Años antes de que el conflicto comenzara muchos sirios ya se quejaban de un alto desempleo en el país, de extensa corrupción, falta de libertad política y de la represión del gobierno del presidente Bashar al Asad, quien había sucedido a su padre, Hafez, en 2000.
En marzo de 2011, un grupo de adolescentes que habían pintando consignas revolucionarias en un muro escolar en la ciudad sureña de Deraa fueron arrestados y torturados por las fuerzas de seguridad.
El hecho provocó protestas prodemocráticas, inspiradas por la Primavera Árabe, las manifestaciones populares que en ese momento se extendían en los países de la región y que clamaban más democracia y derechos para sus poblaciones.
Las más grandes se produjeron en Damasco y Alepo el día 15 de marzo, la fecha en la que se conmemora el inicio del conflicto en Siria, y se extendieron por varios días y por diferentes partes del país.
Las fuerzas de seguridad, sin embargo, respondieron a las mismas abriendo fuego contra los manifestantes, matando a varios, lo que provocó que muchas más personas salieran a las calles.
Finalmente el levantamiento se extendió por todo el país, exigiendo la renuncia del presidente Al Asad. Y la respuesta de fuerza del gobierno para sofocar la disensión sólo reforzó la determinación de los manifestantes.
Pronto, cientos de miles estaban protestando en todo el país exigiendo la salida de Al Asad, y para julio muchos habían decidido empuñar las armas.
Cómo estalló:
A medida que el levantamiento de oposición se extendía, la represión del gobierno se intensificó.
Los simpatizantes de la oposición comenzaron a armarse, primero para defenderse y después para expulsar a las fuerzas de seguridad de sus regiones.
Al Asad prometió "aplastar" lo que llamó "terrorismo apoyado por el exterior" y restaurar el control del Estado.
La violencia se incrementó rápidamente en el país. Se formaron cientos de brigadas rebeldes para combatir a las fuerzas del gobierno y lograr el control de ciudades y poblados.
En 2012 los enfrentamientos llegaron hasta la capital Damasco y la segunda ciudad del país, Alepo. Para entonces el conflicto ya se había convertido en más que una batalla entre aquéllos que apoyaban a al Asad y los que se oponían a él.
Y adquirió pronto características sectarias enfrentando a la mayoría sunita del país, contra los chiitas alauitas, la rama musulmana a la que pertenece el presidente.
Esto arrastró a las potencias regionales e internacionales, lo cual añadió otra dimensión al conflicto.
Origen:
Años antes de que el conflicto comenzara muchos sirios ya se quejaban de un alto desempleo en el país, de extensa corrupción, falta de libertad política y de la represión del gobierno del presidente Bashar al Asad, quien había sucedido a su padre, Hafez, en 2000.
En marzo de 2011, un grupo de adolescentes que habían pintando consignas revolucionarias en un muro escolar en la ciudad sureña de Deraa fueron arrestados y torturados por las fuerzas de seguridad.
El hecho provocó protestas prodemocráticas, inspiradas por la Primavera Árabe, las manifestaciones populares que en ese momento se extendían en los países de la región y que clamaban más democracia y derechos para sus poblaciones.
Las más grandes se produjeron en Damasco y Alepo el día 15 de marzo, la fecha en la que se conmemora el inicio del conflicto en Siria, y se extendieron por varios días y por diferentes partes del país.
Las fuerzas de seguridad, sin embargo, respondieron a las mismas abriendo fuego contra los manifestantes, matando a varios, lo que provocó que muchas más personas salieran a las calles.
Finalmente el levantamiento se extendió por todo el país, exigiendo la renuncia del presidente Al Asad. Y la respuesta de fuerza del gobierno para sofocar la disensión sólo reforzó la determinación de los manifestantes.
Pronto, cientos de miles estaban protestando en todo el país exigiendo la salida de Al Asad, y para julio muchos habían decidido empuñar las armas.
Cómo estalló:
A medida que el levantamiento de oposición se extendía, la represión del gobierno se intensificó.
Los simpatizantes de la oposición comenzaron a armarse, primero para defenderse y después para expulsar a las fuerzas de seguridad de sus regiones.
Al Asad prometió "aplastar" lo que llamó "terrorismo apoyado por el exterior" y restaurar el control del Estado.
La violencia se incrementó rápidamente en el país. Se formaron cientos de brigadas rebeldes para combatir a las fuerzas del gobierno y lograr el control de ciudades y poblados.
En 2012 los enfrentamientos llegaron hasta la capital Damasco y la segunda ciudad del país, Alepo. Para entonces el conflicto ya se había convertido en más que una batalla entre aquéllos que apoyaban a al Asad y los que se oponían a él.
Y adquirió pronto características sectarias enfrentando a la mayoría sunita del país, contra los chiitas alauitas, la rama musulmana a la que pertenece el presidente.
Esto arrastró a las potencias regionales e internacionales, lo cual añadió otra dimensión al conflicto.