Comisionado por el Gobierno Supremo para escribir una Memoria y liquidar la deuda contraída en Londres, las convenciones diplomáticas y algunos otros negocios financieros, cuyo arreglo debe verificarse próximamente en el tratado que la República celebre con los Comisarios Regios de las tres potencias aliadas, he procurado en el corto tiempo de que he podido disponer, registrar con el mayor esmero los expedientes y libros de las oficinas públicas, con el objeto de tratar cada negocio con la debida separación, formando un ligero extracto histórico de él, y poniendo al fin una liquidación de lo que el erario adeuda hasta la fecha. El método y la claridad a que por sí solas se prestan las operaciones aritméticas, darán a conocer, sin necesidad de comentarios, la naturaleza de cada negocio, la mayor o menor fuerza y justicia de cada una de las reclamaciones que le hagan a la República, facilitándose mucho en consecuencia, el término de las cuestiones, sin necesidad de registrar voluminosos expedientes, y pudiéndose conocer tal vez por el resumen que al fin de esta Memoria se formará, los medios que sean más adecuados para lograr un arreglo sólido que levante el —VI→ crédito de México, dándose con esto al mismo tiempo una amplia y manifiesta prueba de la buena fe que anima al Gobierno para prestarse a todo lo que sea conforme con la justicia y con los deberes sagrados que tiene que llenar una nación civilizada.
Refiero los negocios de la manera que han pasado. La mejor diplomacia es la verdad, ha dicho un autor célebre; y en esta vez más que en ninguna otra, la verdad, que concluye siempre por hacerse lugar en el mundo, ha sido ya, y será en el curso del tiempo, la mejor y más cabal defensa de la República.
El desorden producido en los archivos de las oficinas por causa de la revolución y de la variación constante de empleados, ha dificultado mucho este trabajo y ocasiona que no se pueda presentar tan completo y acabado como era de desearse; pero sí puedo asegurar que sus bases descansan en documentos oficiales, que se imprimirán por apéndice; y que con el más grande cuidado y escrupuloso empeño he procurado corresponder a la confianza que me han dispensado el Señor Presidente Constitucional de la República, don Benito Juárez, y el Señor Ministro de Relaciones, don Manuel Doblado, al encargarme una tan importante y delicada comisión.
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1Trini1
siento que esto fue hecho con el autocorrector...
Comisionado por el Gobierno Supremo para escribir una Memoria y liquidar la deuda contraída en Londres, las convenciones diplomáticas y algunos otros negocios financieros, cuyo arreglo debe verificarse próximamente en el tratado que la República celebre con los Comisarios Regios de las tres potencias aliadas, he procurado en el corto tiempo de que he podido disponer, registrar con el mayor esmero los expedientes y libros de las oficinas públicas, con el objeto de tratar cada negocio con la debida separación, formando un ligero extracto histórico de él, y poniendo al fin una liquidación de lo que el erario adeuda hasta la fecha. El método y la claridad a que por sí solas se prestan las operaciones aritméticas, darán a conocer, sin necesidad de comentarios, la naturaleza de cada negocio, la mayor o menor fuerza y justicia de cada una de las reclamaciones que le hagan a la República, facilitándose mucho en consecuencia, el término de las cuestiones, sin necesidad de registrar voluminosos expedientes, y pudiéndose conocer tal vez por el resumen que al fin de esta Memoria se formará, los medios que sean más adecuados para lograr un arreglo sólido que levante el —VI→ crédito de México, dándose con esto al mismo tiempo una amplia y manifiesta prueba de la buena fe que anima al Gobierno para prestarse a todo lo que sea conforme con la justicia y con los deberes sagrados que tiene que llenar una nación civilizada.
Refiero los negocios de la manera que han pasado. La mejor diplomacia es la verdad, ha dicho un autor célebre; y en esta vez más que en ninguna otra, la verdad, que concluye siempre por hacerse lugar en el mundo, ha sido ya, y será en el curso del tiempo, la mejor y más cabal defensa de la República.
El desorden producido en los archivos de las oficinas por causa de la revolución y de la variación constante de empleados, ha dificultado mucho este trabajo y ocasiona que no se pueda presentar tan completo y acabado como era de desearse; pero sí puedo asegurar que sus bases descansan en documentos oficiales, que se imprimirán por apéndice; y que con el más grande cuidado y escrupuloso empeño he procurado corresponder a la confianza que me han dispensado el Señor Presidente Constitucional de la República, don Benito Juárez, y el Señor Ministro de Relaciones, don Manuel Doblado, al encargarme una tan importante y delicada comisión.