Su nombre lo toma de "Jacques Bonhomme", apelativo genérico con el que se designaba en aquella época en tierras francesas a los rústicos. Pero los azotes que habían padecido los franceses en los años anteriores, desde la peste negra y los malos años hasta la negativa evolución de la situación militar en la confrontación con los ingleses, contribuyeron sin duda a agravar el panorama. A partir de estos datos se explica la afirmación del historiador H. Neveux de que la Jacquerie fue, en definitiva, "un acta de acusación". Desde el Beauvais la insurrección se propagó hacia la Beauce y la Brie, así como hacia Picardía, Normandía, Champagne y las proximidades de Lorena, si bien en estas últimas regiones el movimiento tuvo muchos menos bríos.
Los testimonios que se han conservado de dicha sublevación campesina nos pintan un cuadro ciertamente terrible, insistiendo, una y otra vez, en la violencia y la crueldad de que dieron muestras los labriegos. " Y si Dios no hubiera puesto remedio con su gracia, la desgracia habría crecido de modo que todas las comunidades habrían destruido a los gentileshombres, después a la santa Iglesia, y a todas las gentes ricas de todo el país". El movimiento parecía una explosión de cólera, más o menos espontánea, protagonizada por los campesinos de más baja condición. Así fue considerado por la historiografía tradicional.
Pero en los últimos años se han matizado notablemente esos puntos de vista. Es innegable, desde luego, que la rabia de los campesinos miserables jugó un papel muy destacado en la insurrección de la Jacquerie. Es posible incluso que uno de los principales motivos de la revuelta fuera la caída de los precios de los granos. Por otra parte, el movimiento no fue tan anárquico como en principio podía parecer.
Tuvo una organización y tuvo, sobre todo, jefes, a pesar de las opiniones de los cronistas coetáneos. Carle organizó dentro del movimiento una especie de cancillería. A el se debía igualmente la idea de ocupar sólo aquellos castillos que en verdad tuvieran interés desde el punto de vista estratégico, evitando ataques innecesarios a los restantes. En cualquier caso, la Jacquerie fue un movimiento de gran intensidad pero de corta duración.
Ni los esfuerzos de Marcel, por una parte, ni los de Carle, por otra, lograron que llegara a conectar el movimiento campesino con el que por las mismas fechas había estallado en París. Su líder, Guillaume Carle, fue hecho prisionero y, posteriormente, ajusticiado. Mas aunque fracasada, no se puede olvidar que la Jacquerie dejó una huella muy profunda en la conciencia colectiva del campesinado del país galo. No puede negarse que si analizamos con un mínimo de detalle los acontecimientos de esos años pueden señalarse movimientos populares en este o en aquel lugar, aunque por lo general todos ellos fueran de escasa incidencia.
Es posible que ejercieran un peso muy fuerte, en esa situación de relativa paz social, los gravísimos trastornos que habían padecido los europeos en los años medios de la centuria, lo que habría originado un cansancio generalizado en todos los sectores sociales. Pero en 1378 el fuego se reavivó, con inusitada fuerza, inaugurando una etapa, ciertamente breve , pero de especial intensidad por lo que a las luchas sociales se refiere siendo la revuelta de " class="manita" data-toggle="popover" data-content="En 1378 estalla en Florencia la revuelta de los ciompi, llamada así al aludir a los trabajadores de más baja condición social y económica.
Su nombre lo toma de "Jacques Bonhomme", apelativo genérico con el que se designaba en aquella época en tierras francesas a los rústicos. Pero los azotes que habían padecido los franceses en los años anteriores, desde la peste negra y los malos años hasta la negativa evolución de la situación militar en la confrontación con los ingleses, contribuyeron sin duda a agravar el panorama. A partir de estos datos se explica la afirmación del historiador H. Neveux de que la Jacquerie fue, en definitiva, "un acta de acusación". Desde el Beauvais la insurrección se propagó hacia la Beauce y la Brie, así como hacia Picardía, Normandía, Champagne y las proximidades de Lorena, si bien en estas últimas regiones el movimiento tuvo muchos menos bríos.
Los testimonios que se han conservado de dicha sublevación campesina nos pintan un cuadro ciertamente terrible, insistiendo, una y otra vez, en la violencia y la crueldad de que dieron muestras los labriegos. " Y si Dios no hubiera puesto remedio con su gracia, la desgracia habría crecido de modo que todas las comunidades habrían destruido a los gentileshombres, después a la santa Iglesia, y a todas las gentes ricas de todo el país". El movimiento parecía una explosión de cólera, más o menos espontánea, protagonizada por los campesinos de más baja condición. Así fue considerado por la historiografía tradicional.
