El primer texto escrito en español fueron las conocidas como Glosas Emilianenses, que son unas notas manuscritas realizadas un poco antes del año 1000 en el margen de un códice que se guarda en el monasterio riojano de San Millán de la Cogolla.
Las descubrió don Manuel Gómez Moreno, quien las copió y las envió a don Ramón Menéndez Pidal; el cual, a su vez, las reconoció como el texto castellano más antiguo conocido. Se supone que su autor fue un monje anónimo que traducía el latín del códice a su lengua materna, que entonces empezaba ya a ser el castellano.
Curiosamente, en el mismo original aparecen también las primeras frases que se conservan en vascuence, lo que induce a pensar que el monje que escribió las glosas hablaba vasco y, ampliando este razonamiento, podríamos concluir que el castellano primitivo fue un latín vulgar modelado por vascos.
La Rioja es un punto de encuentro entre Aragón, Navarra y Castilla; así que la presencia de los repobladores navarros vascoparlantes se advierte en muchos topónimos de la zona. La lengua de los riojanos del siglo X era una variante de lo que se hablaba en las tierras limítrofes entre Navarra y Aragón, mezcla de vasco y latín vulgar. Desde la Rioja, el nuevo dialecto irradió hacia Castilla y terminó por convertirse en la lengua con la que hoy se comunican más de 300 millones de personas en todo el mundo.
El primer texto escrito en español fueron las conocidas como Glosas Emilianenses, que son unas notas manuscritas realizadas un poco antes del año 1000 en el margen de un códice que se guarda en el monasterio riojano de San Millán de la Cogolla.
Las descubrió don Manuel Gómez Moreno, quien las copió y las envió a don Ramón Menéndez Pidal; el cual, a su vez, las reconoció como el texto castellano más antiguo conocido. Se supone que su autor fue un monje anónimo que traducía el latín del códice a su lengua materna, que entonces empezaba ya a ser el castellano.
Curiosamente, en el mismo original aparecen también las primeras frases que se conservan en vascuence, lo que induce a pensar que el monje que escribió las glosas hablaba vasco y, ampliando este razonamiento, podríamos concluir que el castellano primitivo fue un latín vulgar modelado por vascos.
La Rioja es un punto de encuentro entre Aragón, Navarra y Castilla; así que la presencia de los repobladores navarros vascoparlantes se advierte en muchos topónimos de la zona. La lengua de los riojanos del siglo X era una variante de lo que se hablaba en las tierras limítrofes entre Navarra y Aragón, mezcla de vasco y latín vulgar. Desde la Rioja, el nuevo dialecto irradió hacia Castilla y terminó por convertirse en la lengua con la que hoy se comunican más de 300 millones de personas en todo el mundo.