Copiota" es la historia de dos amigas gatitas a las que les gusta jugar a un montón de cosas. Si Ana hace una cosa, Bea siempre quiere imitarla: a jugar a piratas, a bailar, a jugar con el aro… El problema llegó el día que jugaban a princesas… ¡solo había una corona! Y entonces pasó lo que nos tememos todos los padres en ese momento… ¡a Ana le dio una rabieta! Y ya no quería jugar con Bea. Ya no le parecía divertido que Bea la quisiera imitar en todo.
Pero claro, la historia no termina aquí. Porque Bea, sin tener a quién copiar, se aburría. Sin embargo, poco a poco se fue animando y comenzó a jugar sola. ¿He dicho sola? Pues poco le duró, porque entonces llegó Cloe, quien al ver a Bea saltando a la comba, quiso ser como ella… ¡y la copió!
No os voy a contar más para no desvelaros el final de una deliciosa historia que nos habla de cómo se pueden resolver conflictos entre los más pequeños y cómo la generosidad y el trabajo en equipo pueden llevarnos muy lejos.
Personalmente la historia me ha cautivado, porque es algo con lo que convivo cada día. Es inevitable que los hermanos pequeños imiten a los mayores o que nuestros hijos imiten comportamientos de sus compañeros del cole. Pero como padres, también debemos fomentar que desarrollen su propia personalidad, ayudarles a tener confianza en sí mismos y a aprender a convivir y compartir.
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Copiota" es la historia de dos amigas gatitas a las que les gusta jugar a un montón de cosas. Si Ana hace una cosa, Bea siempre quiere imitarla: a jugar a piratas, a bailar, a jugar con el aro… El problema llegó el día que jugaban a princesas… ¡solo había una corona! Y entonces pasó lo que nos tememos todos los padres en ese momento… ¡a Ana le dio una rabieta! Y ya no quería jugar con Bea. Ya no le parecía divertido que Bea la quisiera imitar en todo.
Pero claro, la historia no termina aquí. Porque Bea, sin tener a quién copiar, se aburría. Sin embargo, poco a poco se fue animando y comenzó a jugar sola. ¿He dicho sola? Pues poco le duró, porque entonces llegó Cloe, quien al ver a Bea saltando a la comba, quiso ser como ella… ¡y la copió!
No os voy a contar más para no desvelaros el final de una deliciosa historia que nos habla de cómo se pueden resolver conflictos entre los más pequeños y cómo la generosidad y el trabajo en equipo pueden llevarnos muy lejos.
Personalmente la historia me ha cautivado, porque es algo con lo que convivo cada día. Es inevitable que los hermanos pequeños imiten a los mayores o que nuestros hijos imiten comportamientos de sus compañeros del cole. Pero como padres, también debemos fomentar que desarrollen su propia personalidad, ayudarles a tener confianza en sí mismos y a aprender a convivir y compartir.
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