Respuesta:
Explicación:
A medida que la cristianización avanzó, fueron más numerosos los
cristianos que tuvieron por ocupación los asuntos públicos, hasta que
en la era posterior a Constantino y durante los largos siglos de las
Edades Media y Moderna, fueron cristianos la práctica totalidad de
quienes, según las posibilidades y las costumbres de cada época, se
ocuparon de la vida pública. Emperadores, reyes y reinas, nobles,
militares, munícipes, jueces, curiales, etc., fueron cristianos.
¿Profundamente cristianos? En lo que atañe a la fe sin duda; en cuanto
a la vida moral hubo de todo: santos y pecadores. En todo caso, hay
un hecho incontestable que, sin nostalgias por formas históricas
irrepetibles –y en cierto sentido con hechos e instituciones
indeseables–, constituye una lección para los cristianos de hoy: de una
sociedad pagana se pasó a una sociedad cristiana, regida por lo que
los autores medievales llamaron la utraque lex, la ley civil y la ley
evangélica. La Europa evangelizada formó la respublica christiana
en la cual, tanto las leyes como el contexto social estaban imbuidos de
la fe y de la moral cristianas. No era, desde luego, un paraíso: las
profundas lacras morales que mancillaron la vida de esos siglos son
conocidas y no es el momento ni la ocasión para detenerse en ellas. El
pecado original hace estragos en todas las épocas. Lo que ahora nos
interesa resaltar es el hecho, enormemente positivo y aleccionador, de
que la semilla de los primeros cristianos, unida a la fidelidad de las
generaciones posteriores, dio un vuelco a la sociedad europea, y fue
capaz de crear unas estructuras sociales y políticas imbuidas del
espíritu evangélico.
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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Respuesta:
Explicación:
A medida que la cristianización avanzó, fueron más numerosos los
cristianos que tuvieron por ocupación los asuntos públicos, hasta que
en la era posterior a Constantino y durante los largos siglos de las
Edades Media y Moderna, fueron cristianos la práctica totalidad de
quienes, según las posibilidades y las costumbres de cada época, se
ocuparon de la vida pública. Emperadores, reyes y reinas, nobles,
militares, munícipes, jueces, curiales, etc., fueron cristianos.
¿Profundamente cristianos? En lo que atañe a la fe sin duda; en cuanto
a la vida moral hubo de todo: santos y pecadores. En todo caso, hay
un hecho incontestable que, sin nostalgias por formas históricas
irrepetibles –y en cierto sentido con hechos e instituciones
indeseables–, constituye una lección para los cristianos de hoy: de una
sociedad pagana se pasó a una sociedad cristiana, regida por lo que
los autores medievales llamaron la utraque lex, la ley civil y la ley
evangélica. La Europa evangelizada formó la respublica christiana
en la cual, tanto las leyes como el contexto social estaban imbuidos de
la fe y de la moral cristianas. No era, desde luego, un paraíso: las
profundas lacras morales que mancillaron la vida de esos siglos son
conocidas y no es el momento ni la ocasión para detenerse en ellas. El
pecado original hace estragos en todas las épocas. Lo que ahora nos
interesa resaltar es el hecho, enormemente positivo y aleccionador, de
que la semilla de los primeros cristianos, unida a la fidelidad de las
generaciones posteriores, dio un vuelco a la sociedad europea, y fue
capaz de crear unas estructuras sociales y políticas imbuidas del
espíritu evangélico.