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La batalla de Almenar se produjo en 1082 entre las tropas del rey Al-Mutamán de la Taifa de Zaragoza, comandadas por Rodrigo Díaz de Vivar, contra las tropas de Al-Mundir 'Imad al-Dawla, rey de la Taifa de Lérida, que contó con el apoyo del rey de Aragón, Sancho Ramírez, el conde de Barcelona, Berenguer Ramón II y el conde de Cerdaña y Berga, Guillermo Ramón I. Se trató de una campaña desarrollada en varios días en la frontera entre la Taifa de Zaragoza y la Taifa de Lérida en distintas localidades y fortalezas como Monzón, Peralta de Alcofea, Tamarite de Litera y Almenar, cuya causa fue la rivalidad entre los dos hermanos de la dinastía Banu Hud, que buscaban incorporar a sus dominios a la taifa rival tras el reparto de la Taifa de Zaragoza en su máxima extensión realizado por Al-Muqtadir, padre de ambos, a su muerte. El resultado fue la victoria de Al-Mutamán de Zaragoza, aunque no concluyó con cambios decisivos en las posesiones iniciales. la btalla cabra
La batalla de Cabra tuvo lugar en 1079 en lo que hoy es la ciudad homónima, al sur de la provincia de Córdoba, España. El resultado fue una victoria de al-Mu'tamid de Sevilla, que contó con la ayuda de la mesnada de Rodrigo Díaz el Campeador sobre los ejércitos combinados del emir Abd Allah ibn Buluggin de la taifa zirí de Granada y sus aliados los castellanos García Ordóñez y Diego Pérez y los hermanos navarros Lope y Fortuño Sánchez.
El magnate Rodrigo Díaz fue enviado por Alfonso VI a cobrar las parias del rey de Sevilla al-Mu'tamid, mientras otra delegación, encabezada por García Ordóñez, iba a hacer lo mismo con respecto a los impuestos anuales que debía remunerar 'Abd Allah al-Muzaffar ibn Buluggin de Granada al rey cristiano.
Según el testimonio transmitido por la Historia Roderici (escrita hacia 1190) cuando Rodrigo Díaz estaba en Sevilla Abd Allah al-Muzaffar emprendió contra Al-Mu'tamid un ataque que fue interceptado en el castillo de Cabra. La Gesta de Rodrigo el Campeador da el protagonismo en el enfrentamiento a Rodrigo Díaz y a su oponente García Ordóñez, si bien se trata de una literaturización de los hechos al situar al héroe biografiado solo y enfrentado a su enemigo por excelencia, pues probablemente además de Rodrigo acompañaban a la legación de Alfonso VI otros magnates de la curia castellanoleonesa, análogamente a la que se mandó ante el rey granadino encabezada por cuatro nobles.
En cualquier caso el resultado fue de derrota contundente de la coalición de Granada, puesto que en la batalla la coalición sevillana obtuvo botín de guerra y fueron capturados García Ordóñez, Diego Pérez y Lópe Sánchez, que fueron puestos en libertad en tres días sin pedir rescate a cambio. A su regreso a Sevilla, Rodrigo el Campeador no solo cobró las parias, sino que fue recibido con honores y recompensado por Al-Mu'tamid con valiosos regalos destinados a Alfonso VI, acompañados de la firma de un tratado de paz, todo esto según la Historia Roderici.
Pese a que el Cantar de mio Cid señala la afrenta que en esta batalla recibió García Ordóñez por parte del Cid (agarrarle de la barba, que era un gesto de desprecio), y le achaca un posterior rencor que le llevaría, junto con otros envidiosos, a enemistarle con el rey Alfonso con las falsas acusaciones de que el Cid había robado parte de las parias que cobró al rey de Sevilla, malquerencia que ocasionó el destierro del infanzón castellano, los sucesos históricos fueron distintos, puesto que Rodrigo Díaz, que era miembro de la curia real desde tiempos de Sancho II de Castilla y descendía de la aristocracia asturiana y leonesa por vía materna y por la paterna heredó un importante patrimonio de su padre, siendo desde muy joven uno de los más altos magnates del séquito de Sancho de Castilla y posteriormente (y sin solución de continuidad) de Alfonso VI, sufrió su primer destierro (de los dos con que fue sancionado por el rey) debido a una imprudente incursión de saqueo en 1080 por la taifa de Toledo, que era entonces un protectorado del Rey de León, aunque no se deben descartar del todo las posibles enemistades que se pudieron fraguar en el círculo de altos magnates de la curia de Alfonso VI.
