El primer aspecto de la economía del comportamiento considera a las personas como actores semirracionales, cuyo comportamiento está determinado por sesgos inconscientes y el contexto del momento en que se toman las decisiones.
El segundo aspecto de la economía del comportamiento revela que las experiencias de vida, la exposición y las interacciones socioculturales configuran las preferencias, el conocimiento y las percepciones.
Un conjunto de investigaciones demuestra cómo se pueden cambiar la mentalidad y las actitudes colectivas para promover el desarrollo y disminuir la exclusión social.
El término hombre económico —el individuo que toma decisiones racionales y tiene preferencias fijas— sirve como punto de partida para toda la economía.
Aunque los economistas han reconocido que la toma de decisiones no siempre es racional y coherente, han tenido dificultades para incorporar en sus modelos las razones de ello. Sin embargo, un conjunto cada vez más grande de investigaciones en el campo de la economía del comportamiento ha puesto de relieve la importancia del contexto y la cultura en el proceso de la toma de decisiones. Desde este punto de vista, el progreso del desarrollo depende de cambiar no solo los incentivos (a qué responde el hombre económico), sino también la mentalidad de las personas.
En una reciente charla acerca de investigaciones sobre políticas, la economista principal del Banco Mundial Karla Hoff, (i) quien codirigió el Informe sobre el desarrollo mundial 2015: Mente, sociedad y conducta, (i) reveló nuevas conclusiones sobre la economía del comportamiento y sus consecuencias normativas en ámbitos como la desigualdad, la corrupción, el género y la violencia.
“Cualquier disciplina que tenga que ver con el comportamiento humano debe considerar cómo piensan los seres humanos y cómo la sociedad, la historia y el contexto dan forma a este pensamiento”, dijo Asli Demirguc-Kunt, (i) directora de Investigación, que organizó el evento. “El conocimiento de cómo los factores humanos pueden influir en el diseño y la ejecución de programas de desarrollo es bastante nuevo”.
El primer aspecto de la economía del comportamiento, que surgió sobre la base del trabajo de los psicólogos en la década de 1970, mostró que las personas, de hecho, emiten juicios sistemáticos y sesgados.
“Gran parte de nuestro pensamiento es inconsciente; tomamos decisiones de las que no estamos ni siquiera conscientes”, dijo Hoff. “El contexto nos afecta mucho en el momento de tomar una decisión”.
Respuesta:
la maya, la tolteca, la teotihuacana, la mixteca, la olmeca y la mexica o azteca, por citar sólo algunos ejemplos conocidos.
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El primer aspecto de la economía del comportamiento considera a las personas como actores semirracionales, cuyo comportamiento está determinado por sesgos inconscientes y el contexto del momento en que se toman las decisiones.
El segundo aspecto de la economía del comportamiento revela que las experiencias de vida, la exposición y las interacciones socioculturales configuran las preferencias, el conocimiento y las percepciones.
Un conjunto de investigaciones demuestra cómo se pueden cambiar la mentalidad y las actitudes colectivas para promover el desarrollo y disminuir la exclusión social.
El término hombre económico —el individuo que toma decisiones racionales y tiene preferencias fijas— sirve como punto de partida para toda la economía.
Aunque los economistas han reconocido que la toma de decisiones no siempre es racional y coherente, han tenido dificultades para incorporar en sus modelos las razones de ello. Sin embargo, un conjunto cada vez más grande de investigaciones en el campo de la economía del comportamiento ha puesto de relieve la importancia del contexto y la cultura en el proceso de la toma de decisiones. Desde este punto de vista, el progreso del desarrollo depende de cambiar no solo los incentivos (a qué responde el hombre económico), sino también la mentalidad de las personas.
En una reciente charla acerca de investigaciones sobre políticas, la economista principal del Banco Mundial Karla Hoff, (i) quien codirigió el Informe sobre el desarrollo mundial 2015: Mente, sociedad y conducta, (i) reveló nuevas conclusiones sobre la economía del comportamiento y sus consecuencias normativas en ámbitos como la desigualdad, la corrupción, el género y la violencia.
“Cualquier disciplina que tenga que ver con el comportamiento humano debe considerar cómo piensan los seres humanos y cómo la sociedad, la historia y el contexto dan forma a este pensamiento”, dijo Asli Demirguc-Kunt, (i) directora de Investigación, que organizó el evento. “El conocimiento de cómo los factores humanos pueden influir en el diseño y la ejecución de programas de desarrollo es bastante nuevo”.
El primer aspecto de la economía del comportamiento, que surgió sobre la base del trabajo de los psicólogos en la década de 1970, mostró que las personas, de hecho, emiten juicios sistemáticos y sesgados.
“Gran parte de nuestro pensamiento es inconsciente; tomamos decisiones de las que no estamos ni siquiera conscientes”, dijo Hoff. “El contexto nos afecta mucho en el momento de tomar una decisión”.
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