La biofábrica fue construida en Misiones y se encuentra en la fase de puesta a punto. Allí se formarán los alumnos de las carreras de Biotecnología, Tecnología de los Alimentos y Gestión Ambiental. Además, los investigadores mantendrán una articulación constante con los productores de la zona, quienes seleccionarán el cultivo que deseen clonar. El uso de la biofábrica les permitirá a ellos acortar los tiempos de producción y asegurarse que los nuevos brotes serán copias idénticas del mejor ejemplar.
Para “fotocopiar” un cultivo, los científicos toman un fragmento (denominado explanto) de la planta madre, lo estudian, lo limpian y lo depositan en un medio de cultivo preparado especialmente para cada especie. Un parte de la planta que suele usarse para esto es el meristema, el tejido responsable del crecimiento de la planta y de gran potencial para la multiplicación. “Los fragmentos que usamos miden apenas un centímetro, o a veces milímetros, y la técnica depende del cultivo”, explicó Imanishi.
Al entrar a la biofábrica, se accede primero a un área de ingreso que contiene un monitor donde se visualizan las condiciones ambientales. Al lado, hay a un vestuario, donde el personal se coloca la vestimenta necesaria para no contaminar el interior: cofia, barbijo, guardapolvo y cubre-calzado. El proceso consta de tres partes con divisiones físicas. En la primera instancia se realiza la preparación y esterilización de los materiales y medios de cultivo. En este punto, es importante despojar al explanto de toda carga microbiana, ya que, de lo contrario, al introducirlo en el medio de cultivo no solo crecerá la planta sino que el medio también funcionará como alimento para bacterias y virus.
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La biofábrica fue construida en Misiones y se encuentra en la fase de puesta a punto. Allí se formarán los alumnos de las carreras de Biotecnología, Tecnología de los Alimentos y Gestión Ambiental. Además, los investigadores mantendrán una articulación constante con los productores de la zona, quienes seleccionarán el cultivo que deseen clonar. El uso de la biofábrica les permitirá a ellos acortar los tiempos de producción y asegurarse que los nuevos brotes serán copias idénticas del mejor ejemplar.
Para “fotocopiar” un cultivo, los científicos toman un fragmento (denominado explanto) de la planta madre, lo estudian, lo limpian y lo depositan en un medio de cultivo preparado especialmente para cada especie. Un parte de la planta que suele usarse para esto es el meristema, el tejido responsable del crecimiento de la planta y de gran potencial para la multiplicación. “Los fragmentos que usamos miden apenas un centímetro, o a veces milímetros, y la técnica depende del cultivo”, explicó Imanishi.
Al entrar a la biofábrica, se accede primero a un área de ingreso que contiene un monitor donde se visualizan las condiciones ambientales. Al lado, hay a un vestuario, donde el personal se coloca la vestimenta necesaria para no contaminar el interior: cofia, barbijo, guardapolvo y cubre-calzado. El proceso consta de tres partes con divisiones físicas. En la primera instancia se realiza la preparación y esterilización de los materiales y medios de cultivo. En este punto, es importante despojar al explanto de toda carga microbiana, ya que, de lo contrario, al introducirlo en el medio de cultivo no solo crecerá la planta sino que el medio también funcionará como alimento para bacterias y virus.
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