Desde un punto de vista histórico la ciudad-estado en Grecia no era sino la comunidad aldeana en una fase superior de fusión o progreso: un mercado común, un lugar de reuniones, un centro judicial para todos los labradores de una misma comarca, que pertenecía a la misma estirpe y adoraban al mismo Dios.
Desde un punto de vista político, la ciudad-estado fue expresión del más perfecto equilibrio a que los griegos podían llegar entre esos dos factores de la sociedad humana, opuestos y oscilantes, que son el orden y la libertad.
Aristóteles concebía el Estado como una asociación de hombres libres que reconocen un mismo gobierno y que pueden reunirse en asambleas, estimando no ser viable aquel que tuviera más de 10 mil ciudadanos. En lengua griega la palabra polissignificaba, a la vez, ciudad y estado.
Las nuevas colonias también se convirtieron en polis políticamente independientes de la metrópoli (polis madre), pero mantuvieron estrechos vínculos religiosos, económicos y culturales. Estas colonias fueron uno de los factores del desarrollo económico de Grecia en este período.
Los siglos V y IV a.C. corresponden al apogeo de las grandes ciudades-estado independientes, entre las que destacan las polis de Atenas y Esparta.
La diferencia de intereses económicos y políticos mantenía separadas a las ciudades. Luchaban entre sí, en el afán de conseguir lejanos mercados o de abastecerse de cereales, o bien formaban alianzas rivales para alcanzar el dominio del mar.
Fue así como cada uno de estos grandes estados (Esparta y Atenas) absorbió a sus débiles vecinos en una liga o confederación dirigida bajo su control. Esparta, estado militarizado y aristocrático, estableció su poder a base de conquistas y gobernó sus estados súbditos con un control muy estricto. La unificación del Ática, por el contrario, se realizó de forma pacífica y de mutuo acuerdo bajo la dirección de Atenas.
Desde un punto de vista histórico la ciudad-estado en Grecia no era sino la comunidad aldeana en una fase superior de fusión o progreso: un mercado común, un lugar de reuniones, un centro judicial para todos los labradores de una misma comarca, que pertenecía a la misma estirpe y adoraban al mismo Dios.
Desde un punto de vista político, la ciudad-estado fue expresión del más perfecto equilibrio a que los griegos podían llegar entre esos dos factores de la sociedad humana, opuestos y oscilantes, que son el orden y la libertad.
Aristóteles concebía el Estado como una asociación de hombres libres que reconocen un mismo gobierno y que pueden reunirse en asambleas, estimando no ser viable aquel que tuviera más de 10 mil ciudadanos. En lengua griega la palabra polissignificaba, a la vez, ciudad y estado.
Las nuevas colonias también se convirtieron en polis políticamente independientes de la metrópoli (polis madre), pero mantuvieron estrechos vínculos religiosos, económicos y culturales. Estas colonias fueron uno de los factores del desarrollo económico de Grecia en este período.
Los siglos V y IV a.C. corresponden al apogeo de las grandes ciudades-estado independientes, entre las que destacan las polis de Atenas y Esparta.
La diferencia de intereses económicos y políticos mantenía separadas a las ciudades. Luchaban entre sí, en el afán de conseguir lejanos mercados o de abastecerse de cereales, o bien formaban alianzas rivales para alcanzar el dominio del mar.
Fue así como cada uno de estos grandes estados (Esparta y Atenas) absorbió a sus débiles vecinos en una liga o confederación dirigida bajo su control. Esparta, estado militarizado y aristocrático, estableció su poder a base de conquistas y gobernó sus estados súbditos con un control muy estricto. La unificación del Ática, por el contrario, se realizó de forma pacífica y de mutuo acuerdo bajo la dirección de Atenas.