Respuesta:
Libertad de expresión y construcción de un nuevo discurso
en un mundo fragmentado
Abordar la libertad de expresión desde múltiples aristas
sin dejar por fuera nada de lo que se está debatiendo; no cejar en
el empeño de cuestionarlo todo; de construir, desde la palabra y
bajo estrictas normas éticas aquella realidad que pretendemos
construir; desde el discurso, desde las buenas intenciones, una
realidad que de abasto a todos quienes habitamos un planeta, un
país o, por lo menos una ciudad.
El poder de los medios masivos de comunicación radicaba,
hasta hace poco, en dos pilares: cuestionar el poder o por lo
menos interpelarlo y, construir la realidad, al margen incluso de lo
que sucedía en la realidad real. En la actualidad su poder radica
en la credibilidad y en la cercanía, en la capacidad de compartir
códigos y propuestas, en proyectar un horizonte de deseabilidad
que seduzca a la audiencia.
El poder de los medios; calientes o fríos según su capacidad
para sumergirte o interactuar, para convocar todos o solo parte
de los sentidos, para presentar la realidad de forma parcial o
completa; es su capacidad para exigir la colaboración, o no, de la
audiencia para completar y elaborar lo que se recibe. Ese poder de
seducción, en los últimos años, ha sido cuestionado por una red
de productores de noticias de baja intensidad que cuestionan el
discurso y la visión que ofrecen los telediarios (Eco, 2016).
La fragmentación en los orígenes
Las sociedades del capitalismo periférico, pre y posmodernas
a la vez, son controversiales desde la misma construcción de
la realidad o del carácter de los sueños con que elaboran los
proyectos de futuro, en las narrativas acerca del pasado, en los
discursos y visiones acerca de la cotidianidad o de los relatos de lo
extraordinario. Sociedades en suma, como la nuestra, que aún no
logran descifrar su pasado, asumirlo, procesarlo y redefinirlos para
proyectarse hacia el mundo sin falsos arquetipos y sin complejos.
Nacimos al calor de la enmarañada realidad del saqueo, la
dominación, la rapiña y, a la vez, del orgullo, la necedad, la avaricia y
el poder para someter; de la ignorancia y la sabiduría; del oprobio y la
servidumbre; de la dignidad convertida en resistencia. Dos vertientes
100
Revista Enfoques de la Comunicación
y un solo resultado. Una compleja realidad que nos ata sin atenuantes
a tratar de dividir las aguas entre aquellos que reconocen la vertiente
originaria y los que hacen suya únicamente la hidalga. Compleja
amalgama de lo que Echeverría denominaría blanquitud; “que no
está enraizado en el tema étnico sino que es expresión del carácter
étnico en que se expresa la totalidad de la dominación de este orden
civilizatorio, es decir, tiene una expresión étnica cuando en realidad
se trata de una dominación múltiples propósitos” (Echeverría, 2011).
Para acortar los caminos y los propósitos de este ensayo, correremos
el riesgo de hacer los cortes profundos, groseros, significativos para
llegar al momento en que nos encontramos.
Cuando América fue descubierta, conquistada y colonizada
por los europeos; el supuesto “encuentro” de dos culturas, definió el
presente de todo el continente (además del europeo, por supuesto).
Marcó nuestra forma de pensar, soñar, subsistir y proyectarnos
hacia el futuro. Constituye un profundo y radical corte que nos ha
impedido asumirnos como somos. De aquel pasado mezcla de
ignominia y heroísmo, surge una sociedad fragmentada que hasta
el día de hoy no resuelve sus contradicciones. Esta realidad se
expresa en todos los aspectos de la vida cotidiana y sobrepasa
los diversos marcos conceptuales elaborados por los teóricos
críticos, tanto europeos como norteamericanos. La corriente
actual del pensamiento crítico contemporáneo de Latinoamérica
está tratando, con la demora del caso, como una propuesta
descolonizadora en un intento que se muerde la cola mientras que,
desde el ámbito del proceso de recuperación y puesta en valor del
conocimiento andino se lo propone como una ruptura epistémica.
El intento más llamativo, por parte de la intelectualidad y el
campo de reflexión de los europeos, por constituir la aceptación de
la validez de la producción teórica de los pensadores de la periferia,
constituye el de Jean Paul Sartre cuando prologó a Frantz Fanon:
[E]se hombre nuevo comienza su vida de hombre por el final; se sabe
muerto en potencia. Lo matarán: no sólo acepta el riesgo sino que tiene
la certidumbre; ese muerto en potencia ha perdido a su mujer, a sus hijos;
ha visto tantas agonías que prefiere vencer a sobrevivir; otros gozarán de
la victoria, él no: está demasiado cansado. Pero esa fatiga del corazón
es la fuente de un increíble valor. Encontramos nuestra humanidad más
acá de la muerte y de la desesperación, él la encuentra más allá de los
101
Libertad de expresión y protección de derechos
Revista Enfoques de la Comunicación Año 1 - No. 2 / Diciembre 2019
suplicios y de la muerte. Nosotros hemos sembrado el viento, él es la
tempestad. (Fanon, 1983)
Explicación:
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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Respuesta:
Libertad de expresión y construcción de un nuevo discurso
en un mundo fragmentado
Abordar la libertad de expresión desde múltiples aristas
sin dejar por fuera nada de lo que se está debatiendo; no cejar en
el empeño de cuestionarlo todo; de construir, desde la palabra y
bajo estrictas normas éticas aquella realidad que pretendemos
construir; desde el discurso, desde las buenas intenciones, una
realidad que de abasto a todos quienes habitamos un planeta, un
país o, por lo menos una ciudad.
