El equidna es tan diferente de cualquier otro animal, que aún hoy desconcierta a los científicos, aseguran desde el zoo de San Diego (Estados Unidos). Mientras que otras especies se han extinguido, él ha encontrado la forma de sobrevivir sin experimentar cambios en su biología y etología desde la prehistoria. Solo hay otro mamífero dentro del reino animal que sea ovíparo como él: el ornitorrinco.
Las hembras ponen un huevo al año del tamaño de una uva y lo mantienen a salvo en una bolsa localizada en su vientre. Diez días después la cría eclosiona y comienza a tomar la leche que segrega su madre a través de unas glándulas especiales alojadas en la citada bolsa.
El equidna se distribuye por Australia, Tasmania y Papúa Nueva Guinea; ocupando desde las tierras altas hasta los bosques, e incluso los desiertos.
Se trata de una criatura solitaria que goza de un agudo sentido del oído. Aunque no posee orejas como tal: dispone de unas grandes aberturas verticales situadas justo detrás de los ojos.
El equidna carece de pezones y dientes
El equidna carece de pezones y dientes
Sus patas cortas delanteras le facilitan la alimentación; con ellas abre termiteros o parte troncos huecos. No tiene dientes, pero sí una larga (15 cm) y pegajosa lengua con la que atrapa las hormigas y lombrices que muele con las almohadillas duras que posee en la base de la lengua y en el techo de la boca. El hocico del equidna, además, es muy sensible a las señales eléctricas que emite el cuerpo de un insecto.
Puede horadar un hoyo tan rápido como un humano usando una pala. La habilidad de excavación constituye su mejor opción a la hora de buscar protección ante los depredadores (dingos y zorros, principalmente), los incendios y las sequías, por ejemplo. Sus patas traseras también le resultan muy valiosas: con una larga garra extra que le nace en el segundo dedo se «peinan» las púas que recubren su piel; limpiando los insectos y la suciedad que hayan podido quedar atrapados entre las mismas.
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no har muchos mamíferos que nacen en huevos
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El equidna es tan diferente de cualquier otro animal, que aún hoy desconcierta a los científicos, aseguran desde el zoo de San Diego (Estados Unidos). Mientras que otras especies se han extinguido, él ha encontrado la forma de sobrevivir sin experimentar cambios en su biología y etología desde la prehistoria. Solo hay otro mamífero dentro del reino animal que sea ovíparo como él: el ornitorrinco.
Las hembras ponen un huevo al año del tamaño de una uva y lo mantienen a salvo en una bolsa localizada en su vientre. Diez días después la cría eclosiona y comienza a tomar la leche que segrega su madre a través de unas glándulas especiales alojadas en la citada bolsa.
El equidna se distribuye por Australia, Tasmania y Papúa Nueva Guinea; ocupando desde las tierras altas hasta los bosques, e incluso los desiertos.
Se trata de una criatura solitaria que goza de un agudo sentido del oído. Aunque no posee orejas como tal: dispone de unas grandes aberturas verticales situadas justo detrás de los ojos.
El equidna carece de pezones y dientes
El equidna carece de pezones y dientes
Sus patas cortas delanteras le facilitan la alimentación; con ellas abre termiteros o parte troncos huecos. No tiene dientes, pero sí una larga (15 cm) y pegajosa lengua con la que atrapa las hormigas y lombrices que muele con las almohadillas duras que posee en la base de la lengua y en el techo de la boca. El hocico del equidna, además, es muy sensible a las señales eléctricas que emite el cuerpo de un insecto.
Puede horadar un hoyo tan rápido como un humano usando una pala. La habilidad de excavación constituye su mejor opción a la hora de buscar protección ante los depredadores (dingos y zorros, principalmente), los incendios y las sequías, por ejemplo. Sus patas traseras también le resultan muy valiosas: con una larga garra extra que le nace en el segundo dedo se «peinan» las púas que recubren su piel; limpiando los insectos y la suciedad que hayan podido quedar atrapados entre las mismas.
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