mingito
Como el agua corre, por efecto de la gravedad, desde los niveles más altos a los más bajos, las depresiones se llenaron, dando origen a los mares y océanos. De entre los océanos ¡emergían los primitivos continentes y, más arriba aún, gigantescas montañas.
Durante mucho tiempo se creyó que la formación de mares y montañas se debía a grandes cataclismos, que de tanto en tanto trastornaban la superficie terrestre. Si bien se admite que tales cataclismos extraordinarios, capaces de hundir mares y continentes, y generar otros en reemplazo, pudieron haberse producido, se acepta hoy que la mayor parte de las transformaciones de la Tierra han sobrevenido, en forma paulatina, a todo lo largo de su historia. Hay, hasta en nuestros días, evidencia de que ciertos continentes se hunden lentamente, mientras otros emergen más. Se sabe en la actualidad que una gran masa de hielo que se forma sobre un continente, puede hundirlo bajo su peso; recíprocamente, un continente lleno de hielo que en determinado momento comienza a fundirse puede aflorar más aún sobre la superficie de los océanos. Así como una tabla de madera flota en el agua o se hunde más o menos según se la: cargue encima, los continentes flotan ;en cierta medida, no sobre el agua, por cierto, sino sobre las capas de rocas plásticas que están por debajo de ellos. Una cadena de montañas, que en largos milenios es erosionada por las aguas de modo que sus materiales se depositan en la llanura, es como un buque que se descarga por ;un lado y se carga por el otro: necesariamente debe, por ello, inclinarse hacia el lado más pesado.
Si se observa con detención el efecto que produce una gota de agua sobre la tierra, puede comprenderse el enorme trabajo de desgaste que es capaz de producir este elemento.
Durante mucho tiempo se creyó que la formación de mares y montañas se debía a grandes cataclismos, que de tanto en tanto trastornaban la superficie terrestre. Si bien se admite que tales cataclismos extraordinarios, capaces de hundir mares y continentes, y generar otros en reemplazo, pudieron haberse producido, se acepta hoy que la mayor parte de las transformaciones de la Tierra han sobrevenido, en forma paulatina, a todo lo largo de su historia. Hay, hasta en nuestros días, evidencia de que ciertos continentes se hunden lentamente, mientras otros emergen más. Se sabe en la actualidad que una gran masa de hielo que se forma sobre un continente, puede hundirlo bajo su peso; recíprocamente, un continente lleno de hielo que en determinado momento comienza a fundirse puede aflorar más aún sobre la superficie de los océanos. Así como una tabla de madera flota en el agua o se hunde más o menos según se la: cargue encima, los continentes flotan ;en cierta medida, no sobre el agua, por cierto, sino sobre las capas de rocas plásticas que están por debajo de ellos. Una cadena de montañas, que en largos milenios es erosionada por las aguas de modo que sus materiales se depositan en la llanura, es como un buque que se descarga por ;un lado y se carga por el otro: necesariamente debe, por ello, inclinarse hacia el lado más pesado.
Si se observa con detención el efecto que produce una gota de agua sobre la tierra, puede comprenderse el enorme trabajo de desgaste que es capaz de producir este elemento.