frecuente que los historiadores de la conquista de México expresen su desconcierto, y a veces incluso su decepción, porque los mexicas o aztecas, encabezados por su tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, no hayan usado la fuerza de manera decisiva para detener a los expedicionarios españoles encabezados por Hernán Cortés en 1519. Según esta opinión, tan repetida, parece incomprensible que el pueblo más poderoso y con el mayor ejército de Mesoamérica, capaz de movilizar a miles o decenas de miles de guerreros, haya desperdiciado la oportunidad de vencer, ahuyentar o aniquilar al medio millar de invasores que desembarcaron en las costas de Veracruz en abril de 1519. Se repite, también, que esta oportunidad de detener a los conquistadores fue efímera pues las alianzas que comenzaron a tejer desde Veracruz los fueron fortaleciendo. Igualmente, se suele ver la decisión de los gobernantes mexicas de recibir en paz a los españoles en su capital de México-Tenochtitlan como otro error militar difícil de entender. Estas supuestas fallas militares de los mexicas resultan más desconcertantes porque ellos se definían como un pueblo valiente y belicoso, dispuesto a confrontar a sus enemigos y a vencerlos “con la fuerza de su brazo izquierdo”, como reza su propia expresión mexica.
Por eso, los historiadores han propuesto que los mexicas fueron paralizados por una serie de fallas o errores propios. Se suelen mencionar, en primer lugar, los defectos del propio Moctezuma, a quien se atribuye un poder casi absoluto y por ende una responsabilidad conmensurable. Se dice que el gobernante mexica fue cobarde, por no recurrir a la fuerza militar, fue indeciso, por querer combinar una estrategia diplomática y de intimidación hacia los recién llegados, y que, sobre todo, fue omiso, al no reconocer el peligro que enfrentaba. Más allá de la culpa individual de Moctezuma, se suele argüir que los mexicas eran fatalistas y que sus expectativas del fin del mundo los paralizaron ante el desafío planteado por los invasores.
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frecuente que los historiadores de la conquista de México expresen su desconcierto, y a veces incluso su decepción, porque los mexicas o aztecas, encabezados por su tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, no hayan usado la fuerza de manera decisiva para detener a los expedicionarios españoles encabezados por Hernán Cortés en 1519. Según esta opinión, tan repetida, parece incomprensible que el pueblo más poderoso y con el mayor ejército de Mesoamérica, capaz de movilizar a miles o decenas de miles de guerreros, haya desperdiciado la oportunidad de vencer, ahuyentar o aniquilar al medio millar de invasores que desembarcaron en las costas de Veracruz en abril de 1519. Se repite, también, que esta oportunidad de detener a los conquistadores fue efímera pues las alianzas que comenzaron a tejer desde Veracruz los fueron fortaleciendo. Igualmente, se suele ver la decisión de los gobernantes mexicas de recibir en paz a los españoles en su capital de México-Tenochtitlan como otro error militar difícil de entender. Estas supuestas fallas militares de los mexicas resultan más desconcertantes porque ellos se definían como un pueblo valiente y belicoso, dispuesto a confrontar a sus enemigos y a vencerlos “con la fuerza de su brazo izquierdo”, como reza su propia expresión mexica.
Por eso, los historiadores han propuesto que los mexicas fueron paralizados por una serie de fallas o errores propios. Se suelen mencionar, en primer lugar, los defectos del propio Moctezuma, a quien se atribuye un poder casi absoluto y por ende una responsabilidad conmensurable. Se dice que el gobernante mexica fue cobarde, por no recurrir a la fuerza militar, fue indeciso, por querer combinar una estrategia diplomática y de intimidación hacia los recién llegados, y que, sobre todo, fue omiso, al no reconocer el peligro que enfrentaba. Más allá de la culpa individual de Moctezuma, se suele argüir que los mexicas eran fatalistas y que sus expectativas del fin del mundo los paralizaron ante el desafío planteado por los invasores.