¿Cual es el papel de la iglesia cristiana en la realidad Colombiana? lo mas detallado posible
fabiana09
La Iglesia católica ha sido protagonista en la construcción del orden social y político de Colombia. Abrigando una importante vocería, y gozando de un eco significativo en la sociedad aún hoy, la Iglesia es también un coactor de la gobernanza. De esta forma, su participación ha sido activa en la redacción de constituciones, en la aprobación de leyes, la realización de negociaciones o acuerdos de paz con los grupos armados, y la regulación de instituciones como la educación o en la familia. La ficha recoge un par de textos que estudian la participación de la Iglesia en Colombia y dan cuenta de sus transformaciones en los últimos 150 años de historia. Desde la sección 1 a la sección respeto los planteamientos de los autores de los textos reseñados, citándolos o parafraseándolos.En la vida republicana de Colombia, la Iglesia católica ha tenido un rol protagónico en la construcción y regulación del orden social y político. Por tan solo citar unos ejemplos, su intervención ha sido significativa en la redacción de las distintas Constituciones, en el desarrollo de las elecciones, en la mediación por la paz y en los actuales debates morales. Durante la mayor parte de dichos 150 años de historia, la Iglesia ha mantenido una posición antisecularizante y antimodernizante, exigiendo del Estado la disposición de sus instituciones con el fin de imponer un modelo de sociedad acorde al “plan de Dios”. Si bien esto se ha mantenido en el ámbito de lo moral, en las últimas décadas la Iglesia ha demostrado cierta apertura en su discurso político dándole cabida al conflicto y la negociación. Con esto, las instituciones eclesiales mantienen hoy un discurso dual y contradictorio, que mina su credibilidad y cohesión interna.
Los autores Fernán González y Ricardo Arias, estudiosos de temas religiosos en Colombia, abanderan la tesis mencionada anteriormente en el libro Poderes Enfrentados –de González- y en el artículo Búsqueda de la paz y defensa del “orden cristiano”: el episcopado ante los grandes debates de Colombia (1998-2005) –de ambos autores-. Entre los dos textos se forma una radiografía de la Iglesia en Colombia desde el siglo XIX hasta el 2005, cuyos puntos clave serán retomados a continuación.Durante el siglo XIX y hasta la mitad del siglo XX la Iglesia se alineó con el Partido Conservador para enfrentarse y resistir a las intenciones modernizantes del partido liberal. A mediados del XIX, desde el púlpito los clérigos hicieron política en contra del partido liberal al poder y de los cambios que quería implementar en torno a la laicización del Estado, la reducción de los derechos de la Iglesia, la reforma educativa y la implementación del matrimonio civil y el divorcio. Así, desde inicios de la república “el problema religioso se convirtió en la frontera política entre liberales y conservadores” y la educación y la familia se establecieron como ámbitos de la vida social monopolizados por la Iglesia.
Con el ascenso al poder de los conservadores en la Regeneración, la Iglesia participó activamente en la redacción de la Constitución de 1886. En ella quedaron claros los vínculos entre la Iglesia y el Estado, que serían reforzados con la firma del Concordato entre Colombia y el Vaticano en 1887. Durante este periodo la Iglesia se erigió como el elemento de cohesión nacional, con el Dios católico como “fuente de toda autoridad” –tal como dice el preámbulo de la Constitución-. La Constitución y el Concordato eliminaron el matrimonio civil y el divorcio, devolvieron el control de la educación a la Iglesia y, en conclusión, reversaron “todas las medidas anticlericales y las leyes consideradas contrarias con la moral católica”.
En la década de 1930, el poder pasó a manos de los liberales nuevamente y con ello vinieron nuevos intentos por modernizar el Estado y la sociedad. En ese contexto se realizó la reforma constitucional de 1936 que encontró la férrea oposición de la Iglesia, porque según ella “no interpretaba <<los sentimientos y el alma religiosa de nuestro pueblo, al suprimir en nombre de Dios del encabezamiento de la Constitución y la mención de la religión católica como la de la nación>>”. Entre los cambios principales se contemplaba la vuelta del divorcio, se obligaba a recibir en los colegios privados a los hijos ilegítimos sin distinción de raza ni de religión y se suprimían los derechos de la iglesia. Según González, “lo único que la reforma pretendía era una normal secularización de la vida política y de la legislación de Colombia, pero que chocaba normalmente con la mentalidad sacralizada y antimoderna de la jerarquía y el clero del país”. La reforma también chocaba con la costumbre de la Iglesia de operar a través de las instituciones estatales, exigiéndoles medidas coercitivas que respaldaran su opción moral.
Los autores Fernán González y Ricardo Arias, estudiosos de temas religiosos en Colombia, abanderan la tesis mencionada anteriormente en el libro Poderes Enfrentados –de González- y en el artículo Búsqueda de la paz y defensa del “orden cristiano”: el episcopado ante los grandes debates de Colombia (1998-2005) –de ambos autores-. Entre los dos textos se forma una radiografía de la Iglesia en Colombia desde el siglo XIX hasta el 2005, cuyos puntos clave serán retomados a continuación.Durante el siglo XIX y hasta la mitad del siglo XX la Iglesia se alineó con el Partido Conservador para enfrentarse y resistir a las intenciones modernizantes del partido liberal. A mediados del XIX, desde el púlpito los clérigos hicieron política en contra del partido liberal al poder y de los cambios que quería implementar en torno a la laicización del Estado, la reducción de los derechos de la Iglesia, la reforma educativa y la implementación del matrimonio civil y el divorcio. Así, desde inicios de la república “el problema religioso se convirtió en la frontera política entre liberales y conservadores” y la educación y la familia se establecieron como ámbitos de la vida social monopolizados por la Iglesia.
Con el ascenso al poder de los conservadores en la Regeneración, la Iglesia participó activamente en la redacción de la Constitución de 1886. En ella quedaron claros los vínculos entre la Iglesia y el Estado, que serían reforzados con la firma del Concordato entre Colombia y el Vaticano en 1887. Durante este periodo la Iglesia se erigió como el elemento de cohesión nacional, con el Dios católico como “fuente de toda autoridad” –tal como dice el preámbulo de la Constitución-. La Constitución y el Concordato eliminaron el matrimonio civil y el divorcio, devolvieron el control de la educación a la Iglesia y, en conclusión, reversaron “todas las medidas anticlericales y las leyes consideradas contrarias con la moral católica”.
En la década de 1930, el poder pasó a manos de los liberales nuevamente y con ello vinieron nuevos intentos por modernizar el Estado y la sociedad. En ese contexto se realizó la reforma constitucional de 1936 que encontró la férrea oposición de la Iglesia, porque según ella “no interpretaba <<los sentimientos y el alma religiosa de nuestro pueblo, al suprimir en nombre de Dios del encabezamiento de la Constitución y la mención de la religión católica como la de la nación>>”. Entre los cambios principales se contemplaba la vuelta del divorcio, se obligaba a recibir en los colegios privados a los hijos ilegítimos sin distinción de raza ni de religión y se suprimían los derechos de la iglesia. Según González, “lo único que la reforma pretendía era una normal secularización de la vida política y de la legislación de Colombia, pero que chocaba normalmente con la mentalidad sacralizada y antimoderna de la jerarquía y el clero del país”. La reforma también chocaba con la costumbre de la Iglesia de operar a través de las instituciones estatales, exigiéndoles medidas coercitivas que respaldaran su opción moral.