Narra en primera persona la crónica de Aniceto Hevia, un adolescente nacido en Buenos Aires cuyo destino errante lo lleva a moverse por diferentes escenarios situados entre Argentina y Chile.
La novela empieza en la penitenciaría de Valparaíso, donde Aniceto Hevia recuerda hechos sucedidos durante unas 2 décadas, a partir de antecedente de su origen hasta entonces presente. Su historia va a estar marcada por un papá ausente, el Gallego, que poseía por oficio y emblema al hurto y al mundo delictivo.
Esta obra, escrita en primera persona en forma de monólogo interior, para muchos críticos tiene un cierto carácter autobiográfico. Hijo de ladrón destaca por su lenguaje apasionado, motivador, pero también frío en muchos momentos. El autor presta especial importancia a los ambientes oscuros de los arrabales, siendo el protagonista el joven Aniceto, de 16 años, contando sus aventuras y desventuras que forman su carácter y su identidad marginal. Por supuesto, dentro de esas aventuras, las desventuras son una parte importante.
En cuanto al argumento, la novela Hijo de ladrón comienza con una pregunta que Aniceto Hevia lanza hacia sí mismo, y hacia el lector: “¿Cómo y por qué llegué hasta aquí? Por los mismos motivos que he llegado a tantas partes. Es una historia larga y, lo que es peor, confusa”. El joven acaba de ser puesto en libertad tras haber estado en la cárcel por el robo de una joyería. Sin embargo, según su propio testimonio, fue acusado falsamente. Y tras esta primera declaración, Aniceto Hevia nos va desgranando su vida, reconstruyendo una infancia en la que nos presenta a los personajes que formaron parte de ella. Los recuerdos afloran y su memoria personal nos es desvelada poco a poco. En cierta forma, este joven actúa como narrador, pero también va siendo testigo de su propia historia.
A través de los recuerdos de Aniceto Hevia vamos a llegar hasta el presente, pero al lector le va a sobrecoger la sabiduría natural del personaje. Desde una marginalidad dura y con una vida difícil, Aniceto nos muestra su capacidad para sobreponerse a los hechos. El personaje reflexiona en base a sus acciones personales, pero estas pueden ser elevadas a categoría universal. Es un camino que transita desde la existencia común a la sabiduría, desde la vida cotidiana hacia la reflexión elevada del pensamiento. Y, en este sentido, el hilvanado de la prosa poética de Manuel Rojas es una forma de mostrar esa capacidad elevada de razonamiento que emana de la vida cotidiana.
Lo novedoso es que Manuel Rojas incluye una novedosa técnica narrativa a la que se llamará racconto. Esta técnica consiste en insertar escenas retrospectivas haciéndolas discurrir lentamente hasta llegar al presente. Esto le confiere a Hijo de ladrón una lectura peculiar, pues no hay linealidad temporal única, sino que el orden de los acontecimientos emana como los recuerdos del protagonista. Uno de los primeros autores en utilizar el racconto en la literatura escrita en castellano fue el propio Manuel Rojas, aunque también lo hicieton otros autores contemporáneos como Miguel Delibes, Juan Rulfo o Ernesto Sábato.
Hijo de ladrón termina en el punto culmen en el que Aniceto Hevia nos invita a continuar junto a él su camino: “Nos detuvimos. Cristián avanzó hacia nosotros. Cuando se nos juntó, reanudamos la marcha”. Por tanto, el lector siente que queda camino por recorrer junto a Aniceto.
Singularidades y anécdotas
Hijo de ladrón fue publicada bajo este título en 1951, sin embargo, tuvo una publicación anterior bajo el título Tiempo irremediable en 1950, con la que su autor obtuvo una mención de honor en la Sociedad de Escritores Chilenos. Es una novela que abre paso a otras tres novelas más, cuyo protagonista es también Aniceto Hevia: Mejor que el vino (1958), Sombras contra el muro (1964) y La oscura vida radiante (1971).
Hijo de ladrón ha sido traducida a diferentes idiomas y en el año 2005 vio publicada una adaptación al cómic en la editorial Ocho Libros con guion de Cristian Morales. En definitiva, estamos ante una novela intimista pero con vocación claramente universal.
