1- Olmecas: La cultura Olmeca no creía netamente en la resurrección, sino que su religión amparaba mayormente el sacrificio humano. Su concepto de una vida perdurable dependía netamente de las ayudas que recibían de los sacrificados, es decir, ofrecían un cuerpo vivo a sus dioses (mayormente neonatos) para pedir por abundancia o por la llegada de las lluvias. Otras tradiciones de esa cultura implican el sacrificio de las mascotas para que acompañen a los fallecidos en su ruta hacia el más allá.
2- Mayas: Para la cultura maya la muerte es el principal camino a la vida eterna. Eran muy creyente de que la transición hacia un destino eterno era a través de la muerte, por ello se puede inferir existe en su religión una fase de destrucción y una fase de creación. Según citas de la doctora Vera Tiesler, la vida cíclica de los mayas estaba contenida en un espacio cósmico en forma de gran árbol, del cual se sostenía su vida terrenal y espectral a través de sus ramas y su tronco, este árbol representaba la conexión entre el cielo, la tierra y el inframundo.
3- Aztecas: La cultura azteca era devota de la muerte y la vida eterna y su cultura estuvo siempre ligada al deceso. Según ellos, cuando una persona perdía la vida, su alma se podía dirigir a un lugar específicamente ligado a su modo de vida y de cómo fue su fallecimiento. El mundo de los muertos, el tláloc o el árbol nodriza estarían aguardando a las almas que van al más allá.
4- Egipcios: Los egipcios tomaban la muerte muy en serio, para ellos no había forma más perfecta de alcanzar el plano espectral y la vida eterna sino con la muerte, de allí viene la razón de los grandes reyes de la momificación y la sepultura de su cuerpo con todas sus fortunas, para llegar al más allá a hacerse uno en el altar de sus dioses. Los egipcios creían en la forma física y en el “ka” una fuerza incerceptible que sigue viva y que se manifiesta una vez el cuerpo perece, y el Ka podría necesitar de los mismos elementos de trabajo, diversión y demás, al igual que un ser vivo, y con mayor afianzamiento, el hecho de la sepultura de las pertenencias. Los más pobres y aquellos que no podían pagar una momificación tenían que enterrar sus cuerpos en fosas para que el sol y la humedad de Egipto los momificase.
1- Olmecas: La cultura Olmeca no creía netamente en la resurrección, sino que su religión amparaba mayormente el sacrificio humano. Su concepto de una vida perdurable dependía netamente de las ayudas que recibían de los sacrificados, es decir, ofrecían un cuerpo vivo a sus dioses (mayormente neonatos) para pedir por abundancia o por la llegada de las lluvias. Otras tradiciones de esa cultura implican el sacrificio de las mascotas para que acompañen a los fallecidos en su ruta hacia el más allá.
2- Mayas: Para la cultura maya la muerte es el principal camino a la vida eterna. Eran muy creyente de que la transición hacia un destino eterno era a través de la muerte, por ello se puede inferir existe en su religión una fase de destrucción y una fase de creación. Según citas de la doctora Vera Tiesler, la vida cíclica de los mayas estaba contenida en un espacio cósmico en forma de gran árbol, del cual se sostenía su vida terrenal y espectral a través de sus ramas y su tronco, este árbol representaba la conexión entre el cielo, la tierra y el inframundo.
3- Aztecas: La cultura azteca era devota de la muerte y la vida eterna y su cultura estuvo siempre ligada al deceso. Según ellos, cuando una persona perdía la vida, su alma se podía dirigir a un lugar específicamente ligado a su modo de vida y de cómo fue su fallecimiento. El mundo de los muertos, el tláloc o el árbol nodriza estarían aguardando a las almas que van al más allá.
4- Egipcios: Los egipcios tomaban la muerte muy en serio, para ellos no había forma más perfecta de alcanzar el plano espectral y la vida eterna sino con la muerte, de allí viene la razón de los grandes reyes de la momificación y la sepultura de su cuerpo con todas sus fortunas, para llegar al más allá a hacerse uno en el altar de sus dioses. Los egipcios creían en la forma física y en el “ka” una fuerza incerceptible que sigue viva y que se manifiesta una vez el cuerpo perece, y el Ka podría necesitar de los mismos elementos de trabajo, diversión y demás, al igual que un ser vivo, y con mayor afianzamiento, el hecho de la sepultura de las pertenencias. Los más pobres y aquellos que no podían pagar una momificación tenían que enterrar sus cuerpos en fosas para que el sol y la humedad de Egipto los momificase.