Respuesta: Oscar Olivera es recordado sobre todo por haber sido uno de los dirigentes sociales que encabezaron la llamada “guerra del agua” en 2000 en la ciudad de Cochabamba. A casi 15 años del hecho, no deja de precisar lo que según él fue lo principal de dicha movilización: “por un lado, logramos recuperar el agua como un bien común; por otro, se consiguió la ruptura de un modelo económico de saqueo total; y, también, en el tema político, se rompió con el monopolio de las decisiones que viene a través de los partidos y las coaliciones”.
La movilización social cochabambina del 2000, afirma, fue el “parto” del actual ‘proceso de cambio’, aunque no deja de establecer su posición crítica al respecto: “El 2000 hemos ganado, pero este Gobierno otra vez nos ha expropiado la capacidad de decidir, otra vez los partidos han ocupado ese espacio de decisión que era la sociedad en movimiento. Hemos ganado, pero al mismo tiempo hemos perdido. Lo que hoy nos toca hacer es volver a ponernos de pie y recuperar la política, la economía”.
Hoy, Óscar Olivera —afirma enfático— aún se dedica a la política, pero entendida ésta “como la posibilidad de intervenir y disputar al poder estatal, de cambiar las cosas por nosotros mismos; no creo en la política de los partidos, nunca he sido militante; para mí, la política es la capacidad que la gente tiene de cambiar las cosas, de manera colectiva”.
Por esta razón —cuenta— trabaja “en algunas escuelitas rurales en Cochabamba, con niños, padres, maestros, mamás, por las comunidades. Me he vuelto un hortelano; 40 años he sido de la metalmecánica, obrero metalúrgico, y ahora soy un hortelano, desde hace unos cuatro años trabajo en las escuelas creando huertos escolares y familiares”.
Bajo esta nueva actividad, destaca, hace lo que siempre hizo: crear “espacios de encuentro entre la gente” para generar cambios sociales. “No pertenezco a ningún sindicato, partido ni ente cívico, porque creo que todas esas institucionalidades han fracasado; creo que hay que crear una nueva institucionalidad con la gente desde muy abajo, y muy abajo son los niños. Desde abajo y desde afuera; no he creído ni quiero hacer política desde arriba y desde adentro de esa institucionalidad”.
Pero su labor también tiene un trasfondo económico y social: la seguridad alimentaria desde las comunidades, en vista a los años duros —afirma— que se vienen a causa del cambio climático. “El cambio climático no es algo que se pueda bloquear porque es algo que se viene, que está presente; pero tenemos que generar formas de ‘bloqueo’, y eso es teniendo conocimiento de estos modelos de desarrollo (comunitarios), y cómo podemos enfrentar el cambio climático desde los huertos, desde lo más concreto, con la gente”.
Para el caso, informa, se está trabajando, por ejemplo, en mejorar las semillas, en el sentido de que sean más resistentes a la falta de agua y al excesivo calor, que pronostica habrá para regiones como Cochabamba. Es partidario de promover la autonomía social: “La única forma de cambiar nuestra vida es la acción colectiva y de una forma autónoma; crear espacios donde no dependamos de nadie, no tengamos que estirar la mano para pedir nada, sino hacerlo con nuestro propio esfuerzo”.
Respuesta: Oscar Olivera es recordado sobre todo por haber sido uno de los dirigentes sociales que encabezaron la llamada “guerra del agua” en 2000 en la ciudad de Cochabamba. A casi 15 años del hecho, no deja de precisar lo que según él fue lo principal de dicha movilización: “por un lado, logramos recuperar el agua como un bien común; por otro, se consiguió la ruptura de un modelo económico de saqueo total; y, también, en el tema político, se rompió con el monopolio de las decisiones que viene a través de los partidos y las coaliciones”.
La movilización social cochabambina del 2000, afirma, fue el “parto” del actual ‘proceso de cambio’, aunque no deja de establecer su posición crítica al respecto: “El 2000 hemos ganado, pero este Gobierno otra vez nos ha expropiado la capacidad de decidir, otra vez los partidos han ocupado ese espacio de decisión que era la sociedad en movimiento. Hemos ganado, pero al mismo tiempo hemos perdido. Lo que hoy nos toca hacer es volver a ponernos de pie y recuperar la política, la economía”.
Hoy, Óscar Olivera —afirma enfático— aún se dedica a la política, pero entendida ésta “como la posibilidad de intervenir y disputar al poder estatal, de cambiar las cosas por nosotros mismos; no creo en la política de los partidos, nunca he sido militante; para mí, la política es la capacidad que la gente tiene de cambiar las cosas, de manera colectiva”.
Por esta razón —cuenta— trabaja “en algunas escuelitas rurales en Cochabamba, con niños, padres, maestros, mamás, por las comunidades. Me he vuelto un hortelano; 40 años he sido de la metalmecánica, obrero metalúrgico, y ahora soy un hortelano, desde hace unos cuatro años trabajo en las escuelas creando huertos escolares y familiares”.
Bajo esta nueva actividad, destaca, hace lo que siempre hizo: crear “espacios de encuentro entre la gente” para generar cambios sociales. “No pertenezco a ningún sindicato, partido ni ente cívico, porque creo que todas esas institucionalidades han fracasado; creo que hay que crear una nueva institucionalidad con la gente desde muy abajo, y muy abajo son los niños. Desde abajo y desde afuera; no he creído ni quiero hacer política desde arriba y desde adentro de esa institucionalidad”.
Pero su labor también tiene un trasfondo económico y social: la seguridad alimentaria desde las comunidades, en vista a los años duros —afirma— que se vienen a causa del cambio climático. “El cambio climático no es algo que se pueda bloquear porque es algo que se viene, que está presente; pero tenemos que generar formas de ‘bloqueo’, y eso es teniendo conocimiento de estos modelos de desarrollo (comunitarios), y cómo podemos enfrentar el cambio climático desde los huertos, desde lo más concreto, con la gente”.
Para el caso, informa, se está trabajando, por ejemplo, en mejorar las semillas, en el sentido de que sean más resistentes a la falta de agua y al excesivo calor, que pronostica habrá para regiones como Cochabamba. Es partidario de promover la autonomía social: “La única forma de cambiar nuestra vida es la acción colectiva y de una forma autónoma; crear espacios donde no dependamos de nadie, no tengamos que estirar la mano para pedir nada, sino hacerlo con nuestro propio esfuerzo”.