maravilla increíble que nos inspira a todos. Es la base de nuestra economía, de nuestra sociedad y de nuestra propia existencia. Nuestros bosques, ríos, océanos y suelos nos proporcionan los alimentos que comemos, el aire que respiramos y el agua con la que regamos nuestros cultivos. También dependemos de ellos para otros muchos bienes y servicios de los que dependemos para nuestra salud, felicidad y prosperidad.
Estos bienes naturales se denominan a menudo el «capital natural» del mundo. Estos beneficios son también enormemente importantes para la economía, desde la agricultura y la silvicultura hasta el ocio y el turismo. Si los sumamos todos, el valor total de estos beneficios es fenomenal: al menos 125 billones de dólares al año.