Publicado en: Salvador Mérida, ed. Conjugando Ciencia y Fe. Argumentos en el año de la fe. Madrid. CEU Ediciones
Fecha de publicación: 2014
Una de las aventuras científicas más apasionantes del siglo XX ha sido el estudio del Universo: el logro del conocimiento de su origen, su forma y su desarrollo. Produce asombro esta auténtica odisea para el ser humano: que desde su rincón en el Cosmos haya podido hacerse una idea global de su historia remontándose a su nacimiento. Es difícil encontrar a alguien que no haya oído hablar de la teoría del Big Bang. Pero ¿qué fiabilidad tiene? Y si es contrastable experimentalmente ¿llegamos por eso al dedo de Dios en su creación? ¿Es esta visión una confirmación para el creyente de lo que enseña su fe? A estas preguntas trataré de responder, en pocas páginas, con este artículo. Para eso seguiré de cerca, en gran parte, la exposición de Michio Kaku, catedrático de Física teórica de la City University of New York.
Dos son los grandes protagonistas a los que dedicaré especial atención: Einstein y Lemaître, el padre del Big Bang.
El Big Bang y la CreaciónCon 26 años –durante su “annus mirabilis” de 1905–, Einstein publicó tres trabajos científicos de gran relevancia para la Física. En uno de ellos expondrá la Teoría de la Relatividad Especial. Después de casi diez años de trabajo, con la ayuda de un matemático, Marcel Grosmann, consiguió formular la Teoría General de la Relatividad, que publicó en Annalen der Physik en marzo de 1916.
Según cuenta él, la idea inicial para la nueva teoría de la gravedad la tuvo cuando aún trabajaba en la oficina de patentes como un sencillo funcionario en 1907. “Estaba sentado en mi silla de la oficina de patentes de Berna cuando se me ocurrió de golpe una idea: si una persona cae libremente, no nota su propio peso. Me sobresalté. Esta simple idea me impresionó profundamente. Me condujo hacia una teoría de gravitación”. Era los cimientos de lo que sería su teoría: las leyes de la física son indistinguibles en un marco acelerado o en un marco gravitacional. Establecía así el denominado “principio de equivalencia” entre la masa inerte y la masa pesante y una conclusión, como recuerda Pais, “si todos los sistemas referenciales son equivalentes, no pueden ser euclídeos”.
Respuesta:
como no entiendo??????
Respuesta:
El Big Bang y la Creación
Autor: Eduardo Peláez
Publicado en: Salvador Mérida, ed. Conjugando Ciencia y Fe. Argumentos en el año de la fe. Madrid. CEU Ediciones
Fecha de publicación: 2014
Una de las aventuras científicas más apasionantes del siglo XX ha sido el estudio del Universo: el logro del conocimiento de su origen, su forma y su desarrollo. Produce asombro esta auténtica odisea para el ser humano: que desde su rincón en el Cosmos haya podido hacerse una idea global de su historia remontándose a su nacimiento. Es difícil encontrar a alguien que no haya oído hablar de la teoría del Big Bang. Pero ¿qué fiabilidad tiene? Y si es contrastable experimentalmente ¿llegamos por eso al dedo de Dios en su creación? ¿Es esta visión una confirmación para el creyente de lo que enseña su fe? A estas preguntas trataré de responder, en pocas páginas, con este artículo. Para eso seguiré de cerca, en gran parte, la exposición de Michio Kaku, catedrático de Física teórica de la City University of New York.
Dos son los grandes protagonistas a los que dedicaré especial atención: Einstein y Lemaître, el padre del Big Bang.
El Big Bang y la CreaciónCon 26 años –durante su “annus mirabilis” de 1905–, Einstein publicó tres trabajos científicos de gran relevancia para la Física. En uno de ellos expondrá la Teoría de la Relatividad Especial. Después de casi diez años de trabajo, con la ayuda de un matemático, Marcel Grosmann, consiguió formular la Teoría General de la Relatividad, que publicó en Annalen der Physik en marzo de 1916.
Según cuenta él, la idea inicial para la nueva teoría de la gravedad la tuvo cuando aún trabajaba en la oficina de patentes como un sencillo funcionario en 1907. “Estaba sentado en mi silla de la oficina de patentes de Berna cuando se me ocurrió de golpe una idea: si una persona cae libremente, no nota su propio peso. Me sobresalté. Esta simple idea me impresionó profundamente. Me condujo hacia una teoría de gravitación”. Era los cimientos de lo que sería su teoría: las leyes de la física son indistinguibles en un marco acelerado o en un marco gravitacional. Establecía así el denominado “principio de equivalencia” entre la masa inerte y la masa pesante y una conclusión, como recuerda Pais, “si todos los sistemas referenciales son equivalentes, no pueden ser euclídeos”.
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