pues, al principio de los tiempos entre las diversas tribu preneardenthales que existirían en la tierra, debería haber habido alguna especie de adoración a los fuegos creados de forma natural en las sabanas en épocas de sequía como consecuencia de las altas temperaturas incluso por tormentas eléctricas. sin embargo los mas sensato es que el hombre del pasado descubriera el fuego a partir del choque de elementos sólidos secos como rocas, maderos entre otros.
Explicación:
espero que entiendas mi respuesta y que te pueda servir
La idea más aceptada hoy sugiere que fue el consumo de carne lo que diferenció al erectus del más primitivo Homo habilis. El gran aporte energético de la carne permitió reducir el tubo digestivo y los dientes, dejando calorías de sobra para que el cerebro creciera hasta casi duplicar el de su predecesor.
En 1999 el primatólogo británico Richard Wrangham lanzó una hipótesis arriesgada: no fue la carne la que impulsó el desarrollo del Homo erectus, sino la cocina. Según Wrangham, el alimento cocinado, sobre todo los tubérculos, era más fácil de masticar y digerir, y fue esta mayor eficiencia alimentaria la que originó los cambios anatómicos. Para Wrangham, somos lo que somos gracias a la cocina, y por tanto al fuego.
Respuesta:
pues, al principio de los tiempos entre las diversas tribu preneardenthales que existirían en la tierra, debería haber habido alguna especie de adoración a los fuegos creados de forma natural en las sabanas en épocas de sequía como consecuencia de las altas temperaturas incluso por tormentas eléctricas. sin embargo los mas sensato es que el hombre del pasado descubriera el fuego a partir del choque de elementos sólidos secos como rocas, maderos entre otros.
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La idea más aceptada hoy sugiere que fue el consumo de carne lo que diferenció al erectus del más primitivo Homo habilis. El gran aporte energético de la carne permitió reducir el tubo digestivo y los dientes, dejando calorías de sobra para que el cerebro creciera hasta casi duplicar el de su predecesor.
En 1999 el primatólogo británico Richard Wrangham lanzó una hipótesis arriesgada: no fue la carne la que impulsó el desarrollo del Homo erectus, sino la cocina. Según Wrangham, el alimento cocinado, sobre todo los tubérculos, era más fácil de masticar y digerir, y fue esta mayor eficiencia alimentaria la que originó los cambios anatómicos. Para Wrangham, somos lo que somos gracias a la cocina, y por tanto al fuego.