El 12 de Octubre de 1982, García Márquez recibió el premio nobel de literatura entregado por la Academia Sueca. Para ello preparó un discurso sobre la soledad de América Latina. Las ideas que desarrolló en el discurso aún siguen teniendo vigencia. Más que de la soledad, el discurso trata de la desolación de América Latina, producto de su imposibilidad para salir adelante. Gabriel García menciona la ineficacia de los sistemas de gobierno trasplantados desde Europa a América Latina y la incomprensión general con que se ha juzgado este continente desde el primer mundo.
El nobel empieza haciendo alusión a los cronistas de indias, como Antonio Pigafetta y Alvar Núñez Cabeza de Vaca, quienes atribuyeron en sus escritos un carácter mítico a América. Estas impresiones de los cronistas se debían sobre todo a la desmesura y la riqueza que observaron en el paisaje. Pero la desmesura a la americana también se vio en el siglo XX, en particular en las extravagantes dictaduras, las cinco guerras, los diecisiete golpes de estado y los millones de exiliados y desaparecidos. Medir a América con la misma vara con la que Europa se mide a sí misma es imposible. No se puede interpretar una realidad con esquemas ajenos. Este es el mensaje de Gabriel García quien pregunta a los europeos por qué la originalidad que se aplaude en la literatura se niega en la política. También levanta su voz contra el hecho de que en el contexto de la guerra fría el mundo tenga que repartirse entre los dos dueños del mundo.
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El 12 de Octubre de 1982, García Márquez recibió el premio nobel de literatura entregado por la Academia Sueca. Para ello preparó un discurso sobre la soledad de América Latina. Las ideas que desarrolló en el discurso aún siguen teniendo vigencia. Más que de la soledad, el discurso trata de la desolación de América Latina, producto de su imposibilidad para salir adelante. Gabriel García menciona la ineficacia de los sistemas de gobierno trasplantados desde Europa a América Latina y la incomprensión general con que se ha juzgado este continente desde el primer mundo.
El nobel empieza haciendo alusión a los cronistas de indias, como Antonio Pigafetta y Alvar Núñez Cabeza de Vaca, quienes atribuyeron en sus escritos un carácter mítico a América. Estas impresiones de los cronistas se debían sobre todo a la desmesura y la riqueza que observaron en el paisaje. Pero la desmesura a la americana también se vio en el siglo XX, en particular en las extravagantes dictaduras, las cinco guerras, los diecisiete golpes de estado y los millones de exiliados y desaparecidos. Medir a América con la misma vara con la que Europa se mide a sí misma es imposible. No se puede interpretar una realidad con esquemas ajenos. Este es el mensaje de Gabriel García quien pregunta a los europeos por qué la originalidad que se aplaude en la literatura se niega en la política. También levanta su voz contra el hecho de que en el contexto de la guerra fría el mundo tenga que repartirse entre los dos dueños del mundo.
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