Colombia comenzó el siglo XX en medio de una guerra civil que condujo a la pérdida de Panamá, y lo terminará en medio de otra guerra civil, que según los más pesimistas puede llevar a una nueva fragmentación nacional. Hubo una paz relativa entre 1902 y 1947 o 48 (con algunas breves interrupciones) y se dio una caída drástica en los niveles de violencia como resultado del pacto entre liberales y conservadores, entre 1959 y 1970, que se frustró por cuenta de la guerrilla, el narcotráfico y discutibles estrategias estatales y paraestatales entre 1978 y 1991, cuando volvió a crecer aceleradamente el número de homicidios.
Muchos caminos se han propuesto y ensayado desde 1947, con escasos resultados. El país no confía en la capacidad de derrotar la violencia por la represión, generalmente inepta, y tampoco cree que las negociaciones, que muchos ven como concesiones a quienes han hecho la violencia y como preludios de nuevas violencias, funden la paz. Eso explica quizás que en los últimos tiempos la solución se busque en gestos teatrales, en declaraciones y plebiscitos, en hechos simbólicos, en que los colombianos pacíficos muestren que todo, hasta el comercio y la misma guerra, se hace a nombre de la paz.
Entre los problemas que se redefinen constantemente están en primer lugar los económicos: se ha discutido bastante en el país acerca de las relaciones entre desarrollo económico y equidad; los defensores del primero han insistido, a todo lo largo del siglo, en que el desarrollo reducirá la desigualdad, mientras que los enemigos de lo que hace veinte o treinta años se llamó el "desarrollismo" han defendido distintas formas de acción del Estado para redistribuir la riqueza o luchar con la pobreza o la desigualdad. Los planes de desarrollo, desde cuando se pusieron de moda, han ofrecido distintas combinaciones de desarrollo y guerra a la miseria, pero cualquier evaluación de resultados, en cuanto al segundo término, sería deprimente: ni el crecimiento ha reducido la desigualdad, ni las medidas estatales redistributivas han sido muy eficientes.
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rayito25
no es una historieta pero su información valiosa
Respuesta:
Colombia comenzó el siglo XX en medio de una guerra civil que condujo a la pérdida de Panamá, y lo terminará en medio de otra guerra civil, que según los más pesimistas puede llevar a una nueva fragmentación nacional. Hubo una paz relativa entre 1902 y 1947 o 48 (con algunas breves interrupciones) y se dio una caída drástica en los niveles de violencia como resultado del pacto entre liberales y conservadores, entre 1959 y 1970, que se frustró por cuenta de la guerrilla, el narcotráfico y discutibles estrategias estatales y paraestatales entre 1978 y 1991, cuando volvió a crecer aceleradamente el número de homicidios.
Muchos caminos se han propuesto y ensayado desde 1947, con escasos resultados. El país no confía en la capacidad de derrotar la violencia por la represión, generalmente inepta, y tampoco cree que las negociaciones, que muchos ven como concesiones a quienes han hecho la violencia y como preludios de nuevas violencias, funden la paz. Eso explica quizás que en los últimos tiempos la solución se busque en gestos teatrales, en declaraciones y plebiscitos, en hechos simbólicos, en que los colombianos pacíficos muestren que todo, hasta el comercio y la misma guerra, se hace a nombre de la paz.
Entre los problemas que se redefinen constantemente están en primer lugar los económicos: se ha discutido bastante en el país acerca de las relaciones entre desarrollo económico y equidad; los defensores del primero han insistido, a todo lo largo del siglo, en que el desarrollo reducirá la desigualdad, mientras que los enemigos de lo que hace veinte o treinta años se llamó el "desarrollismo" han defendido distintas formas de acción del Estado para redistribuir la riqueza o luchar con la pobreza o la desigualdad. Los planes de desarrollo, desde cuando se pusieron de moda, han ofrecido distintas combinaciones de desarrollo y guerra a la miseria, pero cualquier evaluación de resultados, en cuanto al segundo término, sería deprimente: ni el crecimiento ha reducido la desigualdad, ni las medidas estatales redistributivas han sido muy eficientes.