l británico John Montagu, IV conde de Sandwich, fue enviado en 1746 como comisionado para tomar parte en las negociaciones que se llevaban a cabo en Aquisgrán, con el propósito de conseguir la firma de un tratado de paz que pusiera fin a la Guerra de Sucesión Austríaca que llevaba en marcha desde 1740.
Fueron dos años de largas conversaciones, por lo que en los ratos de ocio durante las negociaciones Montagu aprovechaba para jugar largas partidas de naipes que lo mantenían absorto durante un gran número de horas.
Su afición al juego de cartas lo llevaba a disputar largas partidas, lo que provocaba que, en más de una ocasión, ni siquiera se levantase de la mesa de juego para acudir a comer. Para ello, sus asistentes se las ingeniaron para poder servirle en la misma mesa donde jugaba un plato conteniendo una serie de alimentos que podían ser ingeridos fríos, como fiambres y carnes adobadas. Para evitar mancharse las manos, el conde colocaba los alimentos entre dos rebanadas de pan, lo que le permitía tener una de las dos manos libres y así poder seguir jugando.
Rápidamente se popularizó entre todos los presentes adquiriendo el nombre de sándwich y aunque algunas fuentes indican que fue el propio conde el que mandó que se le sirviera de ese modo, otros historiadores apuestan por la hipótesis de que fue ocurrencia de sus asistentes.
l británico John Montagu, IV conde de Sandwich, fue enviado en 1746 como comisionado para tomar parte en las negociaciones que se llevaban a cabo en Aquisgrán, con el propósito de conseguir la firma de un tratado de paz que pusiera fin a la Guerra de Sucesión Austríaca que llevaba en marcha desde 1740.
Fueron dos años de largas conversaciones, por lo que en los ratos de ocio durante las negociaciones Montagu aprovechaba para jugar largas partidas de naipes que lo mantenían absorto durante un gran número de horas.
Su afición al juego de cartas lo llevaba a disputar largas partidas, lo que provocaba que, en más de una ocasión, ni siquiera se levantase de la mesa de juego para acudir a comer. Para ello, sus asistentes se las ingeniaron para poder servirle en la misma mesa donde jugaba un plato conteniendo una serie de alimentos que podían ser ingeridos fríos, como fiambres y carnes adobadas. Para evitar mancharse las manos, el conde colocaba los alimentos entre dos rebanadas de pan, lo que le permitía tener una de las dos manos libres y así poder seguir jugando.
Rápidamente se popularizó entre todos los presentes adquiriendo el nombre de sándwich y aunque algunas fuentes indican que fue el propio conde el que mandó que se le sirviera de ese modo, otros historiadores apuestan por la hipótesis de que fue ocurrencia de sus asistentes.