Pero en los últimos años se han matizado notablemente esos puntos de vista. Es innegable, desde luego, que la rabia de los campesinos miserables jugó un papel muy destacado en la insurrección de la Jacquerie. Es posible incluso que uno de los principales motivos de la revuelta fuera la caída de los precios de los granos. Por otra parte, el movimiento no fue tan anárquico como en principio podía parecer.
Tuvo una organización y tuvo, sobre todo, jefes, a pesar de las opiniones de los cronistas coetáneos. Carle organizó dentro del movimiento una especie de cancillería. A el se debía igualmente la idea de ocupar sólo aquellos castillos que en verdad tuvieran interés desde el punto de vista estratégico, evitando ataques innecesarios a los restantes. En cualquier caso, la Jacquerie fue un movimiento de gran intensidad pero de corta duración.
Ni los esfuerzos de Marcel, por una parte, ni los de Carle, por otra, lograron que llegara a conectar el movimiento campesino con el que por las mismas fechas había estallado en París. Su líder, Guillaume Carle, fue hecho prisionero y, posteriormente, ajusticiado. Mas aunque fracasada, no se puede olvidar que la Jacquerie dejó una huella muy profunda en la conciencia colectiva del campesinado del país galo. No puede negarse que si analizamos con un mínimo de detalle los acontecimientos de esos años pueden señalarse movimientos populares en este o en aquel lugar, aunque por lo general todos ellos fueran de escasa incidencia.
Es posible que ejercieran un peso muy fuerte, en esa situación de relativa paz social, los gravísimos trastornos que habían padecido los europeos en los años medios de la centuria, lo que habría originado un cansancio generalizado en todos los sectores sociales. Pero en 1378 el fuego se reavivó, con inusitada fuerza, inaugurando una etapa, ciertamente breve , pero de especial intensidad por lo que a las luchas sociales se refiere siendo la revuelta de " class="manita" data-toggle="popover" data-content="En 1378 estalla en Florencia la revuelta de los ciompi, llamada así al aludir a los trabajadores de más baja condición social y económica.
Su nombre lo toma de "Jacques Bonhomme", apelativo genérico con el que se designaba en aquella época en tierras francesas a los rústicos. Pero los azotes que habían padecido los franceses en los años anteriores, desde la peste negra y los malos años hasta la negativa evolución de la situación militar en la confrontación con los ingleses, contribuyeron sin duda a agravar el panorama. A partir de estos datos se explica la afirmación del historiador H. Neveux de que la Jacquerie fue, en definitiva, "un acta de acusación". Desde el Beauvais la insurrección se propagó hacia la Beauce y la Brie, así como hacia Picardía, Normandía, Champagne y las proximidades de Lorena, si bien en estas últimas regiones el movimiento tuvo muchos menos bríos.
Los testimonios que se han conservado de dicha sublevación campesina nos pintan un cuadro ciertamente terrible, insistiendo, una y otra vez, en la violencia y la crueldad de que dieron muestras los labriegos. " Y si Dios no hubiera puesto remedio con su gracia, la desgracia habría crecido de modo que todas las comunidades habrían destruido a los gentileshombres, después a la santa Iglesia, y a todas las gentes ricas de todo el país". El movimiento parecía una explosión de cólera, más o menos espontánea, protagonizada por los campesinos de más baja condición. Así fue considerado por la historiografía tradicional.
Pero en los últimos años se han matizado notablemente esos puntos de vista. Es innegable, desde luego, que la rabia de los campesinos miserables jugó un papel muy destacado en la insurrección de la Jacquerie. Es posible incluso que uno de los principales motivos de la revuelta fuera la caída de los precios de los granos. Por otra parte, el movimiento no fue tan anárquico como en principio podía parecer.
Tuvo una organización y tuvo, sobre todo, jefes, a pesar de las opiniones de los cronistas coetáneos. Carle organizó dentro del movimiento una especie de cancillería. A el se debía igualmente la idea de ocupar sólo aquellos castillos que en verdad tuvieran interés desde el punto de vista estratégico, evitando ataques innecesarios a los restantes. En cualquier caso, la Jacquerie fue un movimiento de gran intensidad pero de corta duración.
