A sus 88 años perdió la agilidad al caminar, pero no su habilidad para manejar la gubia (objeto para labrar superficies curvas). Es ágil para tallar la madera y dar forma a Cristos, santos y otras imágenes.
A los ocho años aprendió a modelar en barro figuras como banderas y aves. Tuvo que esperar nueve años para recibir sus primeras clases con el maestro Isaac Flores. Recuerda con precisión cada hecho de su vida, así entre risas menciona que dejó de pensar en sus novias para ingresar a la Academia de Bellas Artes del Museo Remigio Crespo Toral donde estudió siete años.
A sus 28 años era un escultor que había alcanzado un excelente nivel, lo que hizo que se abriera su taller en el Centro Histórico. La calidad de su trabajo minucioso y exacto hizo que pronto fuera conocido en toda Cuenca. Quinde empezó a enviar sus trabajos a Riobamba, Loja, Quito y Guayaquil.
Estas obras hicieron que en 1956 lo contrataran para que esculpiera el monumento de la Chola Cuencana en tres meses.
Fue contratado para que enviara sus esculturas a Alemania y Gran Bretaña. Entre otros trabajos esculpió a La Virgen Pastora. El cuencano, que ha esculpido más de 80 imágenes del Niño Jesús y un centenar de obras, considera que está en el mejor momento de su vida artística. Su taller está abierto todos los días en su domicilio ubicado a 5 kilómetros al noroccidente de Cuenca, en la vía Sinincay.
Él está casado con Elsa Meza desde hace 56 años, con quien tiene ocho hijos, dos de ellos también son escultores.
Inocencio Lario López nació el 15 de mayo de 1933 en el barrio de San Cristóbal de Lorca, en el número 17 de la calle Escalante, donde estaba ubicado antaño el gremio de alfareros. Nació en la alfarería que regentaban sus progenitores, su padre y su abuelo Inocencio, donde, desde muy temprana edad, comenzó a familiarizarse con el barro y el torno.
Realizó estudios primarios durante un breve periodo de tiempo, porque a sus catorce años su padre lo puso a trabajar en la alfarería para ayudar al sostenimiento familiar, aunque no fue hasta el 21 de mayo de 1975 cuando obtuvo, mediante examen, el certificado de Maestro Artesano en el oficio de la Alfarería.
Casado con Leonor Piñero Lorca, vecina del mismo barrio de San Cristóbal, hoy sus cuatro hijos continúan la tradición ceramista en el taller familiar de La Tercia, donde se trasladó al casarse, cuando advirtió que el turismo que se dirigía hacia Andalucía buscaba productos artesanos como botijos, platos y cerámica popular en general, aumentando las posibilidades de venta a la orilla de la carretera frente a su emplazamiento original, escondidos en el barrio de San Cristóbal. De este modo, los turistas compraban sus productos directamente, sin pasar por intermediarios.
Encuentro con Picasso
En los años 50 se vio obligado a emigrar a Francia con su familia, donde tuvo la oportunidad de conocer al consagrado Pablo Picasso, al que le dio a conocer una pequeña muestra de la cerámica que habitualmente hacía. Fueron tales los elogios que recibió del artista malagueño, que Inocencio decidió regresar a Lorca alentado por el pintor, donde comenzó una etapa más decorativa y artística en su cerámica.
En su obrador se dedicó a la creación de piezas populares con decoración tradicional y policroma donde predominaban las flores y los pájaros: jarras, platos, aguamaniles, palanganas, copas, etc. De ello se ocupan en la actualidad su hija Ana, pintora y ceramista, Antonio, que se ocupa del torno, e Inocencio, encargado de los temas comerciales. Por su parte, Juan Lario, el mayor de ellos, se ha decantado por la azulejería tradicional, los murales y las fuentes de gran formato pintados manualmente con dibujos artísticos, obras que se exportan a diversos países y que salen de su taller propio ubicado en Totana.
A su inquietud innovadora se debe la recreación de la actual y conocida Jarra de Novia, a la que constantemente declaraba su amor y que tantas satisfacciones le proporcionó a lo largo de su trayectoria. Jarra de Novia de la que se sentía orgulloso y a la que dotó de vida e incluso de leyenda, y que se ha convertido durante el transcurso del tiempo en el símbolo de la alfarería lorquina. Cuenta la leyenda que la Jarra de Novia se usaba en la boda, y de ella bebían el vino consagrado por cada uno de sus cinco picos el cura, los padrinos y los novios, procurando no derramar ni una gota.
Presumía el maestro Lario de dominar el barro, ése que antaño extraía personalmente de la cantera arcillosa, situada a la vera del río Sanqunayra, como lo denominaban los árabes, que luego era terminado de preparar en el propio taller.
Coincidiendo con su 75 aniversario, Inocencio Lario falleció el 15 de mayo de 2008.