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Narra en primera persona la crónica de Aniceto Hevia, un adolescente nacido en Buenos Aires cuyo destino errante lo lleva a moverse por diferentes escenarios situados entre Argentina y Chile.
La novela empieza en la penitenciaría de Valparaíso, donde Aniceto Hevia recuerda hechos sucedidos durante unas 2 décadas, a partir de antecedente de su origen hasta entonces presente. Su historia va a estar marcada por un papá ausente, el Gallego, que poseía por oficio y emblema al hurto y al mundo delictivo.
Esta obra, escrita en primera persona en forma de monólogo interior, para muchos críticos tiene un cierto carácter autobiográfico. Hijo de ladrón destaca por su lenguaje apasionado, motivador, pero también frío en muchos momentos. El autor presta especial importancia a los ambientes oscuros de los arrabales, siendo el protagonista el joven Aniceto, de 16 años, contando sus aventuras y desventuras que forman su carácter y su identidad marginal. Por supuesto, dentro de esas aventuras, las desventuras son una parte importante.
En cuanto al argumento, la novela Hijo de ladrón comienza con una pregunta que Aniceto Hevia lanza hacia sí mismo, y hacia el lector: “¿Cómo y por qué llegué hasta aquí? Por los mismos motivos que he llegado a tantas partes. Es una historia larga y, lo que es peor, confusa”. El joven acaba de ser puesto en libertad tras haber estado en la cárcel por el robo de una joyería. Sin embargo, según su propio testimonio, fue acusado falsamente. Y tras esta primera declaración, Aniceto Hevia nos va desgranando su vida, reconstruyendo una infancia en la que nos presenta a los personajes que formaron parte de ella. Los recuerdos afloran y su memoria personal nos es desvelada poco a poco. En cierta forma, este joven actúa como narrador, pero también va siendo testigo de su propia historia.
A través de los recuerdos de Aniceto Hevia vamos a llegar hasta el presente, pero al lector le va a sobrecoger la sabiduría natural del personaje. Desde una marginalidad dura y con una vida difícil, Aniceto nos muestra su capacidad para sobreponerse a los hechos. El personaje reflexiona en base a sus acciones personales, pero estas pueden ser elevadas a categoría universal. Es un camino que transita desde la existencia común a la sabiduría, desde la vida cotidiana hacia la reflexión elevada del pensamiento. Y, en este sentido, el hilvanado de la prosa poética de Manuel Rojas es una forma de mostrar esa capacidad elevada de razonamiento que emana de la vida cotidiana.
Lo novedoso es que Manuel Rojas incluye una novedosa técnica narrativa a la que se llamará racconto. Esta técnica consiste en insertar escenas retrospectivas haciéndolas discurrir lentamente hasta llegar al presente. Esto le confiere a Hijo de ladrón una lectura peculiar, pues no hay linealidad temporal única, sino que el orden de los acontecimientos emana como los recuerdos del protagonista. Uno de los primeros autores en utilizar el racconto en la literatura escrita en castellano fue el propio Manuel Rojas, aunque también lo hicieton otros autores contemporáneos como Miguel Delibes, Juan Rulfo o Ernesto Sábato.
Hijo de ladrón termina en el punto culmen en el que Aniceto Hevia nos invita a continuar junto a él su camino: “Nos detuvimos. Cristián avanzó hacia nosotros. Cuando se nos juntó, reanudamos la marcha”. Por tanto, el lector siente que queda camino por recorrer junto a Aniceto.
Singularidades y anécdotas
Hijo de ladrón fue publicada bajo este título en 1951, sin embargo, tuvo una publicación anterior bajo el título Tiempo irremediable en 1950, con la que su autor obtuvo una mención de honor en la Sociedad de Escritores Chilenos. Es una novela que abre paso a otras tres novelas más, cuyo protagonista es también Aniceto Hevia: Mejor que el vino (1958), Sombras contra el muro (1964) y La oscura vida radiante (1971).
Hijo de ladrón ha sido traducida a diferentes idiomas y en el año 2005 vio publicada una adaptación al cómic en la editorial Ocho Libros con guion de Cristian Morales. En definitiva, estamos ante una novela intimista pero con vocación claramente universal.