(Brühl, Alemania, el 2 de abril de 1891 - París, Francia, el 1 de abril de 1976) fue un artista alemán nacionalizado francés considerado figura fundamental tanto en el movimiento dadá como en el surrealismo. A lo largo de su variada carrera artística, Ernst se caracterizó por ser un experimentador infatigable, utilizando una extraordinaria diversidad de técnicas, estilos y materiales. En todas sus obras buscaba los medios ideales para expresar, en dos o tres dimensiones, el mundo extradimensional de los sueños y la imaginación.
Podríamos tratar de buscarle algún sentido, pero sería como intentar interpretar un sueño ajeno, su significado se nos escapará entre los dedos como si fuese agua. De lo único que podemos estar seguros es que el protagonista es un elefante.
Empezamos a dudar que este objeto mecánico, de apariencia metálica, sea en realidad un elefante. Pero esto solo nos lo planteamos cuando llevamos un buen rato observándolo, porque si no nos fijamos mucho, si lo miramos de refilón, sus patas cilíndricas, su cuerpo redondo, las estrías de la trompa y el color gris nos remiten a la idea de elefante que todos tenemos en la cabeza. Un elefante deconstruido, como los platos de Ferran Adrià, que nosotros reconstruimos mentalmente, casi sin darnos cuenta, para que al cabo de un rato Max Ernst nos lo desmonte de nuevo.
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Samuel77proGamer2341
oye te daré corona pero si haces una pregunta y me das corona
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(Brühl, Alemania, el 2 de abril de 1891 - París, Francia, el 1 de abril de 1976) fue un artista alemán nacionalizado francés considerado figura fundamental tanto en el movimiento dadá como en el surrealismo. A lo largo de su variada carrera artística, Ernst se caracterizó por ser un experimentador infatigable, utilizando una extraordinaria diversidad de técnicas, estilos y materiales. En todas sus obras buscaba los medios ideales para expresar, en dos o tres dimensiones, el mundo extradimensional de los sueños y la imaginación.
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Podríamos tratar de buscarle algún sentido, pero sería como intentar interpretar un sueño ajeno, su significado se nos escapará entre los dedos como si fuese agua. De lo único que podemos estar seguros es que el protagonista es un elefante.
Empezamos a dudar que este objeto mecánico, de apariencia metálica, sea en realidad un elefante. Pero esto solo nos lo planteamos cuando llevamos un buen rato observándolo, porque si no nos fijamos mucho, si lo miramos de refilón, sus patas cilíndricas, su cuerpo redondo, las estrías de la trompa y el color gris nos remiten a la idea de elefante que todos tenemos en la cabeza. Un elefante deconstruido, como los platos de Ferran Adrià, que nosotros reconstruimos mentalmente, casi sin darnos cuenta, para que al cabo de un rato Max Ernst nos lo desmonte de nuevo.
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