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Respuesta:
Virgilio Quinde / Escultor
A sus 88 años perdió la agilidad al caminar, pero no su habilidad para manejar la gubia (objeto para labrar superficies curvas). Es ágil para tallar la madera y dar forma a Cristos, santos y otras imágenes.
A los ocho años aprendió a modelar en barro figuras como banderas y aves. Tuvo que esperar nueve años para recibir sus primeras clases con el maestro Isaac Flores. Recuerda con precisión cada hecho de su vida, así entre risas menciona que dejó de pensar en sus novias para ingresar a la Academia de Bellas Artes del Museo Remigio Crespo Toral donde estudió siete años.
A sus 28 años era un escultor que había alcanzado un excelente nivel, lo que hizo que se abriera su taller en el Centro Histórico. La calidad de su trabajo minucioso y exacto hizo que pronto fuera conocido en toda Cuenca. Quinde empezó a enviar sus trabajos a Riobamba, Loja, Quito y Guayaquil.
Estas obras hicieron que en 1956 lo contrataran para que esculpiera el monumento de la Chola Cuencana en tres meses.
Fue contratado para que enviara sus esculturas a Alemania y Gran Bretaña. Entre otros trabajos esculpió a La Virgen Pastora. El cuencano, que ha esculpido más de 80 imágenes del Niño Jesús y un centenar de obras, considera que está en el mejor momento de su vida artística. Su taller está abierto todos los días en su domicilio ubicado a 5 kilómetros al noroccidente de Cuenca, en la vía Sinincay.
Él está casado con Elsa Meza desde hace 56 años, con quien tiene ocho hijos, dos de ellos también son escultores.
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Inocencio Lario López nació el 15 de mayo de 1933 en el barrio de San Cristóbal de Lorca, en el número 17 de la calle Escalante, donde estaba ubicado antaño el gremio de alfareros. Nació en la alfarería que regentaban sus progenitores, su padre y su abuelo Inocencio, donde, desde muy temprana edad, comenzó a familiarizarse con el barro y el torno.
Realizó estudios primarios durante un breve periodo de tiempo, porque a sus catorce años su padre lo puso a trabajar en la alfarería para ayudar al sostenimiento familiar, aunque no fue hasta el 21 de mayo de 1975 cuando obtuvo, mediante examen, el certificado de Maestro Artesano en el oficio de la Alfarería.
Casado con Leonor Piñero Lorca, vecina del mismo barrio de San Cristóbal, hoy sus cuatro hijos continúan la tradición ceramista en el taller familiar de La Tercia, donde se trasladó al casarse, cuando advirtió que el turismo que se dirigía hacia Andalucía buscaba productos artesanos como botijos, platos y cerámica popular en general, aumentando las posibilidades de venta a la orilla de la carretera frente a su emplazamiento original, escondidos en el barrio de San Cristóbal. De este modo, los turistas compraban sus productos directamente, sin pasar por intermediarios.
Encuentro con Picasso
En los años 50 se vio obligado a emigrar a Francia con su familia, donde tuvo la oportunidad de conocer al consagrado Pablo Picasso, al que le dio a conocer una pequeña muestra de la cerámica que habitualmente hacía. Fueron tales los elogios que recibió del artista malagueño, que Inocencio decidió regresar a Lorca alentado por el pintor, donde comenzó una etapa más decorativa y artística en su cerámica.
En su obrador se dedicó a la creación de piezas populares con decoración tradicional y policroma donde predominaban las flores y los pájaros: jarras, platos, aguamaniles, palanganas, copas, etc. De ello se ocupan en la actualidad su hija Ana, pintora y ceramista, Antonio, que se ocupa del torno, e Inocencio, encargado de los temas comerciales. Por su parte, Juan Lario, el mayor de ellos, se ha decantado por la azulejería tradicional, los murales y las fuentes de gran formato pintados manualmente con dibujos artísticos, obras que se exportan a diversos países y que salen de su taller propio ubicado en Totana.
A su inquietud innovadora se debe la recreación de la actual y conocida Jarra de Novia, a la que constantemente declaraba su amor y que tantas satisfacciones le proporcionó a lo largo de su trayectoria. Jarra de Novia de la que se sentía orgulloso y a la que dotó de vida e incluso de leyenda, y que se ha convertido durante el transcurso del tiempo en el símbolo de la alfarería lorquina. Cuenta la leyenda que la Jarra de Novia se usaba en la boda, y de ella bebían el vino consagrado por cada uno de sus cinco picos el cura, los padrinos y los novios, procurando no derramar ni una gota.
Presumía el maestro Lario de dominar el barro, ése que antaño extraía personalmente de la cantera arcillosa, situada a la vera del río Sanqunayra, como lo denominaban los árabes, que luego era terminado de preparar en el propio taller.
Coincidiendo con su 75 aniversario, Inocencio Lario falleció el 15 de mayo de 2008.