En gran medida, la mala prensa que ha tenido la Retórica se debe a los prejuicios y a la incorrecta interpretación de la aportación de los sofistas quienes, a mediados del s. V a. C., sirven de cauce y de adaptadores de las ideas y de los preceptos retóricos, tanto de Córax y Tisias, como de las doctrinas pitagóricas y de los procedimientos psicagógicos.
Debemos advertir que, entre los atenienses del siglo V antes de Cristo, la denominación «sofista» no estaba cargada de connotaciones peyorativas ni de exageraciones caricaturescas: en sentido estricto, «sofista» significa «portador de la verdad». Era un término bastante neutro aplicado a los profesores que enseñaban el «nuevo saber»: la literatura, la ciencia, la filosofía y, especialmente, la oratoria. Se preocuparon más de los caracteres formales de la poesía, que por sus contenidos extraliterarios. Los sofistas, afirma Alfonso Reyes (1961: 55), fueron los primeros humanistas, y surgen de la necesidad de superar la limitada educación del gimnasio, y de extenderla a todas las artes liberales.
El sofista, creador de la ciencia del espíritu, defiende que la palabra, no es sólo la expresión de las ideas, sino también el instrumento inevitable del pensamiento. Su interés por la demostración mediante la palabra le lleva al estudio de las figuras del discurso ‑la Retórica‑ y a la investigación científica del lenguaje ‑la Gramática‑.
Respuesta:
En gran medida, la mala prensa que ha tenido la Retórica se debe a los prejuicios y a la incorrecta interpretación de la aportación de los sofistas quienes, a mediados del s. V a. C., sirven de cauce y de adaptadores de las ideas y de los preceptos retóricos, tanto de Córax y Tisias, como de las doctrinas pitagóricas y de los procedimientos psicagógicos.
Debemos advertir que, entre los atenienses del siglo V antes de Cristo, la denominación «sofista» no estaba cargada de connotaciones peyorativas ni de exageraciones caricaturescas: en sentido estricto, «sofista» significa «portador de la verdad». Era un término bastante neutro aplicado a los profesores que enseñaban el «nuevo saber»: la literatura, la ciencia, la filosofía y, especialmente, la oratoria. Se preocuparon más de los caracteres formales de la poesía, que por sus contenidos extraliterarios. Los sofistas, afirma Alfonso Reyes (1961: 55), fueron los primeros humanistas, y surgen de la necesidad de superar la limitada educación del gimnasio, y de extenderla a todas las artes liberales.
El sofista, creador de la ciencia del espíritu, defiende que la palabra, no es sólo la expresión de las ideas, sino también el instrumento inevitable del pensamiento. Su interés por la demostración mediante la palabra le lleva al estudio de las figuras del discurso ‑la Retórica‑ y a la investigación científica del lenguaje ‑la Gramática‑.
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