F0RC3
I A mí mismo me prohibo revelar nuestro secreto decir tu nombre completo o escribirlo cuando escribo. Prisionero de ti, vivo buscándote en la sombría caverna de mi agonía. Y cuando a solas te invoco, en la oscura piedra toco tu impasible compañía.
II Si nuestro amor está hecho de silencios prolongados que nuestros labios cerrados maduran dentro del pecho; y si el corazón deshecho sangra como la granada en su sombra congelada, ¿por qué dolorosa y mustia, no rompemos esta angustia para salir de la nada?
III Por el temor de quererme tanto como yo te quiero, has preferido, primero, para salvarte, perderme. Pero está mudo e inerme tu corazón, de tal suerte que si no me dejas verte es por no ver en la mía la imagen de tu agonía: porque mi muerte es tu muerte.
IV Te alejas de mí pensando que me hiere tu presencia, y no sabes que tu ausencia es más dolorosa cuando la soledad se va ahondando, y en el silencio sombrío, sin quererlo, a pesar mío, oigo tu voz en el eco y hallo tu forma en el hueco que has dejado en el vacío.
V ¿Por qué dejas entrever una remota esperanza, si el deseo no te alcanza, si nada volverá a ser? Y si no habrá amanecer en mi noche interminable ¿de qué sirve que yo hable en el desierto, y que pida para reanimar mi vida, remedio a lo irremediable?
VI Esta incertidumbre oscura que sube en mi cuerpo y que deja en mi boca no sé que desolada amargura; este sabor que perdura y, como el recuerdo, insiste, y, como tu olor, persiste con su penetrante esencia, es la sola y cruel presencia tuya, desde que partiste.
VII Apenas has vuelto, y ya en todo mi ser avanza, verde y turbia, la esperanza para decirme: "¡Aquí está!" Pero su voz se oirá rodar sin eco en la oscura soledad de mi clausura y yo seguiré pensando que no hay esperanza cuando la esperanza es la tortura.
VIII Ayer te soñé. Temblando los dos en el goce impuro y estéril de un sueño oscuro. Y sobre tu cuerpo blando mis labios iban dejando huellas, señales, heridas... Y tus palabras transidas y las mías delirantes de aquellos breves instantes prolongaban nuestras vidas.
IX Si nada espero, pues nada tembló en ti cuando me viste y ante mis ojos pusiste la verdad más desolada; si no brilló en tu mirada Un destello de emoción, la sola oscura razón, la fuerza que a ti me lanza, perdida toda esperanza, es...¡la desesperación!
X Mi amor por ti ¡no murió! Sigue viviendo en la fría, ignorada galería que en mi corazón cavó. Por ella desciendo y no encontraré la salida, pues será toda mi vida esta angustia de buscarte a ciegas, con la escondida certidumbre de no hallarte.
A mí mismo me prohibo
revelar nuestro secreto
decir tu nombre completo
o escribirlo cuando escribo.
Prisionero de ti, vivo
buscándote en la sombría
caverna de mi agonía.
Y cuando a solas te invoco,
en la oscura piedra toco
tu impasible compañía.
II
Si nuestro amor está hecho
de silencios prolongados
que nuestros labios cerrados
maduran dentro del pecho;
y si el corazón deshecho
sangra como la granada
en su sombra congelada,
¿por qué dolorosa y mustia,
no rompemos esta angustia
para salir de la nada?
III
Por el temor de quererme
tanto como yo te quiero,
has preferido, primero,
para salvarte, perderme.
Pero está mudo e inerme
tu corazón, de tal suerte
que si no me dejas verte
es por no ver en la mía
la imagen de tu agonía:
porque mi muerte es tu muerte.
IV
Te alejas de mí pensando
que me hiere tu presencia,
y no sabes que tu ausencia
es más dolorosa cuando
la soledad se va ahondando,
y en el silencio sombrío,
sin quererlo, a pesar mío,
oigo tu voz en el eco
y hallo tu forma en el hueco
que has dejado en el vacío.
V
¿Por qué dejas entrever
una remota esperanza,
si el deseo no te alcanza,
si nada volverá a ser?
Y si no habrá amanecer
en mi noche interminable
¿de qué sirve que yo hable
en el desierto, y que pida
para reanimar mi vida,
remedio a lo irremediable?
VI
Esta incertidumbre oscura
que sube en mi cuerpo y que
deja en mi boca no sé
que desolada amargura;
este sabor que perdura
y, como el recuerdo, insiste,
y, como tu olor, persiste
con su penetrante esencia,
es la sola y cruel presencia
tuya, desde que partiste.
VII
Apenas has vuelto, y ya
en todo mi ser avanza,
verde y turbia, la esperanza
para decirme: "¡Aquí está!"
Pero su voz se oirá
rodar sin eco en la oscura
soledad de mi clausura
y yo seguiré pensando
que no hay esperanza cuando
la esperanza es la tortura.
VIII
Ayer te soñé. Temblando
los dos en el goce impuro
y estéril de un sueño oscuro.
Y sobre tu cuerpo blando
mis labios iban dejando
huellas, señales, heridas...
Y tus palabras transidas
y las mías delirantes
de aquellos breves instantes
prolongaban nuestras vidas.
IX
Si nada espero, pues nada
tembló en ti cuando me viste
y ante mis ojos pusiste
la verdad más desolada;
si no brilló en tu mirada
Un destello de emoción,
la sola oscura razón,
la fuerza que a ti me lanza,
perdida toda esperanza,
es...¡la desesperación!
X
Mi amor por ti ¡no murió!
Sigue viviendo en la fría,
ignorada galería
que en mi corazón cavó.
Por ella desciendo y no
encontraré la salida,
pues será toda mi vida
esta angustia de buscarte
a ciegas, con la escondida
certidumbre de no hallarte.