Algunos médicos, filósofos, moralista de la primera mitad del siglo XVI recomendaban una limpieza exhaustiva de determinadas partes del cuerpo y no que se utilizase el baño de cuerpo entero de forma habitual (habrá quien incluso sea contrario a ello)
El hedor del cuerpo humano era amortiguado con perfumes persistentes. Durante la Edad Media (siglos XV – XVI), la clase alta se tomaba un baño al menos una vez cada pocos meses, pero para el siglo XVIII ya había desaparecido por completo.
En el siglo XVIII, la gente se lavaba poco y lo hacía en seco, evitando el uso del agua. Ello se explica en buena parte por la creencia, muy extendida, según la cual la salud del cuerpo y del alma dependía del equilibrio entre los cuatro humores que se suponía que integraban el cuerpo: sangre, pituita, bilis amarilla y atrabilis. Los malos humores se evacuaban mediante procesos naturales como las hemorragias, los vómitos o la transpiración, y cuando éstos no funcionaban se recurría a purgas o sangrías efectuadas por los médicos. Lógicamente, la introducción de un quinto elemento extraño, como el agua, se observaba con recelo.
Respuesta:
Algunos médicos, filósofos, moralista de la primera mitad del siglo XVI recomendaban una limpieza exhaustiva de determinadas partes del cuerpo y no que se utilizase el baño de cuerpo entero de forma habitual (habrá quien incluso sea contrario a ello)
Explicación:
Corona plis, saludos
Respuesta:
El hedor del cuerpo humano era amortiguado con perfumes persistentes. Durante la Edad Media (siglos XV – XVI), la clase alta se tomaba un baño al menos una vez cada pocos meses, pero para el siglo XVIII ya había desaparecido por completo.
En el siglo XVIII, la gente se lavaba poco y lo hacía en seco, evitando el uso del agua. Ello se explica en buena parte por la creencia, muy extendida, según la cual la salud del cuerpo y del alma dependía del equilibrio entre los cuatro humores que se suponía que integraban el cuerpo: sangre, pituita, bilis amarilla y atrabilis. Los malos humores se evacuaban mediante procesos naturales como las hemorragias, los vómitos o la transpiración, y cuando éstos no funcionaban se recurría a purgas o sangrías efectuadas por los médicos. Lógicamente, la introducción de un quinto elemento extraño, como el agua, se observaba con recelo.