la btalla cabra
La batalla de Cabra tuvo lugar en 1079 en lo que hoy es la ciudad homónima, al sur de la provincia de Córdoba, España. El resultado fue una victoria de al-Mu'tamid de Sevilla, que contó con la ayuda de la mesnada de Rodrigo Díaz el Campeador sobre los ejércitos combinados del emir Abd Allah ibn Buluggin de la taifa zirí de Granada y sus aliados los castellanos García Ordóñez y Diego Pérez y los hermanos navarros Lope y Fortuño Sánchez.
El magnate Rodrigo Díaz fue enviado por Alfonso VI a cobrar las parias del rey de Sevilla al-Mu'tamid, mientras otra delegación, encabezada por García Ordóñez, iba a hacer lo mismo con respecto a los impuestos anuales que debía remunerar 'Abd Allah al-Muzaffar ibn Buluggin de Granada al rey cristiano.
Según el testimonio transmitido por la Historia Roderici (escrita hacia 1190) cuando Rodrigo Díaz estaba en Sevilla Abd Allah al-Muzaffar emprendió contra Al-Mu'tamid un ataque que fue interceptado en el castillo de Cabra. La Gesta de Rodrigo el Campeador da el protagonismo en el enfrentamiento a Rodrigo Díaz y a su oponente García Ordóñez, si bien se trata de una literaturización de los hechos al situar al héroe biografiado solo y enfrentado a su enemigo por excelencia, pues probablemente además de Rodrigo acompañaban a la legación de Alfonso VI otros magnates de la curia castellanoleonesa, análogamente a la que se mandó ante el rey granadino encabezada por cuatro nobles.
En cualquier caso el resultado fue de derrota contundente de la coalición de Granada, puesto que en la batalla la coalición sevillana obtuvo botín de guerra y fueron capturados García Ordóñez, Diego Pérez y Lópe Sánchez, que fueron puestos en libertad en tres días sin pedir rescate a cambio. A su regreso a Sevilla, Rodrigo el Campeador no solo cobró las parias, sino que fue recibido con honores y recompensado por Al-Mu'tamid con valiosos regalos destinados a Alfonso VI, acompañados de la firma de un tratado de paz, todo esto según la Historia Roderici.
Pese a que el Cantar de mio Cid señala la afrenta que en esta batalla recibió García Ordóñez por parte del Cid (agarrarle de la barba, que era un gesto de desprecio), y le achaca un posterior rencor que le llevaría, junto con otros envidiosos, a enemistarle con el rey Alfonso con las falsas acusaciones de que el Cid había robado parte de las parias que cobró al rey de Sevilla, malquerencia que ocasionó el destierro del infanzón castellano, los sucesos históricos fueron distintos, puesto que Rodrigo Díaz, que era miembro de la curia real desde tiempos de Sancho II de Castilla y descendía de la aristocracia asturiana y leonesa por vía materna y por la paterna heredó un importante patrimonio de su padre, siendo desde muy joven uno de los más altos magnates del séquito de Sancho de Castilla y posteriormente (y sin solución de continuidad) de Alfonso VI, sufrió su primer destierro (de los dos con que fue sancionado por el rey) debido a una imprudente incursión de saqueo en 1080 por la taifa de Toledo, que era entonces un protectorado del Rey de León, aunque no se deben descartar del todo las posibles enemistades que se pudieron fraguar en el círculo de altos magnates de la curia de Alfonso VI.