Miles de mujeres han salido a las calles de las ciudades de Ecuador para sumarse a las marchas que vienen repitiéndose en forma cada vez más frecuente, especialmente ante los dramáticos últimos casos de violencia de género: el de la joven Diana Carolina Ramírez, quien fue apuñalada por su pareja luego de tenerla 90 minutos secuestrada ante los policías que debieran haberla resguardado del agresor, y el de Martha, brutalmente agredida y violada por tres sujetos de su círculo de amistades.
La violencia se ha vuelto algo cotidiano y ampliamente extendido, asegura a DW Ana Cristina Vera, directora de la ONG Surkuna y miembro del colectivo "Vivas nos queremos” de Ecuador. Según cifras oficiales, recopiladas por ONU Mujeres de ese país, seis de cada 10 mujeres han experimentado algún tipo de violencia de género y una de cada cuatro ha sufrido agresión sexual. Del total de quienes han sufrido violencia, en el 69,5% de los casos han estado involucradas sus parejas actuales o anteriores.
Las cifras incluso se quedan cortas, postula la abogada: "Creemos que esa estadística es bastante conservadora. La violencia está mucho más presente en la vida de las mujeres. La violencia sexual en todas sus expresiones, desde el acoso callejero, los tocamientos en la calle, buses, la casa, hasta las diversas formas en que se manifiesta, es algo cotidiano en la vida de todas y cada una”.
Violencia cotidiana
No sólo es una constante, sino que se ha vuelto muy común, "lo cual hace que sea difícil identificarla y para muchas víctimas nombrarla e incluso denunciarla”, asegura la activista.
Desde la sociedad y el hogar, hasta el sistema judicial, "se las sigue culpabilizando, poniendo el énfasis en la acción de la víctima para haber sido violentada”, acusa la abogada. En la práctica, esta violencia se tolera y no se actúa en contra.
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Miles de mujeres han salido a las calles de las ciudades de Ecuador para sumarse a las marchas que vienen repitiéndose en forma cada vez más frecuente, especialmente ante los dramáticos últimos casos de violencia de género: el de la joven Diana Carolina Ramírez, quien fue apuñalada por su pareja luego de tenerla 90 minutos secuestrada ante los policías que debieran haberla resguardado del agresor, y el de Martha, brutalmente agredida y violada por tres sujetos de su círculo de amistades.
La violencia se ha vuelto algo cotidiano y ampliamente extendido, asegura a DW Ana Cristina Vera, directora de la ONG Surkuna y miembro del colectivo "Vivas nos queremos” de Ecuador. Según cifras oficiales, recopiladas por ONU Mujeres de ese país, seis de cada 10 mujeres han experimentado algún tipo de violencia de género y una de cada cuatro ha sufrido agresión sexual. Del total de quienes han sufrido violencia, en el 69,5% de los casos han estado involucradas sus parejas actuales o anteriores.
Las cifras incluso se quedan cortas, postula la abogada: "Creemos que esa estadística es bastante conservadora. La violencia está mucho más presente en la vida de las mujeres. La violencia sexual en todas sus expresiones, desde el acoso callejero, los tocamientos en la calle, buses, la casa, hasta las diversas formas en que se manifiesta, es algo cotidiano en la vida de todas y cada una”.
Violencia cotidiana
No sólo es una constante, sino que se ha vuelto muy común, "lo cual hace que sea difícil identificarla y para muchas víctimas nombrarla e incluso denunciarla”, asegura la activista.
Desde la sociedad y el hogar, hasta el sistema judicial, "se las sigue culpabilizando, poniendo el énfasis en la acción de la víctima para haber sido violentada”, acusa la abogada. En la práctica, esta violencia se tolera y no se actúa en contra.