Cuando Luis Alejandro Velasco llegó por sus propios pies a preguntarnos cuánto le pagábamos por su relato, lo hemos recibido como lo que era: una noticia refrita.
Fue condecorado, había hecho discursos patrióticos por radio, lo habían mostrado en la televisión como ejemplo de las generaciones futuras, y lo habían paseado entre flores y músicas por medio territorio para que firmara autógrafos y lo besaran las reinas de la belleza.
La segunda sorpresa, que ha sido la mejor, la tuve al cuarto día de trabajo, cuando le pedí a Luis Alejandro Velasco que me describiera la tormenta que ocasionó el desastre.
Después, cuando se pu- blicó la realidad, habría sido una trastada política impedir que se continuara la serie: la circulación del periódico es- taba casi doblada, y había frente al inmueble una rebatiña de lectores que compraban los números atrasados para con- servar la recolección completa.
Intentando encontrar el modo de sustentar nuestros propios cargos, le pedimos a Luis Alejandro Velasco la lista de sus compañeros de tripulación que tuvieran cáma- ras fotográficas.
Pese a las presiones, las amenazas y las más seductoras tentativas de soborno, Luis Alejandro Velasco no desmin- tió una línea del relato.
García Márquez - Relato de un náufrago
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domba972
Como el libro es un poco largo hice lo más pequeño que pude
Cuando Luis Alejandro Velasco llegó por sus propios pies a preguntarnos cuánto le pagábamos por su relato, lo hemos recibido como lo que era: una noticia refrita.
Fue condecorado, había hecho discursos patrióticos por radio, lo habían mostrado en la televisión como ejemplo de las generaciones futuras, y lo habían paseado entre flores y músicas por medio territorio para que firmara autógrafos y lo besaran las reinas de la belleza.
La segunda sorpresa, que ha sido la mejor, la tuve al cuarto día de trabajo, cuando le pedí a Luis Alejandro Velasco que me describiera la tormenta que ocasionó el desastre.
Después, cuando se pu- blicó la realidad, habría sido una trastada política impedir que se continuara la serie: la circulación del periódico es- taba casi doblada, y había frente al inmueble una rebatiña de lectores que compraban los números atrasados para con- servar la recolección completa.
Intentando encontrar el modo de sustentar nuestros propios cargos, le pedimos a Luis Alejandro Velasco la lista de sus compañeros de tripulación que tuvieran cáma- ras fotográficas.
Pese a las presiones, las amenazas y las más seductoras tentativas de soborno, Luis Alejandro Velasco no desmin- tió una línea del relato.
García Márquez - Relato de un náufrago