Las masas boscosas europeas pierden salud y biodiversidad.
José Ignacio López-Colón y José Luis García Cano, Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 70.
Una parte muy importante de las masas forestales del Globo se encuentra situada fuera de las zonas tropicales y subtropicales. A todos los efectos –y en especial como garantes de biodiversidad y en su papel de reguladores y moduladores del clima y del porcentaje de CO2 de la atmósfera de la Tierra– su papel en el complejo Gea es, proporcionalmente considerado, tan determinante como el del inmenso dosel forestal del cinturón ecuatorial y tropical.
Los bosques de las zonas templadas se pueden clasificar en bosques caducifolios de hoja ancha, que a su vez comprenden el bosque mediterráneo, el bosque caducifolio y el bosque de ribera, y los bosques perennifolios de coníferas. Se distribuyen en muchos territorios de Europa, Asia y Norteamérica mientras que en el Hemisferio Sur solo aparecen en franjas estrechas del sur de América, Nueva Zelanda y Australia.
El bosque mediterráneo es característico de las áreas que bordean en mar Mediterráneo; su vegetación está adaptada para soportar una gran variabilidad climática, entre la que destaca la escasez de agua en verano. Las especies que lo caracterizan han adquirido una serie de adaptaciones –denominadas en conjunto esclerofilia– para evitar la pérdida de agua por transpiración. El estrato arbóreo está formado principalmente por encinas, alcornoques, quejigos y acebuches y el matorral forma un espeso sotobosque constituido, entre otras, por jaras, lentiscos, madroños y brezos.
El bosque caducifolio es propio de áreas montañosas, con clima más lluvioso y frío que el anterior; sus árboles pierden la hoja en otoño y la regeneran en primavera. Las especies más importantes son hayas, arces, robles, melojos y castaños.
El bosque de ribera, también denominado bosque galería, se distribuye en torno a los ríos, arroyos y zonas húmedas; tiene mucha importancia como protección frente a la erosión, la regulación de las escorrentías y resulta fundamental para prevenir las inundaciones. Las especies más representativas son álamos y chopos, sauces, fresnos, alisos y olmos.
Los bosques de coníferas son, en su mayor parte, bosques procedentes de repoblaciones, cuyas especies más características son los pinos (piñonero, rodeno, albar, carrasco y negral o laricio).
Una situación desigual
A primera vista, se podría pensar que al estar ocupando la franja que corresponde a los países más avanzados y exigentes en materia medioambiental, estos bosques están a salvo de los problemas especulativos que tienen las masas forestales de regiones tropicales y subtropicales, pero nada más lejos de la realidad, porque aunque en cierta medida eso es así, el poder del sector industrial y turístico es brutal y las consecuencias de la globalización económica no presagian buenos augurios en este sentido. No obstante, la conciencia de la opinión pública se ha disparado de una manera exponencial en los últimos tiempos gracias a su vez a una mayor disponibilidad de información independiente y veraz al respecto, aunque no en todas partes ha evolucionado de manera similar, como veremos a continuación.
Habrá por tanto que analizar los datos por separado. Según la FAO/CEPE (Evaluación de Recursos Forestales 1990), durante la década de los ochenta la superficie forestal de los países industriales evolucionó de manera distinta según las zonas consideradas
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Las masas boscosas europeas pierden salud y biodiversidad.
José Ignacio López-Colón y José Luis García Cano, Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 70.
Una parte muy importante de las masas forestales del Globo se encuentra situada fuera de las zonas tropicales y subtropicales. A todos los efectos –y en especial como garantes de biodiversidad y en su papel de reguladores y moduladores del clima y del porcentaje de CO2 de la atmósfera de la Tierra– su papel en el complejo Gea es, proporcionalmente considerado, tan determinante como el del inmenso dosel forestal del cinturón ecuatorial y tropical.
Los bosques de las zonas templadas se pueden clasificar en bosques caducifolios de hoja ancha, que a su vez comprenden el bosque mediterráneo, el bosque caducifolio y el bosque de ribera, y los bosques perennifolios de coníferas. Se distribuyen en muchos territorios de Europa, Asia y Norteamérica mientras que en el Hemisferio Sur solo aparecen en franjas estrechas del sur de América, Nueva Zelanda y Australia.
El bosque mediterráneo es característico de las áreas que bordean en mar Mediterráneo; su vegetación está adaptada para soportar una gran variabilidad climática, entre la que destaca la escasez de agua en verano. Las especies que lo caracterizan han adquirido una serie de adaptaciones –denominadas en conjunto esclerofilia– para evitar la pérdida de agua por transpiración. El estrato arbóreo está formado principalmente por encinas, alcornoques, quejigos y acebuches y el matorral forma un espeso sotobosque constituido, entre otras, por jaras, lentiscos, madroños y brezos.
El bosque caducifolio es propio de áreas montañosas, con clima más lluvioso y frío que el anterior; sus árboles pierden la hoja en otoño y la regeneran en primavera. Las especies más importantes son hayas, arces, robles, melojos y castaños.
El bosque de ribera, también denominado bosque galería, se distribuye en torno a los ríos, arroyos y zonas húmedas; tiene mucha importancia como protección frente a la erosión, la regulación de las escorrentías y resulta fundamental para prevenir las inundaciones. Las especies más representativas son álamos y chopos, sauces, fresnos, alisos y olmos.
Los bosques de coníferas son, en su mayor parte, bosques procedentes de repoblaciones, cuyas especies más características son los pinos (piñonero, rodeno, albar, carrasco y negral o laricio).
Una situación desigual
A primera vista, se podría pensar que al estar ocupando la franja que corresponde a los países más avanzados y exigentes en materia medioambiental, estos bosques están a salvo de los problemas especulativos que tienen las masas forestales de regiones tropicales y subtropicales, pero nada más lejos de la realidad, porque aunque en cierta medida eso es así, el poder del sector industrial y turístico es brutal y las consecuencias de la globalización económica no presagian buenos augurios en este sentido. No obstante, la conciencia de la opinión pública se ha disparado de una manera exponencial en los últimos tiempos gracias a su vez a una mayor disponibilidad de información independiente y veraz al respecto, aunque no en todas partes ha evolucionado de manera similar, como veremos a continuación.
Habrá por tanto que analizar los datos por separado. Según la FAO/CEPE (Evaluación de Recursos Forestales 1990), durante la década de los ochenta la superficie forestal de los países industriales evolucionó de manera distinta según las zonas consideradas