Ni los esfuerzos de Marcel, por una parte, ni los de Carle, por otra, lograron que llegara a conectar el movimiento campesino con el que por las mismas fechas había estallado en París. Su líder, Guillaume Carle, fue hecho prisionero y, posteriormente, ajusticiado. Mas aunque fracasada, no se puede olvidar que la Jacquerie dejó una huella muy profunda en la conciencia colectiva del campesinado del país galo. No puede negarse que si analizamos con un mínimo de detalle los acontecimientos de esos años pueden señalarse movimientos populares en este o en aquel lugar, aunque por lo general todos ellos fueran de escasa incidencia.
Es posible que ejercieran un peso muy fuerte, en esa situación de relativa paz social, los gravísimos trastornos que habían padecido los europeos en los años medios de la centuria, lo que habría originado un cansancio generalizado en todos los sectores sociales. Pero en 1378 el fuego se reavivó, con inusitada fuerza, inaugurando una etapa, ciertamente breve , pero de especial intensidad por lo que a las luchas sociales se refiere siendo la revuelta de " class="manita" data-toggle="popover" data-content="En 1378 estalla en Florencia la revuelta de los ciompi, llamada así al aludir a los trabajadores de más baja condición social y económica.
Su nombre lo toma de "Jacques Bonhomme", apelativo genérico con el que se designaba en aquella época en tierras francesas a los rústicos. Pero los azotes que habían padecido los franceses en los años anteriores, desde la peste negra y los malos años hasta la negativa evolución de la situación militar en la confrontación con los ingleses, contribuyeron sin duda a agravar el panorama. A partir de estos datos se explica la afirmación del historiador H. Neveux de que la Jacquerie fue, en definitiva, "un acta de acusación". Desde el Beauvais la insurrección se propagó hacia la Beauce y la Brie, así como hacia Picardía, Normandía, Champagne y las proximidades de Lorena, si bien en estas últimas regiones el movimiento tuvo muchos menos bríos.
Los testimonios que se han conservado de dicha sublevación campesina nos pintan un cuadro ciertamente terrible, insistiendo, una y otra vez, en la violencia y la crueldad de que dieron muestras los labriegos. " Y si Dios no hubiera puesto remedio con su gracia, la desgracia habría crecido de modo que todas las comunidades habrían destruido a los gentileshombres, después a la santa Iglesia, y a todas las gentes ricas de todo el país". El movimiento parecía una explosión de cólera, más o menos espontánea, protagonizada por los campesinos de más baja condición. Así fue considerado por la historiografía tradicional.
Pero en los últimos años se han matizado notablemente esos puntos de vista. Es innegable, desde luego, que la rabia de los campesinos miserables jugó un papel muy destacado en la insurrección de la Jacquerie. Es posible incluso que uno de los principales motivos de la revuelta fuera la caída de los precios de los granos. Por otra parte, el movimiento no fue tan anárquico como en principio podía parecer.
Tuvo una organización y tuvo, sobre todo, jefes, a pesar de las opiniones de los cronistas coetáneos. Carle organizó dentro del movimiento una especie de cancillería. A el se debía igualmente la idea de ocupar sólo aquellos castillos que en verdad tuvieran interés desde el punto de vista estratégico, evitando ataques innecesarios a los restantes. En cualquier caso, la Jacquerie fue un movimiento de gran intensidad pero de corta duración.
Ni los esfuerzos de Marcel, por una parte, ni los de Carle, por otra, lograron que llegara a conectar el movimiento campesino con el que por las mismas fechas había estallado en París. Su líder, Guillaume Carle, fue hecho prisionero y, posteriormente, ajusticiado. Mas aunque fracasada, no se puede olvidar que la Jacquerie dejó una huella muy profunda en la conciencia colectiva del campesinado del país galo. No puede negarse que si analizamos con un mínimo de detalle los acontecimientos de esos años pueden señalarse movimientos populares en este o en aquel lugar, aunque por lo general todos ellos fueran de escasa incidencia.
Es posible que ejercieran un peso muy fuerte, en esa situación de relativa paz social, los gravísimos trastornos que habían padecido los europeos en los años medios de la centuria, lo que habría originado un cansancio generalizado en todos los sectores sociales. Pero en 1378 el fuego se reavivó, con inusitada fuerza, inaugurando una etapa, ciertamente breve , pero de especial intensidad por lo que a las luchas sociales se refiere siendo la revuelta de " class="manita" data-toggle="popover" data-content="En 1378 estalla en Florencia la revuelta de los ciompi, llamada así al aludir a los trabajadores de más baja condición social y económica.