El poder de los medios masivos de comunicación radicaba,
hasta hace poco, en dos pilares: cuestionar el poder o por lo
menos interpelarlo y, construir la realidad, al margen incluso de lo
que sucedía en la realidad real. En la actualidad su poder radica
en la credibilidad y en la cercanía, en la capacidad de compartir
códigos y propuestas, en proyectar un horizonte de deseabilidad
que seduzca a la audiencia.
El poder de los medios; calientes o fríos según su capacidad
para sumergirte o interactuar, para convocar todos o solo parte
de los sentidos, para presentar la realidad de forma parcial o
completa; es su capacidad para exigir la colaboración, o no, de la
audiencia para completar y elaborar lo que se recibe. Ese poder de
seducción, en los últimos años, ha sido cuestionado por una red
de productores de noticias de baja intensidad que cuestionan el
discurso y la visión que ofrecen los telediarios (Eco, 2016).
La fragmentación en los orígenes
Las sociedades del capitalismo periférico, pre y posmodernas
a la vez, son controversiales desde la misma construcción de
la realidad o del carácter de los sueños con que elaboran los
proyectos de futuro, en las narrativas acerca del pasado, en los
discursos y visiones acerca de la cotidianidad o de los relatos de lo
extraordinario. Sociedades en suma, como la nuestra, que aún no
logran descifrar su pasado, asumirlo, procesarlo y redefinirlos para
proyectarse hacia el mundo sin falsos arquetipos y sin complejos.
Nacimos al calor de la enmarañada realidad del saqueo, la
dominación, la rapiña y, a la vez, del orgullo, la necedad, la avaricia y
el poder para someter; de la ignorancia y la sabiduría; del oprobio y la
servidumbre; de la dignidad convertida en resistencia. Dos vertientes
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y un solo resultado. Una compleja realidad que nos ata sin atenuantes
a tratar de dividir las aguas entre aquellos que reconocen la vertiente
originaria y los que hacen suya únicamente la hidalga. Compleja
amalgama de lo que Echeverría denominaría blanquitud; “que no
está enraizado en el tema étnico sino que es expresión del carácter
étnico en que se expresa la totalidad de la dominación de este orden
civilizatorio, es decir, tiene una expresión étnica cuando en realidad
se trata de una dominación múltiples propósitos” (Echeverría, 2011).
Para acortar los caminos y los propósitos de este ensayo, correremos
el riesgo de hacer los cortes profundos, groseros, significativos para
llegar al momento en que nos encontramos.
Cuando América fue descubierta, conquistada y colonizada
por los europeos; el supuesto “encuentro” de dos culturas, definió el
presente de todo el continente (además del europeo, por supuesto).
Marcó nuestra forma de pensar, soñar, subsistir y proyectarnos
hacia el futuro. Constituye un profundo y radical corte que nos ha
impedido asumirnos como somos. De aquel pasado mezcla de
ignominia y heroísmo, surge una sociedad fragmentada que hasta
el día de hoy no resuelve sus contradicciones. Esta realidad se
expresa en todos los aspectos de la vida cotidiana y sobrepasa
los diversos marcos conceptuales elaborados por los teóricos
críticos, tanto europeos como norteamericanos. La corriente
actual del pensamiento crítico contemporáneo de Latinoamérica
está tratando, con la demora del caso, como una propuesta
descolonizadora en un intento que se muerde la cola mientras que,
desde el ámbito del proceso de recuperación y puesta en valor del
conocimiento andino se lo propone como una ruptura epistémica.
El intento más llamativo, por parte de la intelectualidad y el
campo de reflexión de los europeos, por constituir la aceptación de
la validez de la producción teórica de los pensadores de la periferia,
constituye el de Jean Paul Sartre cuando prologó a Frantz Fanon:
[E]se hombre nuevo comienza su vida de hombre por el final; se sabe
muerto en potencia. Lo matarán: no sólo acepta el riesgo sino que tiene
la certidumbre; ese muerto en potencia ha perdido a su mujer, a sus hijos;
ha visto tantas agonías que prefiere vencer a sobrevivir; otros gozarán de
la victoria, él no: está demasiado cansado. Pero esa fatiga del corazón
es la fuente de un increíble valor. Encontramos nuestra humanidad más
acá de la muerte y de la desesperación, él la encuentra más allá de los
101
Libertad de expresión y protección de derechos
Revista Enfoques de la Comunicación Año 1 - No. 2 / Diciembre 2019
suplicios y de la muerte. Nosotros hemos sembrado el viento, él es la
tempestad. (Fanon, 1983)
Explicación: