Según la creencia ancestral ashaninka, los chamanes o sheripiari son los que ‘conversan’ con los espíritus, ya que tienen la capacidad para acceder a las formas de vivir de los seres que habitan en la naturaleza; en los bosques, las montañas, las lagunas, las quebradas, los ríos. Asimismo, estos personajes tienen el poder para curar las enfermedades, los daños por brujerías y los desórdenes en la relación con la naturaleza. Para ello, los sheripiari realizan dietas especiales e ingieren plantas que ellos mismos cultivan, como el tabaco y la ayahuasca (AIDESEP et al. 2000, SERNANP 2013).
Los sheripiari se preparan también para comunicarse con Tsomiri, el espíritu que, según la creencia ashaninka, domina a todos los seres vivientes del agua. En su publicación El ojo verde, cosmovisiones amazónicas, AIDESEP (2000) menciona que, de acuerdo con la cosmovisión ashaninka, se debe ofrecer objetos o alimentos a los espíritus como Tsomiri, con el fin pedirles favores tales como un buen día de pesca o de caza. Dado que los animales tienen un ‘dueño’, se debe ofrecer regalos para que estos ‘suelten a sus animales’.
La caza, denominada kobintaantsi en ashaninka, involucra aspectos que van más allá del hecho de cazar animales para alimentarse. El SERNAMP (2013) en su Plan Maestro de la Reserva Comunal Ashaninka refiere a las normas y prácticas que pautan la relación del cazador con el medio ambiente. Entre ellas están la de no cazar excesivamente a una misma presa, no hacer sufrir inútilmente a la presa o la prohibición para los cazadores principiantes de alimentarse de sus primeras presas, ya que esto influiría negativamente en su desempeño como cazadores. Así también, es costumbre que los cazadores se purguen mediante el uso de plantas que los ayudarán a fortalecer sus habilidades de caza.
Otra creencia ancestral de este pueblo es el vínculo que establecen las personas, a través de la cacería, con los espíritus tutelares de los animales. Según Rojas (1994) como en la división de las actividades productivas, ha existido también una división según género del mundo de la naturaleza. Así, los seres femeninos son el conjunto de árboles y plantas, mientras los animales terrestres, aves y peces son considerados seres masculinos.
Las mujeres ashaninka han tenido como práctica ancestral la elaboración de cerámica y otras artesanías, tales como cestos y esteras. Para Varese (2006), un artículo importante es el cesto de la mujer, que tradicionalmente lleva colgado de la frente mediante una cinta de corteza. Por otro lado, el autor ha resaltado el hilado y el tejido como actividades principalmente femeninas, que se han traducido en la tradicional confección de la cushma, indumentaria típica de los ashaninka, hecha de tela de corteza o de algodón. Como otros objetos, las cushmas se decoran con diseños geométricos.
Según la creencia ancestral ashaninka, los chamanes o sheripiari son los que ‘conversan’ con los espíritus, ya que tienen la capacidad para acceder a las formas de vivir de los seres que habitan en la naturaleza; en los bosques, las montañas, las lagunas, las quebradas, los ríos. Asimismo, estos personajes tienen el poder para curar las enfermedades, los daños por brujerías y los desórdenes en la relación con la naturaleza. Para ello, los sheripiari realizan dietas especiales e ingieren plantas que ellos mismos cultivan, como el tabaco y la ayahuasca (AIDESEP et al. 2000, SERNANP 2013).
Los sheripiari se preparan también para comunicarse con Tsomiri, el espíritu que, según la creencia ashaninka, domina a todos los seres vivientes del agua. En su publicación El ojo verde, cosmovisiones amazónicas, AIDESEP (2000) menciona que, de acuerdo con la cosmovisión ashaninka, se debe ofrecer objetos o alimentos a los espíritus como Tsomiri, con el fin pedirles favores tales como un buen día de pesca o de caza. Dado que los animales tienen un ‘dueño’, se debe ofrecer regalos para que estos ‘suelten a sus animales’.
La caza, denominada kobintaantsi en ashaninka, involucra aspectos que van más allá del hecho de cazar animales para alimentarse. El SERNAMP (2013) en su Plan Maestro de la Reserva Comunal Ashaninka refiere a las normas y prácticas que pautan la relación del cazador con el medio ambiente. Entre ellas están la de no cazar excesivamente a una misma presa, no hacer sufrir inútilmente a la presa o la prohibición para los cazadores principiantes de alimentarse de sus primeras presas, ya que esto influiría negativamente en su desempeño como cazadores. Así también, es costumbre que los cazadores se purguen mediante el uso de plantas que los ayudarán a fortalecer sus habilidades de caza.
Otra creencia ancestral de este pueblo es el vínculo que establecen las personas, a través de la cacería, con los espíritus tutelares de los animales. Según Rojas (1994) como en la división de las actividades productivas, ha existido también una división según género del mundo de la naturaleza. Así, los seres femeninos son el conjunto de árboles y plantas, mientras los animales terrestres, aves y peces son considerados seres masculinos.
Las mujeres ashaninka han tenido como práctica ancestral la elaboración de cerámica y otras artesanías, tales como cestos y esteras. Para Varese (2006), un artículo importante es el cesto de la mujer, que tradicionalmente lleva colgado de la frente mediante una cinta de corteza. Por otro lado, el autor ha resaltado el hilado y el tejido como actividades principalmente femeninas, que se han traducido en la tradicional confección de la cushma, indumentaria típica de los ashaninka, hecha de tela de corteza o de algodón. Como otros objetos, las cushmas se decoran con diseños geométricos.