El Bautismo de Jesús es un episodio en la vida de Jesús de Nazaret que aparece relatado en el Nuevo Testamento, y con él se inicia su ministerio público. Lo mencionan los cuatro Evangelistas: Mt 3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22; Jn 1,29-34. Los evangelios canónicos narran que Jesús llega a la orilla del río Jordán procedente de Galilea, y allí pide a su primo Juan que le bautice. Juan protesta y dice que es él quien debiera ser bautizado por Jesús.
Jesús le responde:
Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.»
Evangelio de Mateo 3,15
Juan procede y el Espíritu de Dios desciende sobre Jesús, al tiempo que una voz decía:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.»
Evangelio de Mateo 3,17
Explicación:
Dado que el bautismo de Jesús por Juan el Bautista es coronado por la bajada del Espíritu Santo y la proclamación de Dios Padre de la filiación divina de Jesús, los cristianos consideraron esta escena como una manifestación o teofanía del misterio de la Santísima Trinidad. La Iglesia católica la conmemora bajo el nombre de Solemnidad del Bautismo del Señor, el domingo posterior a la solemnidad de Epifanía, y con ella finaliza el tiempo litúrgico de la Navidad.
Juan sabe que el bautismo que realiza es para quienes se arrepienten de sus pecados, pero Jesús no ha cometido ninguno. A pesar de la reacción inicial de Juan, Jesús le insiste: “Deja que sea así esta vez, porque está bien que cumplamos de este modo con todo lo que es justo” (Mateo 3:15).
¿Por qué es apropiado que Jesús se bautice? Porque lo hace, no para demostrar que se ha arrepentido de sus pecados, sino para indicar que se presenta ante su Padre a fin de hacer Su voluntad (Hebreos 10:5-7). Hasta ahora, Jesús ha trabajado de carpintero, pero ha llegado el momento de que empiece la obra que su Padre celestial le mandó hacer en la Tierra. ¿Espera Juan que ocurra algo extraordinario cuando bautice a Jesús?
Pues bien, Juan cuenta más tarde: “El que me envió a bautizar en agua me dijo: ‘Sabrás quién es el que bautiza en espíritu santo cuando veas que el espíritu baja y se queda sobre él’” (Juan 1:33). Así que Juan espera que el espíritu de Dios descienda sobre alguien a quien él bautice. Por lo tanto, cuando Jesús sale del agua, puede que a Juan no le sorprenda ver “el espíritu de Dios bajando como una paloma y viniendo sobre Jesús” (Mateo 3:16).
El espíritu santo desciende sobre Jesús en el momento de su bautismo
Pero entonces ocurre algo más: se abren los cielos. ¿Qué significa eso? Probablemente significa que, a partir de ese momento, Jesús recuerda la vida que había tenido en el cielo como hijo espiritual de Jehová, así como las verdades que Dios le enseñó antes de venir a la Tierra.
Además, en el momento de su bautismo, una voz dice desde el cielo: “Este es mi Hijo amado; él tiene mi aprobación” (Mateo 3:17). ¿De quién es esa voz? No puede ser de Jesús, porque él está allí mismo con Juan. Es la voz de Dios, lo que deja claro que Jesús no es Dios, sino su Hijo.
Respuesta:
El Bautismo de Jesús es un episodio en la vida de Jesús de Nazaret que aparece relatado en el Nuevo Testamento, y con él se inicia su ministerio público. Lo mencionan los cuatro Evangelistas: Mt 3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22; Jn 1,29-34. Los evangelios canónicos narran que Jesús llega a la orilla del río Jordán procedente de Galilea, y allí pide a su primo Juan que le bautice. Juan protesta y dice que es él quien debiera ser bautizado por Jesús.
Jesús le responde:
Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.»
Evangelio de Mateo 3,15
Juan procede y el Espíritu de Dios desciende sobre Jesús, al tiempo que una voz decía:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.»
Evangelio de Mateo 3,17
Explicación:
Dado que el bautismo de Jesús por Juan el Bautista es coronado por la bajada del Espíritu Santo y la proclamación de Dios Padre de la filiación divina de Jesús, los cristianos consideraron esta escena como una manifestación o teofanía del misterio de la Santísima Trinidad. La Iglesia católica la conmemora bajo el nombre de Solemnidad del Bautismo del Señor, el domingo posterior a la solemnidad de Epifanía, y con ella finaliza el tiempo litúrgico de la Navidad.
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Juan sabe que el bautismo que realiza es para quienes se arrepienten de sus pecados, pero Jesús no ha cometido ninguno. A pesar de la reacción inicial de Juan, Jesús le insiste: “Deja que sea así esta vez, porque está bien que cumplamos de este modo con todo lo que es justo” (Mateo 3:15).
¿Por qué es apropiado que Jesús se bautice? Porque lo hace, no para demostrar que se ha arrepentido de sus pecados, sino para indicar que se presenta ante su Padre a fin de hacer Su voluntad (Hebreos 10:5-7). Hasta ahora, Jesús ha trabajado de carpintero, pero ha llegado el momento de que empiece la obra que su Padre celestial le mandó hacer en la Tierra. ¿Espera Juan que ocurra algo extraordinario cuando bautice a Jesús?
Pues bien, Juan cuenta más tarde: “El que me envió a bautizar en agua me dijo: ‘Sabrás quién es el que bautiza en espíritu santo cuando veas que el espíritu baja y se queda sobre él’” (Juan 1:33). Así que Juan espera que el espíritu de Dios descienda sobre alguien a quien él bautice. Por lo tanto, cuando Jesús sale del agua, puede que a Juan no le sorprenda ver “el espíritu de Dios bajando como una paloma y viniendo sobre Jesús” (Mateo 3:16).
El espíritu santo desciende sobre Jesús en el momento de su bautismo
Pero entonces ocurre algo más: se abren los cielos. ¿Qué significa eso? Probablemente significa que, a partir de ese momento, Jesús recuerda la vida que había tenido en el cielo como hijo espiritual de Jehová, así como las verdades que Dios le enseñó antes de venir a la Tierra.
Además, en el momento de su bautismo, una voz dice desde el cielo: “Este es mi Hijo amado; él tiene mi aprobación” (Mateo 3:17). ¿De quién es esa voz? No puede ser de Jesús, porque él está allí mismo con Juan. Es la voz de Dios, lo que deja claro que Jesús no es Dios, sino su Hijo.
Explicación: